martes, 24 de noviembre de 2009

Cap. 20 < Intense Magazine >







[Capítulo anterior: Di un suspiro, uno de esos profundos. Extrañaba su voz. Extrañaba su compañía, extrañaba la vieja vida. Por primera vez, ahí en la sombra del día, me sentía realmente sola…]



( Elisa )

- Lo siento Dai, ya sabes, no puedo hoy – dije a través de mi móvil.

- Sí, sí, el trabajo – respondió, pude notar como estaba irritada.

- Correcto, el trabajo – repetí amable, sin alterarme – Daiana, tranquilízate y luego hablamos, ¿Vale? –

- Ok – se limitó a contestar, mientras un agudo pitido dio a sonar. Caí en cuenta de que había colgado.

No es que no quisiera verla, simplemente el trabajo no me lo permitía. La reciente invitación al café en donde Daiana se encontraba sonaba extremamente tentadora, pero era imposible escabullirme de la oficina.

Encerrada en las cuatro paredes de mi área de trabajo, observé el escritorio vacío, el de Dai. Se conservaba hermoso, limpio y ordenado. Había ya pocas cosas ahí, un lapicero, un muestrario de colores y otro de telas, y por ultimo, una fotografía de pocos años atrás. El marco cromado de esta, deslumbraba al contacto con la luz que se entrometía en el lugar. Tapé con una mano los rayos de sol, y pude tener una vista satisfactoria a la fotografía. Ella y yo, justo en invierno, el día que amabas fuimos contratadas como escritoras en la revista. Nuestros gorritos, guantes, abrigos y calentadores junto a un paisaje en plena nevada, fuera de modestia, nos hacían lucir divinas.

Era aquella la fotografía que Daiana y yo, siempre al entrar en nuestra oficina, divisábamos por varios segundos. El asunto había cambiado, la imagen se empezaba a quedar en el olvido, así como los recuerdos de aquel día…


- Hey Dai Ruzzo…¡Somos escritoras! – grité al salir del edificio de Intense Magazine, mientras segundos después corríamos a envolvernos en brazos.


- ¡Claro honey! – me dijo entusiasmada con un café en mano. El humo de este contrastaba con el frío y los pequeños copos de nieve ensuciaban nuestros hombros – Te dije que la vida alemana sería para bien –


- Bueno, he de admitir que tiene lindos lugares y excelente comida – dije haciéndome la indiferente.


- Ja ja que graciosita – se burló - A pesar de nuestro nuevo trabajo, y en lo posible nuestra nueva vida, sigo extrañando L.A –


- Oh vamos, pero por supuesto, más de diez años en LA no son para olvidarse – le arrebaté la bebida de las manos y le di unos tragos.


- Bueno, eso suena lógico – dijo entre un largo suspiro, uno de esos que tanto me preocupaban – Pero no se si extraño LA por la ciudad, si no por ciertos habitantes de ella –


- Daiana, prometimos no hablar más del tema ¿recuerdas? Esto no puede seguir así – ordené. El tema poco a poco se había convertido en una especie de tabú.


- Elisa – observé como decía mi nombre a través de la neblina que el calor del café formaba – No creo poder superarlo… nunca –


- Nunca digas nunca.


- Eso no tiene sentido.


- Nunca digas nunca – insistí.


- Ambas sabemos, que el tema siempre va a estar rondando entre nuestro cerebro – levantó una ceja en un modo retador.


- ¡Bah! Patrañas – refunfuñé – Estamos en Alemania ¿cierto? –


- Cierto.


-¡¿Entonces que demonios haces recordando LA mujer?!.


- No lo se, buenos tiempos y buenos recuerdos se han quedado allá –


- Aquí podrás obtener ambas cosas también Daiana – le dije con un tono protector, no me agradaba en lo absoluto verla de tal forma, y menos por algo a lo que yo también sufría.


- Eso espero – poco a poco una coqueta sonrisa le iluminó la cara, y sus ojos tomaron un brillo especial, uno deslumbrante.


- Anda, Daiana Constanza Ruzzo y Zeltzin Elisa Castellán, las nuevas escritoras de Intense Magazine, listas para conquistar al mundo baby – le guiñé un ojo.


- Por supuesto, y eso se conmemora con una fotografía justo ahora – cuando pude darme en cuenta Dai ya portaba su `` Canon ´´ en manos y el flash deslumbrante me sacó una ceguera temporal…


Era el flash de la cámara el que capturó la imagen que ahora mis ojos tenían enfrente, un día en invierno en el cual sentíamos que nuestra juventud y belleza podía hacernos diosas del mundo. Días que cada año, cada mes, cada semana y cada segundo se hacían más distantes, el hecho de extrañar se hacía fatal.

Intense Magazine no era lo mismo desde la partida de Ruzzo.

Devolví la vista a mi portátil, y seguí redactando algunas líneas. Era temprano aún, un largo día encerrada en aquellas paredes me esperaba. Necesitaba a un confidente, alguien con quien conversar un poco. Sólo poder tener a alguien con quien desahogarme hacia las peticiones de mi jefa Stephenie, alguien con quien compartir la misma taza de café, alguien con quien poder hacer una que otra bromilla, alguien con quien compartir mi ego y autoestima de diva.

Mientras mis dedos hacían una dura sinfonía junto al teclado del computador, unos tímidos ojitos junto a una respingada nariz se asomaban por la ventanilla de la puerta.

- Pasa Monic – dije sin darle mucha importancia.

- ¡Hola Elis! – contestó agitando la mano en el aire como maniática. Llevaba una carpeta amplia y grande en manos.

- ¿Qué traes ahí? – señalé lo que ocupaba la libertad de sus manos, asumiendo que estaba relacionado conmigo.

- Trabajo para ti.

- ¿Más? – pregunté un cuanto angustiada.

- Si, más – contestó resaltando la última palabra – Ordenes de Stephenie, no te quejes Elisa –

- El hecho de que sean ordenes de Steph, no te da derecho a hablarme tal y como ella lo haría – respondí con autoridad mientras una sínica sonrisa asomaba mis dientes.

- Oh, discúlpame – dijo entre apenada y asombrada; Monic estaba acostumbrada al duro trato de Daiana, pero no al mió; era hora de darlo a la luz.

- Prosigue – entrelacé los dedos de mis manos, mientras mis codos se encontraban apoyados en el escritorio.

- Claro – admitió nerviosa y obediente, hojeando veloz entre los papeles de la carpeta – Aquí está – levantó triunfante un dedo – Pues bueno, Stephenie ha notado que nuestras ventas van para abajo; Intense Magazine esta siendo superada por otras revistas – echó un vistazo en la página en la que su carpeta había aterrizado.

- Ya veo, ¿Cuál es la causa?

- Por lo visto y según nuestro departamento de mercadotecnia y ventas, nuestro problema se encuentra en la sección de farándula, ya sabes, cotilleo, chismes.

- Muy bien, entonces organizaré a los redactores de la sección farándula, dile a Steph que todo esta seguro, haré que muevan esos celulíticos traseros.

- Eh… si pero…

- Y si es necesario, daremos una imagen más renovadora al diseño, unos cuantos detalles más no estarían de sobra – la interrumpí.

- Claro, estoy de acuerdo, pero a lo que yo me refiero es que… -

- Podemos reducir el costo unos centavos, aún nos podemos dar tal lujo – dije orgullosa a mis ideas.

- Si Elisa, me parece una excelente idea, pero…

- ¿Pero? – Pregunté curiosa – No puede haber ni un `` pero ´´ Monic –

- Lo se, tus ideas están muy bien calculadas, pero no es lo que Stephenie a solicitado – torció la boca y trató de esconderse un poco detrás de la enorme carpeta negra – No es exactamente por el diseño ni por el costo que las ventas han disminuido; nos falta una importante noticia entre nuestras páginas - tomó un intenso trago de saliva – Por respeto a un ex integrante de nuestro equipo, hemos decidido no publicar el chisme del momento, respetamos el acuerdo varios días, pero esto nos perjudica a todos, incluso a ti Elisa –

- Oh no, ni lo pienses – me negué, ya imaginando la condición.

- Son órdenes de Steph.

- Pues entonces da unos pequeños brinquitos hacia su oficina, y dile a Stephenie que me niego rotundamente a incluir en la estructura de la revista, aquel inapropiado rumor.

- Pero Elisa, tienes que comprender que es lo que las chicas, nuestras lectoras, quieren.

- ¡Felicidades! Ve y dile a las chicas que vayan comprando la Seventeen de este mes, pues en Intense Magazine no hay `` jugosos chismes ´´ por un largo tiempo – Asentí con la cabeza y volví a la computadora.

- Yo no lidiaré con esto más, creo que es cuestión que tu y Stephenie lo discutan – Monic ajustó sus gafas y salió de la habitación del modo que Daiana lo hacía; en su versión, claro.

- Pobre chica – dije para mi misma, mientras exclamaba una pequeña risita.

Segundos más tarde mi nombre era boceado por toda la oficina, solicitando mi presencia en la Sala Principal, el paredón…



( Daiana )

Tomé el Mocacchino frío entre mis manos y jugué un rato con la pajilla de este.

Era triste apreciar como aquel lugar que siempre resultaba coloreado por carcajadas, bromas y secretos ahora era un lugar más, vacío.

- ¿Un café? – pregunté a los dos hombres altos, cubiertos en ropa negra, y con un aspecto de `` no me mires, si no quieres un brazo roto y no me toques si no quieres una tumba ´´ que se encontraban unos pasos distantes a el sillón en donde me había acomodado. No era tan pesado tener guardaespaldas como me lo imaginaba.

- No, gracias – dijo uno de ellos amablemente, forzando una cómica sonrisa y para luego volver a su posición rígida.

- ¿Una galleta? – pregunté con afán de hacer el ambiente más divertido.

- Mmm… eso tal vez sí – bromeó, causándome la primer sonrisa del día – Alex Urie, para servirle –

- Daiana Ruzzo, para servirle también, en lo poco que puedo.

- Ja, no se preocupe por eso, sólo avísenos cuando algo le moleste.

- Así será – conteste en forma dulce. Cruzar palabras con alguien, por lo menos engañaba a mi alma a no sentirse sola. La temible conclusión a la que estaba llegando se confirmaba por si sola; de alguien dependía mi felicidad, Danny.



( Elisa )


Caminé hasta toparme con la puerta que tenía señalado el nombre `` Sala Principal ´´ en letras blancas. Abrí la puerta con seguridad.

- Oh, Elisa, esperaba que tocaras antes de entrar – dijo junto a una risa fingida mientras se quitaba los anteojos.

- Lo siento.

- No hay cuidado – chasqueó la boca – Al fin tenemos confianza ¿No? –

- Sí, eso creo Steph – mentí mientras observaba como en pocos segundos mi jefa se levantaba de la silla de su escritorio y se plantaba justo enfrente de mí.

- Me ha contado Monic que te portaste negativa con la propuesta para aumentar las ventas en la revista.

- Correcto – dije guardando la calma.

- Bueno Elisa, se que es complicado que en la revista en la que participas, el nombre de tu mejor amiga sea arruinado o envidiado por millones de fans.

- Stephenie, es una ex empleada de este lugar, Intense Magazine, IM, no considero justo que le hagamos esto; ella perdió hasta su empleo por un suceso erróneo.

- Elisa, tu y ella son pequeñinas, deben comprender que así es la vida – levantó los hombros y se giró en un movimiento rápido, dándome la espalda y volviendo a su escritorio.

- Ni siquiera es verdad, Daiana no establece una relación con Georg Listing – me adentré en la sala, haciendo fricción con mis tacones contra la alfombra.

- Hey Elis jaja – se mofó, mientras su sonrisa le causaba unas pequeñas arrugas en las puntas de los ojos - ¿Y eso como lo sabes? ¿Acaso estuviste ahí, en ese momento? –

- Sí – admití descargando mi furia, y un instante después arrepentida por mi declaración.

- ¿Sí? – Stephenie volvió a levantarse de su asiento, para luego agregarle más arrugas a su rostro cuando se tornó seria.

- Sólo bromeaba – traté de reparar. Prometí a Daiana que no perdería el trabajo, tenía que cumplir a mis palabras.

- Que así sea Elisa – dirigió la mirada hacia el ventanal que le quedaba detrás – Y por tu conveniencia, quiero una redacción acerca del dichoso suceso para hoy en la tarde, escrita por…. – se quedó callada un segundo, mientras analizaba en su cabeza varios nombres de sus empleados – Por ti, que sea escrita por ti.

Demonios, fue lo que se me vino a la mente.

- Ya puedes irte, tienes trabajo que hacer s-e-ñ-o-r-i-t-a – me ordenó señalando la puerta. Arrastré mis pies hasta la salida.

Con la rabia escapándome por las orejas, me dirigí hacia mi lugar, y comencé a escribir las líneas dolorosas, que consumían el espacio blanco de la pantalla. No podía, simplemente no podía escribir el rumor que destrozaba la vida de Daiana. Por cada tecla apretada, una lágrima se deslizaba a través de mi mejilla. Un escrito que cambiaría nuestra amistad por completo en el momento que fuera publicado.

No podía quedarme de brazos cruzados.

Después de unos minutos, con el apuntador de la computadora parpadeando, ansioso por comer más de las palabras que transmitirían mi miseria, ideé un plan. ¿Qué tal si el rumor, cambiaba la forma de leerse, escucharse y captarse? No le haría daño a nadie. Sólo era el mismo rumor, visto desde una forma… diferente.


Hola Hola Corazónes! ^^ 
Mil disculpas por no brindarles 2 capítulos, pero la semana pasada fue bastante agitada.
Ya aquí está el capítulo de mañana con un día de antisipación debido que mañana se me complica publicar (:

Recuerden que la visualización on-line de los personajes está en deuda, es en lo que trabajo.

Bezzuquitos humanoides <3



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domingo, 15 de noviembre de 2009

Cap. 19 < En la sombra del día >








[Capítulo anterior: Saqué una botella y me senté en el minibar, encendí un cigarro. Los secos tragos de ron y las áridas bocanadas de humo me impulsaron a seguir adelante sobre un camino que por poco abandono para, como de costumbre, hacer trizas los endebles hilos de mis alas.]


- ¿Todo en orden por allá? – preguntó desde el otro lado del teléfono.

- Todo en orden – respondí con amabilidad, mintiendo a la vez.

- Poco a poco, hombres altos con cara de matones invadirán tu departamento, pero es para tu bien; los fans ya han investigado sobre ti, y para ser sincero, no eres muy de su agrado – la voz de David Jost trató de sonar divertida, pero estoy segura de que la situación no le dejó de preocupar.

- Esta bien, puedo acostumbrarme David, no hay problema alguno – dije amena.

- Perfecto, si algo te incomoda o existen dificultades, házmelo saber – me imaginé su amable y protectora actitud – Por cierto… - interrumpió curioso - ¿Has visto a los chicos últimamente? -

- Eh…

- Oh disculpa, pude haber sonado chismoso, es sólo que no los he contactado y tengo varias ideas en mente, pues después del último álbum su ausencia en el mundo artístico esta causando una gran inquietud – repuso su pregunta para no sonar entro metedor. No supe que contestar, no quería dar explicaciones de la noche anterior, ni siquiera se me apetecía recordar.

- No, no los he visto desde la ultima vez en el estudio ¿recuerdas? – mentí.

- Sí, me acuerdo bien, aunque la reunión aquella no fue de mucho provecho, si nos volvemos a reunir prometo no sacar ni una gota de alcohol más ja – dijo con humor.

- Dale.

- Bueno Daiana, tengo que contactar a los chicos, sus vacaciones ya han durado aproximadamente como cinco años o más, es hora de ponerlos a trabajar, ¡bola de flojos! – rió y lo acompañé – Lo vuelvo a repetir, si algo se sale de control, llámame, creo que te he tomado un cariño especial y no dejaría que algún fan desatado te hiciera daño –

- Jost, gracias, tu cariño es igualmente correspondido, estamos en contacto; ba-bye – apreté el botón rojo del teléfono inalámbrico.

No era tarde aún, en realidad ni siquiera pude pegar los párpados en toda la noche. Sólo puedo definir los sucesos de una manera drástica: Un pleito, Un intento de suicidio, Una reconciliación, Un sueño profundo, Unas visitas inesperadas, Un extremo nerviosismo y Un abandono fatal.

Pensándolo a fondo, Georg no tenía una causa fija por la cual molestarse de tal forma. No era nada mío. No era mi novio, ni siquiera estaba segura de que fuera mi amigo. Tal vez entre él y yo sólo existieron aquellas pequeñas aventurillas de besuqueos y demás, pero he ahí el límite. Sobre él no sabía mucho, es más, sólo tenía una mínima idea de quien era. Me agradaba su música, el ambiente que lo rodea, pero ese no es el asunto, no tenía la más mínima remota idea de quien diablos es Georg Listing, y por lo visto, el tampoco sabía nada de mi, ni se notaba interesado en averiguarlo.

Comenzaba a extrañar mi vieja vida…



- ¡Constantine! ¿Dónde has dejado mi bolso? – preguntaba ella, desesperada hurgando entre uno de mis cajones.

- ¡Hey! Te he dicho que no metas manos entre MIS cosas – corrí hacía ella con nerviosismo y jaloné de sus brazos para intentar apartarla.

- Oye, compartimos recámara por si lo recuerdas, y también compartimos nuestras cosas, pero hazme el favor de darme mi bolso Chanel y todo será feliz para ti – decía divertida mientras batallábamos por el cajón.

- ¡No! Deja ahí y te lo doy – me encontraba sumamente nerviosa, en aquel cuarto en donde el rosa era el color predominante.

- Iré a la opera en diez minutos ¡Quiero mi bolso ya! De no ser así me perderé del espectáculo – hecho su cabello para atrás, su hermosa cabellera. A pesar de ser de la misma sangre, no teníamos casi ningún parecido en lo físico.

- Eww ¡Ópera! Si no te doy tu bolso te estaré haciendo un favor – me burlé sacando la lengua en símbolo de repugnancia.

- ¡Daiana Constanza Ruzzo! Seguiré hurgando entre tus cosas ya que mi bolso aún no está en mis manos – se quejó haciendo una especie de berrinche el cual me causó una tremenda carcajada – Bien, luego tendrás que asumir las consecuencias ¿eh? –

- ¡Ay aha! – dije con sarcasmo y burla, pero en juego. Le arranqué las manos del cajón, pero no tardó ni un segundo en volverlas a introducir.

- Mmm… a mi se me hace que hay algo por aquí – cantó.

- Eh no se a que te refieres – las manos comenzaban a sudarme - ¡Ya! Apártate y te daré tu bolsa –

- Demasiado tarde, esto se torna divertido – gritó levantando una ceja y esculcando con velocidad.

- ¡No, ya! En verdad ya – lloriqueé y corrí hacia el otro lado de la habitación donde saqué el dichoso bolso – Mira, aquí esta tu bebé Chanel, ahora apártate de ahí –

- Muy tarde – volvió a cantar divertida, hasta que se detuvo, el silencio reinó - ¡Oh dios mío! Constantine… podrías explicarme que hace esto ¡¿aquí?! – sacó entré carcajadas el pequeño sobre plateado de plástico.

- ¡Oye! Te dije que no te intrometieras en mis cajones – reí junto a ella, arrebatándole de la mano el pequeño artefacto.

- Aparte es texturizado y con sabor a fresa… ¡Oh dios! Tengo una hermana precoz jajaja – me picó la panza mientras mis mejillas se coloreaban.

- Tenía una caja entera, pero, pues.... – bromeé.

- ¡Perra! Jajaja – rió ya con lágrimas en los ojos y con las manos en el abdomen mientras tomaba su bolso, aquel bolso Chanel y se dirigía entre risas hacia la puerta…



En definitiva, extrañaba mi vieja vida.

Tomé una ducha para despejar mis ideas y después de eso me envolví en una toalla. Creé un lindo conjunto para el día, conformado por una diminuta falda de mezclilla descocida en el borde, una camisa blanca tipo polo de manga corta con la figurilla de la marca en rosa pastel, y unos Converse All Star blancos por igual.

Maquillé en tonos naturales mi rostro y el toque final fueron unos aretes, apenas unos diminutos destellitos blancos.

Me apuré en salir del departamento, comenzaba atormentarme la idea de quedarme ahí toda una tarde con los recuerdos de la noche anterior. Bajé por el elevador con delicadeza, saludando al portero y luego tratando de parar algún taxi vacío.

- Buenas tardes – me saludó el taxista echando una pervertida mirada por el retrovisor.

- Buenas… - contesté sin mucha importancia y el automóvil comenzó a avanzar.

Las personas y edificios en el exterior se difuminaban por el movimiento del auto, y el viento se colaba por la ventana del conductor, alborotando mis cabellos. El taxista prendió la radio, y subió el volumen con potencia. Una canción de letra absurda y egocéntrica sonaba al fondo para mi fortuna, hasta que cambió de ritmo y comenzó una nueva melodía. Dogs Unleashed ahora se lucía a través del transmisor. La canción fue interrumpida por la voz del locutor:

`` Y ahora la euforia Tokio Hotelera aumenta después de la casi eterna ausencia de los Tokio cuando uno de los integrantes del grupo Georg Listing fue visto con su supuesta novia, una bella chica llamada Daiana Constanza Ruzzo, ex empleada de la revista Intense Magazine, en el After Party de los MTV Music Awards, en posiciones muy comprometedoras, y por lo visto no fue una aventura pasajera, ¡No! Se les ha visto ya en varias ocasiones juntos, así ¿Qué podemos esperar de Tokio Hotel cuando dejan a los fans ansiosos por algún romance? Hasta la fecha no se sabe si los otros integrantes de la banda tienen alguien que les corresponda el cariñ…

- Basura – murmuré para mi misma. El taxista que no dejó pasar ni un movimiento mío, se dio cuenta de mi molestia por el tan `` cultural ´´ informe y apagó la radio. Ni un segundo en paz.

- Eh chica, no quiero alarmarla, pero creo que nos vienen siguiendo – dijo el después de un rato, pasando su mirada a un espejo lateral. Me giré un poco para observar; en efectivo nos iban siguiendo, las camionetas negras ya un poco familiares para mi, recordé las palabras de Jost.

- Esta bien, vienen conmigo – suspiré, ahora imaginando que tener una especie de guardaespaldas me iba a resultar pesado.

- Vaya, a una mujer como tú si que se le debe cuidar – trató de elogiarme, hice caso omiso.

Todo comenzaba a revolverme el estómago.



( Bill )

- Hey Thomas, Jost llamó – grité desde la estancia hacia mi hermano, escuché sus pasos pesados acercarse rápido.

- ¿Y? ¿Qué te dijo el viejo? – preguntó levantando los hombros y acomodándose la amplia sudadera.

- Tiene ideas en mente.

- ¿Trabajar?

- Así es hermano, los fans ya están desesperados.

- Pero si acabamos de sacar el nuevo álbum – se quejó.

- ¿Cuál? ¿Humanoid? – Pregunté – Si muy nuevo, nuevo de hace cinco años – dije con sarcasmo, y dándole una palmada en el hombro.

- Rayos – se plasmó una de sus manos en la frente – El tiempo si que pasa volando –

- Sí; pero para tu fortuna, tu hermanito precioso se ha inspirado y ya ha sacado algunas letras – sonreí orgulloso de mi mismo.

- ¿Y…

- ¿Cómo que `` y ´´ Tom? Ahora te toca a ti hacer tu parte… - lo regañé con un tono maternal.

- La música – sonrío – También he sacado algunos ritmos ya, tal vez alguno que otro pueden cuadrar con tus letras –

- Exacto, a veces tienes buenos ritmos, solos y acompañamientos – admití esparciendo una sonrisa.

- Hey hermano, ¿A veces? – dijo con modestia.

- Sí a veces – dije, cortando su clásico ego hasta por los cielos – Luego se te ocurren puras mierdas – reí.

- Calla Bill – dijo tratando de ponerse serio, pero la risa le brotaba entre los dientes.

- Ja, me ha informado Jost que ya contactó a Dave Roth y a Pat Benzner para que comencemos a producir material –

- Bueno, de eso se encarga el buen Jost, el trae a casa todo el equipo de siempre – Tom hizo un gesto de despreocupación y se dejó caer en uno de los puff alado del televisor.

- Sí, no es el equipo el que me preocupa…- torcí los labios – No creo que todos tengan ánimos de trabajar –

Tom me observó confundido mientras abría una lata de cerveza y me arrojaba otra…

- Hagen – respondió la ligera adivinanza.

- Así es, supongo que esta realmente mal por las escenitas de ayer.

- Oh vamos, es Georg, el siempre esta dispuesto a trabajar; llega tarde o con resaca, pero siempre tiene ánimos – Tom le dio un trago a la lata y encendió la TV.

- Pero anoche se le notaba furioso – le arrebaté el control, tratando de buscar algo bueno que ver.

- En todo caso, no tiene que ponerse así, para él Daiana fue o es una especie de juego.

- ¡Hey Tom! ¿Cómo puedes decir algo así de una chica? – ignoré las imágenes de la tele por unos momentos y me le quedé viendo.

- Yo digo las cosas como son; ahora cambia de canal, no quiero ver ese programa pagado para reducir de peso.

- Tom… ¿que carajos importa el programa pagado ahora? Son chicas, no cosas.

- Y ahí vamos con el mismo discurso de siempre – torció los ojos.

- No, no es lo mismo de siempre, ¿Cuándo entenderás que ellas sienten?

- Eso lo entiendo, sólo soy diferente a ti, a mi me gusta divertirme.

- Demonios Tom, ¿Qué no te puedes divertir con la misma chica, y no cambiarla como si fuera ropa vieja? – Apagué el televisor para que Tom dejara de esquivar mi mirada.

- Oye relájate ¿Sí? – volteó a verme.

- No me digas que esas son tus intenciones con todas las chicas, no me digas que esas son tus intenciones con Atziri… - le advertí.

- Hey, mucha información a la vez, relájate en verdad… - me quitó el control y volvió a encender el aparato, eligió una serie conocida, y nuestras miradas se sumergieron en las imágenes, para no cruzar palabras en un buen rato.



( Daiana )

- Son 40 euros – me dijo el taxista, cuando llegué a mi destino. El café de siempre.

- Gracias, quédate con el cambio – le dije, sonando como un presuntuoso protagonista de película, y es que en ese momento hacer cuentas no era algo que ansiara.

- Vaya, buen día chica – sentí su acosadora mirada por detrás cuando bajé del coche.

Caminé hacia el café, y empujé la puerta de cristal con fuerza, haciendo que el olor de grano recién molido y la vainilla entrara por mi nariz. Me senté en uno de los sillones beige y contemplé mí alrededor.

Llamé a Elisa, necesitaba verla, desahogarme junto a ella, pero se encontraba en el trabajo. Lo mismo sucedió con Atziri. Marqué varios números en mi celular, pero ninguno de sus dueños dispuestos a verme, el tiempo no les alcanzaba.

Decidí marcar el número que hace años no tecleaba, el de ella. Con esperanza aguardé a los pitidos de espera, pero después de seis de ellos, el buzón aterrizó. Di un suspiro, uno de esos profundos. Extrañaba su voz. Extrañaba su compañía, extrañaba la vieja vida.

Por primera vez, ahí en la sombra del día, me sentía realmente sola…


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domingo, 8 de noviembre de 2009

Cap. 18 < Los asuntos que surgen >







[Capítulo anterior: No creo que Daiana este en peligro, seguro dejó abierto el ventanal abierto por equivocación, un simple error que ha todos les puede suceder. No creo que Dai este en peligro, no, no creo…]



(Georg)


- Que envidia al auto de Tom en estos momentos – dije y reí sólo, tratando de poner más velocidad a mi máquina.

Un cuanto de tránsito y alguno que otro peatón estorbando en mi camino, por fin llegué al edificio.

En lo evidente, los gemelos Kaulitz tenían razón. La situación ahí era inquietante. Una gran masa de personas se atiborraba en la entrada y debajo de la fachada de la construcción para tener una panorámica vista del suceso. Desde el piso de Daiana se apreciaba un gran desorden dentro, pero el ventanal ya estaba cerrado.

Bajé del auto, con cierta preocupación. Los rostros que me rodeaban permanecían con expresiones de sorpresa y… ¿terror?

Varios policías comenzaron a llegar, una vez así se comunicaron uno al otro por walkie-tokie. Patrullas y hasta ambulancias también llegaron a escena.

Bien, para esas alturas mi estomago ya estaba más arriba de mi garganta.

Vaya, siempre me habían preocupado mis amigos, mis amigas también; este caso era especial. Daiana era para mi, inalcanzable. Una de esas personas que tienes que tocarlas para comprobar que son reales, y no lo digo en un punto centrado a lo físico, pues su manera de pensar me enloquecía.

No le podía haber pasado algo, no.

- Hey guy, ¿Qué pasa aquí? – Tom me hizo dar un pequeño salto cuando me tocó el hombro para reclamar atención.

- Hola men, aún no se nada, los estaba esperando – concluí mientras me acercaba a un oficial para pedir informes. Bill hizo un gesto de molestia y me jaló por un brazo.

- Maldición, tu damisela en apuros esta en su departamento y tu apenas preguntando que es lo que ocurre – Bill posó sus manos en la frente deslizándose hasta el cuello en un gesto de desesperación.

- ¡Ouh! Hagen, no servirías como príncipe salvador – Tom río un poco a pesar del espeso ambiente.

- Ahora no, vine a verla con la intención de un amigo, estoy angustiado ¿sí? – dije, mientras Tom y Bill giraban los ojos negando mis palabras.

- ¿Intención de un amigo? Ay por favor, eso ni Schäfer te lo cree – Tom dijo, gritó más bien, pues el sonido de las autoridades y los chismosos privaban de una amena platica.

- Men, sabes que somos amigos – solté sin sonar grosero – Daiana y yo somos amigos – sonaba duro decirlo, pero era cierto - Ahora ayúdenme con el ``poli´´ para que escupa información –

Nos acercamos entre la multitud, con anteojos y gorra claro. El momento seria lo doble de estresante con miles de fans ansiosos por una firma, rasguños, golpes, tirones en el cabello, entre un sin fin de actividades que puede el fanatismo puede invocar.

Observé una gorra y un uniforme caqui entre todas las cabezas, no dudamos en acercarnos…

- Eh, buenas tardes.

- Buenas tardes ¿Qué se le ofrece joven? – respondió aquel hombre canoso, con su uniforme de oficial.

- Contacto con la dueña del departamento de donde supuestamente el caos proviene, podría ser tan amable de proporcionarme información sobre lo que esta ocurriendo ¿cierto? – dije dando la máxima amabilidad que mi cara podía proporcionar. Me sorprendí de mis propias palabras al igual que los gemelos lo hicieron.

- ¿Por qué debería hacerlo? ¿Acaso es usted algún familiar o algo que se le parezca? – el policía se enderezó en una posición retadora, sacando todo su ancho abdomen.

- Pues… eh… no, pero… - Tom me dio un golpe debido a mi poca hábil respuesta.

- No, pero, es su novio – reparó Bill mintiendo a la vez. Siendo sincero, la frase y la palabra ``novio ´´ me exaltó.

Ya tanta suerte tuvieras Listing, pensé.

Noté la celosa mirada del policía, y después de tomar aire, aceptó contestar.

- Cuando llegué, el ventanal estaba abierto, muy raro para un clima así; por lo mismo me llamó la atención. Al voltear vi a un cuerpo al borde de la orilla, dispuesto a avanzar aún más – el oficial se acomodó la gorra y continúo sus llamadas por el radiolocutor.

Fue ese el momento en donde era difícil tomar una desición…

Gritar, llorar, correr, subir, hablar. Eso no importaba.

- Quiere decir que Daiana… - dijo Tom asimilando las palabras del policía.

- Daiana quiso acabar con su estancia en este lugar – dijo Bill, entre tono de pregunta y una frase neutra.

- Eso no, no es posible – di una sarcástica sonrisa. Volteamos al vernos los tres, y `` telepáticamente ´´ tomamos la misma decisión. Correr como desaforados hacia su ubicación.

Una vez adentro el portero quiso detenernos, pero no lo logró. Pedimos el elevador pulsando el botón de una manera histérica. Sin darme mucha cuenta, nos encontrábamos ya adentro de esa bella casa, la puerta estaba entrecerrada…

- ¿Daiana… - pregunté entrando con cuidado mientras Bill y Tom también lo hacían.


(Danny)

Era mágico volver a tener el alma perdida que tomaba todos mis anhelos para convertirse en el mayor de ellos entre mis brazos.

Dormía como un ángel en mi regazo, con calma, como si nada hubiera ocurrido…

- ¿Daiana? – escuché una voz cerca del recibidor. Preguntaban por ella, y no precisamente era una de sus amigas, pues la tonalidad de la voz era lo bastante grave como para una chica.

Constance movió un cuanto su cabeza entre sueños al escuchar su nombre.

- Shhh shhh shhh – la acorruqué – Tú duerme princesa.

- ¿Quién anda ahí? – ahora era otra voz, pero aún muy grave.

Los mejores momentos son los que duran más poco, pensé mientras apoyaba la cabeza de Const contra el sillón, y después dejé todo su cuerpo con cuidado.

Y dale que soy idiota, me dije a mi mismo mientras me levantaba, observé todo el desastre que en su casa perfectamente ordenada yo había causado. Recordé la escena de un par de horas antes.

- ¿Daia…

- ¿Qué? – interrumpí a la voz, mientras me enderezaba por completo, y luego asumía la imágenes que mis ojos recibían.

Quedaron pasmados al verme.

- ¿Dónde está? – me preguntó aquel, al cual yo recordaba como Georg.

- Hey… tranquilo – dije. El ambiente destinaba tenso.

- ¡¿Qué rayos?! – preguntó el segundo, chico alto con una perforación en el labio y trenzas en negro pegadas al cráneo, según recuerdo Tom Kaulitz. Ambos lucían confundidos al igual que el tercero, el otro hermano Kaulitz, Bill.

- Georg… ¿Seguro que este es el apartamento correcto? – preguntó Bill por lo bajo, con paranoia. Los tres ahora me miraron apenados.

- Discúlpanos brother, buscábamos el departamento de una de tus vecinas, y creo que nos hemos equivocado – Georg me estrechó el brazo y yo lo hice también, agitamos las manos.

- Sí, entonces… ¿sabes cual es el departamento de Constanza Daiana Ruzzo? – preguntó Georg un segundo después, con prisa.

- Sí – me quedé callado, mientras ellos esperaban la respuesta.

- ¿Y bien? – preguntó Tom, exaltado.

- eh... mhm – la voz modorra de Daiana se escuchó al fondo. Llamó la atención de los tres pares de ojos. Poco a poco su esbelto cuerpo se asomó por el sillón, talló sus ojos tal y como una niña pequeña, los cuales se abrieron como platos al observar su inesperada visita.

- Creo que eso resuelve nuestra pregunta – Georg dijo, con una furia que salía hasta de sus orejas.

- Oh mira ¡que sorpresa! – contestó Constance con nerviosismo y aún soñolienta – Estas si que son visitas inesperadas –

- Mucho gusto, Danny Rowman – saludé de una manera cordial, apenas agitando la mano, mientras notaba como los nervios se apoderaban de Daiana, se apoderaban de todo su cuerpo, todo.


(Daiana)

- Mucho gusto – respondieron mis tres visitas a unísono. La hipocresía en su máximo esplendor.

Quería salir corriendo, irme de ahí, huir de la situación que me resultaba tan estresante, tanto que me revolvía el estómago.

Tom se recargó en una columna, lucía decepcionado. Bill permaneció inerte en su lugar, girando los ojos de persona a persona, con una terrible confusión y curiosidad. Danny se mordía los labios con delicadeza y deslizaba la mirada por el piso de madera; y Georg… no me atreví a mirar a Georg.

Era un exceso de datos, información y estrés en mi mente por un día.

- Sólo vinimos a confirmar que no habías perdido la cordura… por completo – sentí los ojos de Georg posarse en mi, destacó el `` por completo ´´ levantando ligeramente la barbilla hacia Danny.

- No se a que te refieres – respondí seria fingiendo un bostezo.

- Lo que pasa es que… hay un gran alboroto de gente debajo de tu edificio, nos preocupaste – me dijo Bill con ternura – Tu ventanal estaba abierto cuando Tom y yo pasamos por aquí… -

Sentí la tensión del cuerpo de Danny, que se encontraba a un lado mió.

- Un policía nos dijo que alguien intentó arrojarse – Tom se despojó de la gorra y me miró de una forma que hasta llego a intimidarme.

- ¡Bah! La mentira - Danny actuó con naturalidad, incluso de una forma feliz – Eh chicos, sólo quería tomar un poco de aire, Daiana me dio permiso de abrir ese gigantesco vidrio, para observar de una mejor forma su vista urbana –

- Sí, es una linda vista – confirmó Georg, cruzamos miradas. Una ira sorprendente abarcaba su iris.

- Bueno Dai, entonces creo que ya no hay preocupaciones – dijo Bill risueño tratando de bajar la tensión del lugar.

- Exacto, ya no tenemos nada que hacer aquí, nos vemos Daiana – de un momento a otro Georg ya me daba la espalda y caminaba hacia el elevador, los Kaulitz lo siguieron. Vi su imagen desvanecerse por las puertas, que bajaron enseguida.

Sentí un atemorizante vacío en la garganta.

- Me largo de aquí también – respondió Danny, tomando su camisa y poniéndosela mientras tomaba las escaleras de emergencia, no quiso esperar más.

- Genial – pensé mientras me sumergía en una profunda soledad.

Saqué una botella y me senté en el minibar, encendí un cigarro. Los secos tragos de ron y las áridas bocanadas de humo me impulsaron a seguir adelante sobre un camino que por poco abandono para, como de costumbre, hacer trizas los endebles hilos de mis alas.


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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cap. 17 < ¿Cómo llegamos a esto? >

[Capítulo anterior: Perdí el presente entre los deja vu enterrados en los más escondidos rincones de mi memoria, dejé a Danny en la mesa alumbrada por el ventanal sin saber nada más de el aquella noche…]


Me sentí orgullosa de mi misma cuando contemplé que pude dormir toda la noche sin ninguna interrupción.

Con pasos endebles me levanté del colchón al primer rastro de luz que se colaba entre la pesada cortina de mi habitación. Eché un vistazo al reloj-despertador que yacía en el buró. Los números parpadeantes indicaban las 10:57 am.
Me hizo titiritar una fría ráfaga de viento que se penetraba entre el diminuto hueco que hacía la puerta con el piso. Tomé una bata del armario, y envolví en ella todo lo que puede de mi cuerpo.

Al acercarme unos cuantos pasos a mi ventana, empujé débilmente la tela de la cortina para observar lo que ella ocultaba. Un siniestro amanecer. Se aproximaba un día nublado y lluvioso.

Segundos después me encontraba sentada en el diminuto banco del hermoso tocador de caoba, aquel que me había acompañado desde mi niñez, contemplando la imagen que el espejo reflejaba. Palpé la textura de mi cara, cepillé mi cabello, retoqué el esmalte de mis uñas, limpié la superficie del mueble, incluso hice algunas cómicas muecas… todo lo posible para perder tiempo.

Hey ¿Qué haces? De todas maneras algún día tendrás que salir de este cuarto. Me decía mi subconsciente.

¿Y que tal si no? Me auto contesté.

Daiana Constanza, ¿Acaso huyes de el? Piensas hacer tiempo aquí, así el chico que seguramente está afuera de tu habitación esperándote, llegue a la desesperanza y se marche. Esa voz dentro de mí volvió a responder.

- Tal vez – ahora dije en voz alta mientras soltaba un suspiro. En lo factible, sólo estaba actuando como boba e indiferente, pero por dentro la angustia me carcomía.

Sin volver a tocar el tema, saqué mi portátil de una de las compuertas de mi secreter. La encendí mientras me tumbaba a la cama y acomodaba las almohadas para encima recargar parte de mi cuerpo. Una vez que los programas se cargaron y el proceso de encendido fue finalizado, no realice nada relevante. Hice un chequeo a mi bandeja de entrada del correo electrónico, cadenas sin importancia y avisos de páginas Web ganaron mi ignorancia. Mientras clickeaba en el botón `` siguiente ´´ continuamente algo por fin hizo detenerme.

Y cuando te harás digna de presentarte por acá de nuevo eh? Niña, años sin verte y hablando en el sentido literal! Puedes creerlo! Somos de la misma sangre y tú vives ahora en Alemania. Todo parece patético conejita! Desespero por verte… otra vez después de este largo lapso de tiempo ausente.


Se te odia por tu ausencia condenadita.
M.


Un milagro surgió una sonrisa a pesar de los tragos amargos del momento. Ese correo despertó en mi memoria miles de recuerdos, que recorrieron mi mente en un segundo, como cegadores flashes. Sin pensarlo más de un segundo, mis ya dedos bailaban por el teclado de la máquina a extrema velocidad.


Corazón, pero yo debería ser la enfadada!
Prometiste escribirme diario… y ni una letra recibí.
Traté de no verme desesperada, fue por eso que fui paciente varios meses, pero un día me dio un ataque de ansias por saber nuevas de ti. Miles de correos a tu bandeja mandé, pero ninguno fue correspondido.
Temía que algo te hubiera pasado! O que simplemente hubieras cambiado tu dirección de correo; no sabes lo feliz que me has hecho con ese corto mensajito. Después de tanto drama en mi vida, algo bueno tenía que haber.

Haber si la genial idea de escribirme pasa más seguido por tu perfecta cabeza baby.



D.

Estaba dispuesta a quedarme todo el día frente al monitor para esperar una respuesta, cuando mi idea fue eliminada.

La ráfaga de viento que se entrometía por los huecos de la puerta no había cesado, al contrario, aumentó su fuerza e intensidad de una manera impresionante. El sonido de esta se convirtió en un fino silbido al rebotar con los muebles. Me heló los huesos y secó mis ojos. Escuché romperse varios objetos, todo el suceso provenía desde la sala de estar.

- ¡¿Qué rayos?! – grité con dificultad, el sonido del viento ahora era ensordecedor y la fuerza del mismo me impedía avanzar.

Todo figuraba una película de ciencia ficción o una pesadilla agobiante.

Cuando me levanté por completo de la base de la cama, troté hacia la puerta y de la perilla me detuve, así posando mis 52 kilos sobre ella, logré girarla y salí disparada de la habitación.

Giré mi mirada del pulido piso de madera, para poder descifrar lo que causaba el `` tornado ´´ dentro de mi departamento. El piso, luego la mesa, el florero roto, papeles que volaban con libertad cerca de mi perímetro, varios pedazos de cristal cerca de mi perímetro y luego… luego, la aterradora imagen.

- ¡DANNY! – grité con todas mis fuerzas. Corrí hacia su silueta. Su camisa desabotonada se expandía hacia atrás igual que su oscuro cabello debido a los aires de la prematura tormenta.

La escena consistía básicamente en el ventanal de 10 x 5 metros completamente abierto y el cuerpo de Danny a un paso de distancia del vacío.

Corrí a gran velocidad hacia el y jalé su cuerpo bruscamente dentro de la construcción, limitando sus posibilidades de suicidio. Caíamos en seco juntos contra la madera del suelo, el impacto se hizo sonoro pero fue a lo que menos le dimos importancia en el crítico momento. El ventanal seguía emitiendo el rugido que el ruido urbano y el de la tormenta creaban, y el viento jalaba papeles y objetos hacia el paisaje que metros abajo terminaban en una banqueta de concreto. No me molesté en encargarme de ello. Una punzada enorme sentí en la cabeza, fue tanto el dolor que ni siquiera pude quejarme.

Cerré mis ojos con lentitud, noté que inconcientemente él me hacía coro. Fue el momento en que mi cerebro volvió a trabajar con `` normalidad ´´ después del desplante de adrenalina.

Traté de asimilar lo que hace menos de diez segundos había sucedido, pero no pude.

¿Qué fue eso? ¿Qué estupidez fue todo eso? Me pregunté en voz muda, pero a gritos tratando de encontrar una explicación, una razón.

- Yo… yo solo quería tomar un poco de aire fresco – tartamudeo, como si me hubiera leído el pensamiento.

Me quedé callada por más de cinco minutos.

- No nací ayer, se muy bien que es un auto homicidio – dije apenas despegando los labios, la garganta me ardía a un nivel que parecían llamas adentro de mi. El viento seguía desfilando a través del ventanal abierto y elementos de mi casa se sentían atraídos por aquella fuerza brutal de la tormenta.

- Daiana, yo… yo … yo solo... .

- Tú solo qué? – dije aún con los ojos cerrados y sin expresión en la tonalidad de mi voz.

- No lo se – se rindió.

Al poder despegar los párpados noté que mi departamento estaba siendo destruido, y decidí actuar. Me paré con dificultad y trate de empujar las partes del ventanal con rapidez, para que embonaran. Pesaban demasiado, y me estado psicológico era más débil que mi físico en aquellos momentos. Logré poner en su lugar dos piezas, y me di por vencida, dejándome caer a un costado de la mesa.

Sin estar muy conciente de la situación y llevándome una gran sorpresa, mis mejillas fueron quemadas por la temperatura, de ahora, mis recientes lágrimas.

- Dai… - Danny se notaba tan confundido, tratando de encontrar una solución a lo que él mismo había originado. Escuché un `` clac ´´ y giré la mirada para comprobar que él había terminado con la tarea del ventanal. El ruido paró, pero la incertidumbre y el temor permanecieron.

- Princesa – se inclinó y me tomó en brazos, como a una pequeña niña soñolienta que se queda dormida viendo el televisor. Comencé a berrear ahora, en su regazo.

No sabía si alejarme o consolarme de el.

Me llevó hasta el sillón, y se sentó guardando la misma posición. Yo acorrucada en su regazo, esparciendo mares. ¿Acaso era yo la que debía llorar?

- No llores por mis estupideces, no sufras por mi cobardía – me susurró al oído mientras una mano suya se deslizaba por mis húmedos pómulos – Guarda tus perfectos cristalitos de lagrimas por algo que no sea una mierda como esto Constance – me besó con delicadeza el medio de mi frente – Es sólo que ya estoy harto de vivir huyendo, de vivir con una culpabilidad enorme, tragándome la idea que las autoridades me entierran en los sesos, `` soy un criminal ´´ -

Permanecí escuchando, con ojos empañados y un ligero hipo, que a no ser por el momento, hubiera sido tierno y hasta gracioso.

- Oh Constance – me observó con ternura – Soy un monstruo, cariño – enrredé mis manos sobré su cuello y recargué mi cabeza en su pecho. Pude sentir su agitada palpitación. La adrenalina bajó y sus efectos secundarios comenzaron hacerse presentes, un terrible cansancio me ganó.

- Duerme – me dijo cuando notó que luchaba contra mis propios párpados y me dio un calido beso. Sólo un rosee de labios. Sólo un ligero rosee que me provocó una oleada de profundos sentimientos…



(Tom)

En la avenida ya se causaba un gran desorden, de inmediato active el teléfono de mi auto y marqué a Hagen.

- Hey Hobit – saludé de prisa.

- Hey Men ¿Qué pasa? – respondió divertido.

- Estoy dentro de mi bebé, salí a pasear un rato con Bill y pasamos justo en la calle de Daiana – no quería preocuparlo, pero mi objetivo no fue logrado.

- Daiana, entiendo – confirmó, pude imaginarme su cara seria del otro lado del teléfono - ¿Qué pasa ahí? –

- Será mejor que nos acompañes a echar un vistazo, no sabemos que rayos pasa dentro de su departamento – Bill se entrometió en la llamada poniendo el altavoz, le di un golpecillo por eso.

- Oigan Gemelitos, más les vale que no estén jugando, con Daiana no se juega – me causó risa la forma en que la defendió.

- Uy… que bien defiendes a tu chica brother – me reí mientras Bill me soltaba un codazo, pero escondía su risa entre dientes.

- Oye, no adelantes las cosas, Dai aún no es mi chica – pude notar que Georg incluso también reía.

- ``Aún ´´ tu lo has dicho Hagen – dijo mi hermano apoyando la causa.

- ``Aún´´ y `` Nunca ´´ ¡Quien te va querer con la santa cara de deforme que cargas Listing! – ahora bromeé.

- Oigan Oigan, esto ya se desvió – contestó irritado, a lo cual nosotros nos carcajeamos; era divertido hacerlo riñear - ¿Qué pasa en la casa de ella? –

- No lo se, hay una gran multitud de morbosos espiando desde la banqueta, y se puede apreciar como los ventanales estaban abiertos, por lo mismo las cosas de su departamento salen volando. Dudo que alguien quiera dejar un ventanal gigante abierto en medio de una tormenta – Bill puso un gesto simpático de preocupación.

- Pues… ella deja la puerta principal abierta ¿Por qué no el ventanal? – me burlé recordando lo de hace un día atrás.

- Vele bajando e Thomas… adelántense, los alcanzo allá en un segundo – el sonido de fin de llamada entonó y me concentré en el camino. Tomé un retorno y nos dirigimos de nuevo a el edificio que hace unos momentos ya habíamos dejado atrás… pisando el acelerador a fondo y derritiendo a las chicas que lograban distinguirnos en mi carruaje a pesar de la velocidad.


(Georg)

Corrí hasta el gargajee y me apresuré a poner mi nave en furia. Tomé las calles con gran velocidad, algo me apresuraba.

No creo que Daiana este en peligro, seguro dejo abierto el ventanal abierto por equivocación, un simple error que ha todos les puede suceder. No creo que Dai este en peligro, no, no creeo…


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