domingo, 24 de octubre de 2010

Cap. 45 < No me había fijado en tu mirada >

[Arrastré mis pies y mis pensamientos hasta la suite, y los dejé caer con la suavidad de una pluma sobre la almohada. Estaba feliz. Estoy feliz. Feliz cumpleaños Marabi.]


Demasiado temprano como para despertar. He buscado a Mimi por toda la suite, pero no está. Su cama aún se siente tibia.

Estoy en la recepción, después de tomar un apresurado baño que me heló los huesos. Los veo ahí, como un grupillo de turistas, con cámaras colgando de sus cuellos y lentes de sol.

- ¿Por qué nadie me avisó de que habría reunión a las 8:30 de la mañana en el lobby? – pregunto fingiendo indignación una vez que estoy uniéndome al círculo de rostros perfectos.

- Dormías como un bebé. Me dio miedo despertarte. – Mi hermana me rodea la cintura con un brazo – Tu expresión angelical, seguramente iba a cambiar a la de un demonio Constance – ríe.

- ¡Yo pagaría por ver eso! Daiana con humos de recién levantada y mirada asesina – dice Andreas, quien luce unos Ray Ban rojos y el cabello peinado cuidadosamente al igual que Bill.

- Más bien, tú pagarías por ver a Diana recién levantada, pero en pijama – Gustav hace un gesto de repulsión hacia el rubio.

- ¡Uf! ¡No lo había pensado! ¡Buena idea Gus! – Andreas hace sonidos placenteros, que más que darme miedo, me causan una carcajada al igual que a Mimi. Los demás, sobre todo Dunja, le dan un buen golpe en la cabeza debido al comentario.

- Odio estar sin Tom. El me defendería diciendo otra estupidez superior a la mía – Andreas se soba la frente y esconde una risa entre dientes.

- Por cierto, ¿En dónde se han metido el guitarrista y bajista estrellas? – pregunto. Aún no me había percatado de que faltan en nuestra ``comuna ´´, puesto a que aún estoy un poco adormilada.

- Son amargados y no quisieron venir Dai, pero nosotros nos divertiremos – me dice Bill con una de sus despampanantes sonrisas. Dunja ríe y comenta.

- Ellos se quedaron a ensayar en una de las habitaciones, cariño. Les gusta hacerlo juntos porque pueden afinar detalles musicales.

- ¿Ensayar? ¿Qué no se supone que es una gira de autógrafos? – pregunta Mimi.

- Sí hermosa, pero yo, David Jost – simula aplausos – tuve la brillante idea de que en cada firma se toque una canción.

- Ustedes son excelentes con sus fans – ella lo dice en un tono tan real, que hasta su mirada lo representa – Seguro cada uno de ellos siente la atención de su parte. Debe de ser el mejor regalo.

- Neh. Yo te puedo enseñar lo que es el mejor regalo – dice la ``bomba sexual ´´ de Andreas, levantando las cejas – Más bien, les puedo enseñar – corrige volteándome a ver ahora a mi, de una manera lasciva.

- Ni lo sueñes, estás enfermo. Si las sigues acosando ordenaré un guardaespaldas para cada una, exclusivos para defenderlas de ti – dice Jost iniciando el paso hacia la salida, donde una camioneta nos espera.

- Más vale que te calles Andrew – exclamo de inmediato al escuchar la muy mala propuesta de David.

- Por mi puedes seguir diciendo lo que quieras. Yo me puedo cuidar sola, y más si se trata de un rubio torpe con mentalidad de niño precoz – culmina Mimi con autoridad, lo que provoca la burla de todos y lo rosado en los cachetes del receptor de la frase. Sale cabizbajo del hotel, mal acompañado de la ola de risas.

Rumbo a algún restaurante en donde alimentar nuestros estómagos matutinos, paramos junto algo que me parece un Club de Golf. Hay muchas áreas verdes y el menú de los desayunos luce muy apetitoso.

Comenzando con nuestros platillos enfrente de cada lugar, David nos explica acerca de los planes que tendremos a partir de mañana, el día que se da inicio a la gira. A pesar de ser un planeamiento y horarios estrictos, suena muy divertido.

- Hola, preciosa – siento unos labios apoyándose en la raíz de mi cabellera, un ligero beso, y unas manos sobre mis hombros, justo estoy terminando el postre. Es el, Georg quien ha llegado junto con Tom.

- Pensé que te saludaría hasta que estuviera de vuelta en el hotel – le digo dándole un abrazo cuando me incorporo de la silla.

- Hasta crees que el tragón de Georg se perdería la hora del desayuno – se burla Tom con una sonrisa, quien después me saluda y se va para saludar a los demás.

- Buenos días – Georg ríe entre dientes.

- Buenos días ¿qué ocurre? – pregunto. Me observa de una forma precavida. Echo un vistazo hacia abajo para asegurarme de que el desayuno no ha dejado manchas ni rastros en mi ropa.

- Vamos a juego – suelta la risa.

Me doy cuenta de que el lleva una chamarra ligera del mismo color que la mía, que deja al descubierto una camisa blanca debajo y jeans azules, justo igual que yo.

- Me has leído la mente esta mañana – le sonrío.

- Ojala, cuanto me gustaría hacerlo – dice, con un poco de… ¿frustración? – La única diferencia es que tú pareces modelo de pasarela y yo no.

- Tienes razón – digo lamentando – Tú pareces Rockstar.

- No parezco. Lo soy – dice sin modestia, lo cual me causa una tremenda carcajada.

- Déjale el papel ególatra a Tom – exclamo, haciéndole una recomendación del menú al apuntar mi dedo índice contra una de las imágenes del libreto.

La mesa ahora luce con más color a la llegada de los dos últimos. El día luce con más color a la llegada de uno de los dos últimos, Tom. Sus ojos despiden un brillo especial, es como si fuera el otra vez. Se ha sentado justo a un lado de Mimi, del otro lado tiene a su hermano quien nos cuenta animado una historia acerca de su odio al brócoli.

Marabi platica con Tom, lo cual llama completamente mi atención. Esta vez el gemelo no hace ningún gesto grosero, por el contrario, ríen. Ríen como si se conocieran desde hace mucho tiempo. Ríen, sonríen como si no le importara nada a su alrededor.

Tom desayuna animadamente mientras contempla revolotear las motas de polvo en los chorros de luz que se filtran por las amplias ventanas y también los ojos de ella.

No lo comprendo. Sé que no ha sucedido simplemente por que sí. Ellos conversan por algún motivo específico, puesto a que hace pocos días, más bien, pocas horas, pareciera que eran polos opuestos, extremadamente opuestos.

Mi mirada poco discreta y curiosa es notada por ellos. Esbozo una sonrisa más amplia de estímulo y ambos fruncen el ceño. Me siento torpe, pero algo hay ahí, y no precisamente me huele tan bien. Suelto un suspiro. Un sonrojo enmascara el siguiente.

- Yo también me pregunto que le pasa – rompe Georg, quien se sentó a mi lado. Me ha estado analizando – Tom está muy raro. Pero hoy se ha comportado como el mismo, hasta dijo vulgaridades.

- Ja. Supongo que está pasando por esa etapa de la vida en la que no sabe quien es ni a donde va – opina Gustav, quien parece ya saber la historia del vegetal verde de Bill de memoria, por lo cual, le ignora.

- ¡Cálmate poético! Yo nunca he pasado por esa etapa, y soy mayor que los Kaulitz – se defiende Georg.

- Algún día entrarás en ella – digo segura – y te estarás quejando.

- ¡Uy! ¡Eso duele Hobbit! ¡Y eso que es tu novia! – continua Andreas, dejando a Bill hablando prácticamente sólo.

- No es mi novia – dice Georg en acto reflejo. Y es ahí donde me pesan las palabras. No somos novios. Tomo un sorbo de la limonada para que nadie note mi incomodidad.

- Aparte de apestoso, comelón, flojo y tonto, ¡no te aplicas! – Andrew niega con la cabeza mientras enlista con los dedos los supuestos defectos – Si yo soy caso perdido, tú eres uno realmente extraviado Hagen. Te apuesto que Dai sólo se pregunta en que maldito momento le harás la tan esperada pregunta. Estúpido.

Oculto una risa porque Andreas siempre me causa una, pero a la vez, siento un hueco en mi pecho, como si lo que dijo fuera verdad. Georg se limita a reír también, pero cuando todos regresan a sus conversaciones, me devuelve la mirada.

- Dai… - su voz se escucha temblorosa.

- ¿Sí?

- Respecto a lo que dijo Andy ¿es verdad?

- No sé a que te refieres – le sonrío y me sumerjo en lo verde del césped que se aprecia a través de las ventanas. Toma un trago de su bebida.

- Bueno, tú… ¿piensas que soy lento? – toma mi mano derecha, que está encima de mi pierna, la entrelaza con la suya con sumo cuidado y comienza a acariciarla. Mi corazón revolotea tan fuerte que podría ser un buen beat para batería.

- No – su mirada, sus pequeños ojos verdes, sus labios, me cautiva. Me acerco a darle un beso corto, un roce de labios. Esta vez no me importa quien está presente. La suave carne de sus labios al contacto de los míos causan una chispa eléctrica – Creo que las cosas deben darse conforme el tiempo las de – digo, cerca de su cálido aliento.

- ¿Sin prisas? – Dice con los ojos aún cerrados a causa del beso-

- Sin prisas – asiento, apartando mi rostro del suyo.

- Sin prisas – me sonríe.

- Así es. Sin prisas – le sonrío.

- Daiana – vuelve a tomar mi mano - te quiero.

- También te quiero Georg.

Pero ambos sabemos que tenemos prisa, tenemos prisa de amarnos. El a mí, yo a él. A seducirnos cada mañana, cuando despertemos en la misma cama. Entusiasmo en las miradas y ese brillo cósmico. Reír por detalles inútiles, absurdos. Perdernos muy lejos, escapar de lo mundano. Tener nuestro pequeño escondite para las dulces huidas. Decirnos te amo, por primera vez.


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viernes, 17 de septiembre de 2010

Cap. 44 < Resetea tus memorias >






[Tom ha venido esta noche, sin decir nada. Se sentó en una esquina del cuarto con esa hermosa guitarra de madera y tocó una suave música para mí, la cual, me las recordó, me recordó a las hermanas Ruzzo. Me pregunto si su hermandad es tan perfecta o ha sido tan perfecta como lo es ante los ojos de todos. Me pregunto si una a la otra se ha aterrado. Me pregunto si han sido unidas.]


- Será mejor que te apresures – le advierto mientras doblo la última blusa y la meto a mi equipaje. Le doy un último vistazo a mi cuarto. Estoy lista.

- Tu sabes que yo siempre estoy a tiempo – alcanzo a oírla desde la sala. Omito la mentira con una sonrisa en el rostro.

Salgo de la habitación y la veo abrumada, corriendo de un lado a otro. Acomodo las maletas a un lado de la puerta principal. Me pongo el abrigo y enrredo mi cuello con la bufanda; es una noche intensa.

Enchufo mis oídos a los audífonos del Ipod a la vez que me dejo caer al sofá. Me entretiene verla metiendo tantas cosas a su bolsa de mano en el tiempo restante. El vuelo sale exactamente en dos horas.

- ¿Y el bronceador? – dice, después de detenerse en seco de su larga carrera por el departamento - ¿Dónde está el bronceador?

- ¿Bronceador? – pregunto, quitándome un auricular para asegurarme si lo que dice es verdad.

- Sí, bronceador. Líquido amarillento destinado a broncear la piel de las personas.

- ¡Ah! ¡Claro! Está en el segundo cajón de mi armario, donde guardo mi dotación completa de bronceadores para clima de invierno en Alemania – giro los ojos – Mimi, sólo date prisa.

- Tu siempre tan burlona – también ríe y se mete al estudio con la velocidad de la luz.

- ¡Por lo menos quítate los tacones! ¡Son míos! ¡Los vas a romper! – le grito con una carcajada y me hace callar.

Han pasado dos semanas con exactitud. Hoy es el lunes 8 de diciembre del 2015. Estamos esperando para partir al aeropuerto, bueno, por lo menos ese es mi caso. Mimi aún sigue en los preparativos.

Cuando le comenté a Taylor acerca del plan aceptó de inmediato, siempre y cuando lo siguiera al pie de la letra. Ese sujeto es adorable. Es tiempo de recorrer este país, junto a mi hermana y el hombre que da vueltas en mi cabeza una y otra vez.

El sonido de la canción en el mp3 se encima con los cantos de Mimi al fondo de este lugar. Ella canta cuando está feliz. Ella canta cuando está conmigo, a mi lado, junto a mí. Un pitido de coche me hace brincar, puedo distinguir la camioneta negra a pesar del color de la noche, este está aguardando por nosotras en la fachada del edificio.

- Es tiempo de partir – anuncio, pero en voz baja.

- Te dije que iba a estar lista – cruza la puerta que yo estoy deteniendo, me rebasa. Jala su maleta y comienza a trotar en las escaleras, cuesta abajo.

- ¡Estás demente! ¡Es el último piso!

- ¡Más te vale que me alcances! – Canturrea divertida, lo único que me llega de su voz es un eco que rebota con cada escalón - ¡Y no utilices el elevador!

- Loca – me digo, por obediente.

Después de bajar los centenares de escaleras y con la respiración agitada, la veo recargada contra una pared, inhalando aire con fuerza, me sonríe. Pasa uno de sus brazos por mis hombros y caminamos juntas hasta la entrada del edificio. Alex, el que alguna vez fue mi guardaespaldas y consejero también, nos saluda agitando su brazo en lo alto desde el asiento conductor de la camioneta.

Ahora nos dirigimos hacia la casa de los aviones. Es un día peculiar, no ha caído ni una sola gota a diferencia del resto de la semana. Creo que ella piensa que lo he olvidado, piensa que he dejado a un lado una fecha tan especial, pero eso yo nunca lo haría.

- No me gusta este lugar – dice Mimi. Hemos llegado. Alex nos conduce al acceso exclusivo donde abordaremos el pequeño avión hacia nuestro primer destino. A partir de ese momento viajaremos en el bus oficial de la banda.

- ¿Por qué?

- Es un edificio lleno de despedidas.

- Sí… - hago una pausa, observando todos los curiosos locales que rodean el lugar – Pero también es el centro de nuevas etapas de la vida.

Me mira con unos ojos atascados de ternura y me abraza, dándome toscas palmadas en la espalda.

- Constance, no creo que lo recuerdes, no importa mucho en realidad…

- Nunca lo olvidaría.

- Espera, tú… ¿sabes por lo menos de qué hablo?

- Por supuesto.

- Creo que te estás confundiendo con algo más – posa sus manos en su cadera. Le noto cierto tono de esperanza.

- No. Nunca arrinconaría, ignoraría o confundiría el 8 de diciembre. Feliz cumpleaños Mimi – mis labios se curvean en la más sincera sonrisa. Pienso en cuanto deseaba aquello, volver a felicitar a mi hermana frente a frente, pero decido poner cara de indiferencia opacando la sonrisa y no permitir que se de cuenta de que para mí significaba mucho. No suelo expresarme con tanta facilidad.

- No intentes hacerte la dura. No te queda – me arrebata otro abrazo. Ese me hace explotar en felicidad, lo devuelvo con euforia.

- Eh… chicas, sé que la vida es color rosa y hermosa, pero no lo será sí no seguimos caminando. David Jost me va a matar – Alex nos mira con desesperación meciéndose en sus talones. Ella y yo nos reímos entre dientes y retomamos el paso. Atrapa mi mano que se esta balanceando en el aire con la suya, caminamos así el resto del camino.

.   .  .  .  .


Todos tenemos una copa con una poción ámbar por dentro. El sonido de la turbina de la aeronave cruje con fuerza. Nos reunimos justo al centro del lujoso transporte.

- Por un exitoso futuro y presente también – celebró Dunja. Los cristales tintinearon a la vez y bebimos de ellos.

Mis labios pasaron por mejillas de todos, aunque tuve la tentación de posarlos en sólo una boca. Intenté acordarme de respirar. Tuve que desviar la mirada para recuperarme.

- Así que aquí estamos – me gusta su voz.

- Aquí estamos – asiento con una simple risa.

- ¡Sí! Aquí estamos – Andreas, un chico rubio que me acaban de presentar, se entromete entre Georg y yo, nos abraza a ambos. Es el mejor amigo de los Kaulitz desde hace ya mucho tiempo, había oído hablar de él. Compruebo que realmente es un payaso – Y aquí estaremos. Juntos por cuarenta días, así que quiten su cara de deseo sexual que para eso tienen mucho tiempo.

- Y tú tienes mucho tiempo para embriagarte – le devuelve Georg arrebatándole la copa de sus manos. Andreas levanta los hombros y chasquea la boca, da media vuelta y camina hacia una de las sobrecargos para solicitar más de la bebida.

- Es todo un personaje – digo animada. El chico rubio se ha olvidado del alcohol y mejor se ha dedicado a coquetear con la azafata.

- Es un tonto – Georg ríe y niega moviendo la cabeza – Le ha puesto un ojo encima a tu hermana, cuídala de ese perdedor. También se ha fijado en ti, te apuesto que ya estaría tratando de ligarte a no ser de… - para de hablar.

- ¿A no ser de que tu ya lo estás haciendo conmigo? – suelto con un semblante tan seguro que hasta a mi me sorprendió.

- Sí, así es – ríe impresionado.

Traté de controlar mentalmente mi sangre para que no subiera a mi rostro, y evité así sonrojarme. Se me acelera el pulso. Deseo poder refrenarlo al presentir que eso, los latidos de mis venas, lo va a dificultar todo un poco más. Esta tan cerca de mi que lo más seguro es que él puede oírlo.

Me dirige una sonrisa al leer mi vacilación y extiende los brazos hacia mí. Mi corazón reacciona. Sus labios se curvean en una de esas sonrisas traviesas tan hermosas que casi detienen el latir de mi ser.

Georg, te amo.

Georg, te amo.

Georg, te amo.

.   .   .   .  .


- Aire fresco – Bill me sonríe al bajar del avión. Esa ropa negra lo hace ver más delgado de lo normal, no luce mal, sólo un poco cansado. Tiene rasguños en el cuello y unas manchas moradas, parecen moretones.

- ¿Qué te ha sucedido en el pecho Billy? – me acerco curiosa y acaricio una de las sombras púrpuras. El se exalta, dando un ligero brinco hacia atrás y quita mis dedos con delicadeza. Se ha incomodado.

- Hice enfadar al gato – se muerde los labios – Se desquitó con sus afiladas garritas.

- Mi hermano maltrata a los animales – sonríe Tom interviniendo. Está radiante a comparación de la vez pasada – Publicaré el tema ante la prensa.

- ¡Haces eso y te mato! – le advierte Jost en broma desde lo lejos, quien está hablando por celular para llamar a la camioneta que nos dirigirá al hotel esta noche.

- No hagan enfadar a David niños – dice Dunja con su dulce voz maternal – Luego yo soy la que le tengo que estar preparando su té anti-estrés.

El vehículo negro brillante no tardó más de diez minutos en arribar frente a nosotros. Es amplio y cómodo, lo cual nos permite platicar sin pausas. Jost no suelta el teléfono móvil en lo absoluto y Andreas le ha amenazado varias veces de tirárselo por la ventana al no convivir con todos. Mimi y yo contamos anécdotas de nuestra infancia, y todos parecen divertidos, aunque Tom también tiene la vista sólo en su celular, aunque a él nadie advierte en quitárselo. Bill le da ``discretos ´´ codazos de vez en cuando; el gemelo aparenta prestar atención unos segundos y vuelve la vista a su teléfono, está inquieto. Algo pasa ahí.

Comienza un calor aquí dentro que me provoca cosquilleo en el cuello. Gustav opta en abrir las ventanas y el aire helado entra de repente. Georg, quien ríe concentrado en la forma tan graciosa de cómo Mimi cuenta la historia de la vez que intentamos hacer agua de limón y en vez de eso obtuvimos un panal de abejas dentro de la cocina al regar toda el azúcar en el piso, a veces se fija en mi rostro, en mi pelo expuesto al viento que entra por la ventana abierta, en nuestras manos unidas.

- ¿Qué les parece esta organización? – pregunta David en voz baja. Hemos llegado al hotel. Gustav, Bill, Tom y Georg llevan gafas de sol y gorros puestos. Mimi y yo nos cubrimos con los gorros de las sudaderas. Los fanáticos se atiborran en la entrada – Bill compartirá habitación con Tom, Daiana compartirá habitación con Marabi, Gustav y Georg tendrán habitaciones individuales al igual que Dunja y yo.

- ¿Y yo? – pregunta Andreas más que en tono triste, de reclamo.

- Tú dormirás en el armario de alguna de las habitaciones – le dice Tom dándole un golpe en la cabeza – Y ni te emociones. No será en el de las chicas.

- Pues entonces que no sea en el de Georg ni Gustav ¡Que trauma! – vacila cubriéndose la cara con las manos – En el de Bill y Tom tal vez…

- Ni en tus sueños – contesta Bill de inmediato.

- Calma – dice Gustav – No es nuestra culpa que te hayas unido al plan segundos antes de partir de Berlín. Compartirás suite con alguien, y lo siento, ese alguien no soy yo.

- Maldito egoísta engreído. Baterísta creído. Por eso tengo a mi amigo, el bajista querido, dueño de mi delirio… - rapea el rubio.

- Está bien, está bien, está bien. Compartiremos cuarto sólo si dejas de hacer eso – asegura Georg poniendo los ojos en blanco.

Con ayuda de Alex y más hombres del equipo de seguridad subimos el equipaje hasta la habitación, la cual, era más que hermosa.

- Todo ha sido tan rápido – suelta con un suspiro, tirada en lo horizontal de su esponjosa cama. Ya estamos ella y yo, solas.

- Sí. Un viaje veloz.

- No me refiero a eso tontita – se endereza para verme directo a los ojos – desde que llegué aquí, es como si los días se resumieran a horas.

- ¿Tu también lo sientes? – le pregunto mientras me siento a su lado.

- Desde luego. Entonces… ¿No es el país que me causa esa sensación?

- No, es nuestra compañía mutua – le sonrío y acaricio las puntas incendiadas en color rojo de su cabello.

- Eres una cursi con la boca llena de razón Constance.

La convencí de que descansara un rato después de varios duros intentos. Ahora puedo llevar mi plan acabo. Tengo la intención de apresurarme. El agua caliente de la ducha me relaja los músculos de la espalda y me calma el pulso. El olor familiar de la pequeña botellita de shampoo del hotel me trae buenos recuerdos.

Uso el vestido negro azulado que ha ella tanto le gusta, lo he traído conmigo. Confirmo la reservación especial en el restaurante del hotel. Está todo listo. La despierto con una de sus canciones favoritas a un alto volumen.

- Sí no fuera por la canción, te estaría gritando.

- Lo sé – le extiendo una mano para ayudarla a levantar. Es ahí cuando me ve y sonríe – Hay un vestido para ti en el armario. Póntelo. Te espero en la recepción.

- No sé desde cuando me das órdenes, pero no es tan malo como yo pensé que sería – la tranquila risa indica que mi plan estaba resultando.

Bajo por el elevador, cantando en donde nadie me puede escuchar. Pasan unos minutos, yo aquí parada en la recepción y ahí está ella. Con su vestido. Una de las pocas piezas suyas que conservé durante la distancia. Se ve tan bonita en él, como siempre.

Caminamos hacia el restaurante. Nuestra sonrisa es imborrable. Comienza la velada, su cena de cumpleaños. Le doy sus regalos que abre con tanta emoción. Me desespera verla abrir las envolturas con delicadeza pero a la vez me fascina.

Platicamos de nosotras. De lo que queríamos hacer en nuestras vidas, cosas generales. De las buenas películas y música por igual. Platicamos en nuestro interior de la suerte de tenernos juntas de nuevo.

- Estás agotada Constantine – acaricia mi mejilla – Ve a dormir.

- Vayamos.

- No. Quiero quedarme un rato aquí. Voy a terminar mi copa.

- ¿Estás segura? Todavía resisto un poco más – le digo a pesar de que los párpados me pesan.

- Está bien. Descansa y muchas gracias por todo esto.

- Te lo mereces. Y créeme, nunca olvidaría el cumpleaños de mi hermana mayor.

Arrastré mis pies y mis pensamientos hasta la suite, y los dejé caer con la suavidad de una pluma sobre la almohada. Estaba feliz. Estoy feliz.

Feliz cumpleaños Marabi…

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martes, 31 de agosto de 2010

Cap. 43 < Puede estar mal. Se que está mal >





[- Descansa Constance – voz angelical es la que percibo y un beso en mi frente. Después me podrá reclamar todo lo que quiera. Ahora sólo buscaré lo que necesito en la profundidad de mis sueños.]

(Bill Kaulitz)

- Me siento agotado – los zapatos me matan, así que los arrumbo debajo del sillón – Pensé que sería rápido.

- También yo – dice saliendo de la cocina con un plato de cereal y dejándose caer a mi lado – Pon algo que ver.

- No tengo fuerzas ni para elegir algún programa – le aviento el control de la televisión – Ha valido la pena. Georg seguramente está brincando de felicidad. No estaba inventando nada….

- Pensé que ya le había entrado a la hierba – ríe. Ríe por primera vez en el día.

- Lo sé. Nos contó la historia tan animado que sonaba actuado – sonrío mientras me pierdo en las imágenes del televisor – Estaba desesperado.

- Ya le tocaba sufrir un poco.

Tom está poniendo ese gesto… ese gesto al cual le temo. No me voltea a ver, ni siquiera le presta atención al tazón de cereal que tiene en las manos, el cual ahora luce aguado. Sólo tiene el control en una mano y cambia los canales una y otra vez. Creo que ya hemos pasado por la misma programación cerca de tres veces.

- Tom… la tele.

- Ah, sí – dice desorbitado y deja de apretar el botón. Cae en un documental de la reproducción de las ballenas. Lo ve fingiendo el interés más torpe posible.

- Ok. Esto es ridículo – aprieto el botón rojo y el aparato devuelve la imagen negra de apagado.

- ¡Hey! ¿¡Qué te ocurre?! – me arrebata el control y volvemos al océano lleno de animales gigantes procreando.

- ¡Tom! ¡Es un documental de cómo las ballenas…
- Ya lo sé – levanta los hombros – Estoy comparando el tamaño de la ballena macho con mi…

- ¡Suficiente información! – gritó tapándome los oídos. El sonríe burlándose de mí – Lo vulgar nadie te lo arrebata – protesto, riendo.

- No Bill, para tu mente virgen es vulgaridad. Lo vulgar es repugnante, yo no soy repugnante, yo soy…

- Un ninfómano – completo girando los ojos mientras el levanta los pulgares en mi dirección.

- Exacto, por eso eres mi hermano…

- 25 años junto a ti no son en vano, como si no te conociera.

Me sonríe y por fin le da la primera cucharada al cereal. Yo le doy la segunda.

Sí, como lo sospechaba. Estoy demasiado paranoico. Lo noté tan reservado en la reunión, pero todos tenemos nuestros momentos. Es sólo que me inquieta verlo tan frío, tan duro, tan… tan no él. Parece que la comida lo hace feliz, justo como a mí.

- Son encantadoras – le digo, hurgando en el refrigerador.

- ¿Quiénes? – exclama distraído quitándose la sudadera.

- ¿Quiénes crees? – le hecho una mirada obvia desde la barra de la cocina.

- Ah, Daiana y Marabi – contesta con indiferencia, volviendo a lo suyo – Sí, son… simpáticas.

- No puedo creer que no sean gemelas ¿Las viste? ¡Son idénticas!

- Idénticamente diferentes. Tienen el aire de los Ruzzo.

- ¿Acaso conoces a toda la dinastía? – me burlo untando mantequilla a un pan.

- No, supongo que tienen el aire de su familia.

- Su mamá es de México y su padre inglés, me lo dijo Dai. Es por eso que ella tiene tonalidades más claras que las de Mimi…

- Se llama Marabi – me interrumpe, fijando la mirada en la mía – Marabi.

- Pero a ella no le molesta que le diga Mimi – sonrío, o por lo menos trato de hacerlo. Siento temblar el pan en mi mano – Además suena fascinante.

Lo veo negar con la cabeza y pone su atención al control de videoconsola en sus manos.
- Dame eso – le intercambio un sándwich de mermelada por el videojuego. Me siento a su lado, pero aún tengo la sensación del pecho quemándome la ropa. Algo me huele mal.

- Perderás antes de que me termine el emparedado, y créeme que eso es muy veloz.

- Ni lo sueñes – contesto retador, aunque se que el me supera infinitamente en este tipo de cosas – Ella es muy hermosa.

- Sí, está guapa – sus ojos siguen las luces que salen de la pantalla, y nada más – ¡Estás apunto de perder idiota! – grita divertido y mi cabeza vuelve al juego unos segundos.

- Está guapa. Está guapa. Guapa – repito sin ánimos - ¿Está guapa y ya?

- Pues sí…

- ¿Sólo eso?

- Aha…

- Pero…

- Bill, la acabo de conocer, no le voy a pedir que se case conmigo.

- Podrías fingir un poco más de entusiasmo.

- ¿Para qué? – fanfarronea.

- Para que a tu hermano pequeño no se le cruce la idea de mandarte a un psicólogo – pauso el juego, así ninguno de los dos evitamos las miradas - ¡Tom! Lo repito… ¿La viste?

- Ya te dije que sí – me trata de quitar el control de las manos. ¿Cómo hacerlo entender que no es tiempo de bromas? – Dámelo…

- ¿Es normal qué sólo le hayas encontrado un adjetivo para describirla y ese fue ``guapa ´´? ¿Es normal qué no hayas puesto esa mirada perversa? Tom ¿Es normal qué no hayas molestado a Georg o hayas dicho una broma en todo el día?

- Le das demasiada importancia. Pon el juego.

- ¿Demasiada importancia? – caigo en cuenta de que estoy elevando el control en el aire y lo paseo entre mis manos para que el no lo pueda tomar. Nos vemos ridículamente infantiles, pero quiero que me escuche.

- Pon el maldito juego de una vez.

- ¡No! ¡Dímelo! ¿¡Es normal!?

- Que sé yo… no me preguntes más. Es enserio Bill – esta frustrado, pero yo quiero esa respuesta. Se que se está conteniendo, pero no lo hará por mucho, incluso ya comienza a bufar.

No es una sospecha, se que hay algo. Lo puedo sentir. Es algo que lo está matando, y quiero que me lo diga, quiero que se encuentre bien.

- ¡Tom, dímelo! – odio gritarle, pero lo estoy haciendo. Paso el control de una mano a la otra en un movimiento. Algo me obliga a realizar todo esto. Es él quien me lo pide. Él en su interior.

- ¡Ya cállate!

- ¿¡Qué te pasa?! ¿¡Qué es lo que te molesta?! ¡Pareces una marioneta sin chiste!

- ¡CÁLLATE!

- ¡Ambos sabemos que algo ocurre! ¡Dime que es lo que no te está dejando respirar en paz! ¡Se que es algo que te atormentará una y otra vez!

- ¡NO!

- ¡SÍ TOM! ¡Sí LO HARÁ!

Puedo sentir sus kilos abalanzarse sobre mi cuerpo, con toda la furia. Aún busca el control, sí, aún trato de ocultárselo.

Sus ojos enrojecidos y acuosos al igual que los míos, pero por sentimientos diferentes. Pataleo, una y otra vez, para quitarlo; es imposible, no se quitará. Sus rodillas se clavan en mis costillas, la presión me causa un dolor agudo. Ya no se trata del control de la video consola, nunca se trató del control. Una lágrima hirviente cae sobre mis labios. Tom, quítate, por favor, quítate. ¿Cómo es que llegamos a esto? Mis brazos son demasiado inútiles para quitar a los suyos que ahora me están aniquilando. Sus manos aprisionan mi cuello con mucha fuerza, me aterra la facilidad con la que lo hace. Se escucha un gruñido animal, este procede de la profundidad de su pecho. No puedo sentir nada. Trato de no entrecerrar más los ojos para que me vea. Para que vea que soy su hermano.

- Tom… - sale de mis labios un sonido ronco y cortado.

Su cuerpo da un pequeño brinco al escuchar su nombre. Sigue asfixiándome, pero su gesto cambia. La violencia en sus ojos se convierte en miedo. Aunque aún siento la presión y es inalcanzable una bocanada de aire dentro de mí, su semblante se relaja. Me ve asustado. No se ni siquiera que cara tengo yo. Me duele la traquea, me arde el pecho.

El es el que ahora está en el piso. Seguí forcejeando entre puñetazos y patadas para quitármelo de encima, y una extremidad de mi cuerpo logró lanzarlo lejos de mí. Voló hasta el suelo.

Una sensación de entumecimiento y pesadez me invade el tronco. Logro incorporarme un poco en el sillón. Comienzo a toser como loco. En mi garganta se extiende un dolor inmenso, como si fuera una raspada. Siento aguijonazos de malestar en la boca del estómago.

El ruido de mi seca tos sólo logra que la escena no pueda ser más aterradora.

- Bill… - se escucha tembloroso – Bill… - repite mientras lo volteo a ver.

Tiene la cara teñida en rojo brillante. Parpadea, salpicando pequeñas gotas de sangre a su alrededor. La orilla de la mesa de la sala de estar también está manchada de esta, se ha abierto la sien con el impacto de la caída. Toca su frente empapada y mira su mano, esto hizo que su rostro se agitara con una chispa de vida, más bien, una chispa de ira. Lo escucho bramar.

No me puedo parar del sillón. No puedo, no puedo ni siquiera respirar y no precisamente porque acabo de sufrir un intento de ahogamiento. Mi hermano está a unos pasos míos con el rostro cubierto de sangre, no se que hacer. Quiero gritar y llorar. Tal vez el espera mi reacción, pero soy incapaz de hablar.

- Yo… voy a llamar a una ambulancia – suelto después de varios minutos ahí, viéndolo como un tonto sin hacer nada. Aún tengo ese raro tono de voz, me lastimo en cada palabra que articulo.

- No – interrumpe. Se levanta con calma y se sienta a mi lado. Su camisa también está salpicada – Ya te ha tocado bastante esta noche. Es mi culpa. Soy un idiota – remarca la palabra con un grito mientras se limpia furioso el líquido que sale de su frente, con la sudadera que llevaba puesta esta tarde – Vuelvo por la mañana.

Toma las llaves y cruza la puerta tan rápido, cuando apenas estoy analizando lo que acaba de decir.

- ¡Oye! – exclamo lo más fuerte que puedo. Sólo me lastimo más. Trato de alcanzarlo y me paro en un solo movimiento que me causa caer al suelo. El corre hacia mí – Yo… déjame ayudarte Tommy – tengo los ojos cerrados pero siento mis pies elevarse, me está cargando.

- Ni lo pienses. Necesitas descansar – me posa sobre una superficie, creo que es mi cama – Te traeré algo… o a alguien. No te levantes Bill. Estás grave…

- Tú estás grave… pero del cerebro – murmullo. No puedo abrir los párpados. Me siento mareado.

- Sí – siento ese tono con una sonrisa – Yo soy un completo estúpido – sus palabras se hacen lejanas, muy lejanas.

.   .   .   .   .

Son las 10 de la mañana y me despierto con un dolor de cabeza insoportable. Tengo una sed que presiento que será difícil de calmar. Camino muy extraño. ¿Qué ha pasado?

- Tom – lo llamó al salir de la habitación pero no me contesta. Vuelvo a decir su nombre mientras me adentro a la sala de estar y tropiezo con algo, tropiezo con el control del Xbox.

Entonces, compruebo que no fue una pesadilla…

Los cojines del sillón se expanden por todo el lugar, hay una maceta rota, rastros de cereal remojado y el plato de estos hecho añicos, manchas rojas impregnadas en el tapete al igual que la esquina de la mesa de vidrio y mil recuerdos que pasan como el trailer de una película por mi cabeza.

- David mandará a alguien para que arregle este desastre pronto – me dice, hablando detrás de mi.

- Pensé era mi mente que me había jugado un mal sueño.

Tiene la cien hinchada y repleta de puntos. Luce demacrado y trasnochado. El me mira sorprendido también, entonces corro hasta el espejo de mi cuarto.

Mis ojos están enrojecidos e irritados. Tengo ojeras de drogadicto y los moretones van apareciendo a la vez que bajo la mirada para apreciar los daños en mi cuerpo.

- Vendrá un doctor a revisarte – me dice recargado en el marco de la puerta.

- No, me tomaré algún desinflamatorio.

- Bill – repite mientras se me acerca y me toma del brazo para llevarme a la orilla de la cama, en donde me obliga a recostar – Esto es delicado. Por favor, permite que te revisen.

- Está bien – contesto. Le temo a la revisión, o más bien, a un mal diagnóstico que esta pudiera detectar.

Tom entrecierra los ojos. Estoy seguro de que no ha respirado ni una vez desde anoche.

- Soy… yo… me doy asco – dice sentándose a los pies de la cama – No me perdonaré esto jamás.

- Prefiero no recordarlo.

- Me gustaría fingir que nada pasó, pero no puedo. Bill, yo casi te…

- No estoy enfadado – interrumpo, sonriéndole – Tampoco te voy a pedir una explicación ahora.
- Pero tú reacción normal sería esa. Me atacarías histérico con mil preguntas.

- Tom, esta vez no. Yo insistí en que hablaras, porque presentía que tenías la necesidad de hacerlo. Sin embargo, lo puedes hacer cuando quieras.

- No intentes culparte por nada de esto, Bill. Sólo lograrás que me sienta todavía más disgustado. Soy un tarado…

- ¡Deja de insultarte! No vas a solucionar nada con esas palabras, no te voy a tener compasión con algo así.

- No quiero que te entristezcas por mí. No espero que me perdones. Sólo no dejes de ser mi hermano. Eres el mejor acompañante de vida que alguien puede tener, además del mejor consejero. Me has soportado a pesar de mi alto libido y demás cosas que te causan preocupación.

- ¿Estas siendo melodramático? – me reí entre dientes.

- Ni siquiera se que significa eso – suspira.

- No estoy enojado. Estoy asustado. Quiero dejar ir este ``recuerdo ´´ lo más pronto posible o me comenzará a afectar.

Asiente cabizbajo y sale del cuarto con pequeños pasos para dejarme descansar.

La revisión médica salió bien. David inventó una historia al doctor respecto a lo sucedido y ni siquiera nos cuestiono sobre lo que realmente había pasado. Unas cuantas pastillas para calmar el dolor.

Tom ha venido esta noche, sin decir nada. Se sentó en una esquina del cuarto con esa hermosa guitarra de madera y tocó una suave música para mí, la cual, me las recordó, me recordó a las hermanas Ruzzo. Me pregunto si su hermandad es tan perfecta o ha sido tan perfecta como lo es ante los ojos de todos. Me pregunto si una a la otra se ha aterrado. Me pregunto si han sido unidas.

Me pregunto si se quieren la una a la otra tanto como yo quiero a Tom…

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jueves, 19 de agosto de 2010

Biografías: Angélica Atziri

Angélica Atziri

23 años (1 de Febrero de 1992)

Nacida en la Ciudad de México, México.

A pesar de tener dos nombres, es más conocida por el segundo, Atziri.

Esta chica morena, nació en el Distrito Federal en México (Aún conserva la nacionalidad mexicana) entre dos hermanos mayores y otro par menores que ella, entre el ``sandwich´´ de la familia. 

Siendo la única niña, nunca se identificó con las muñecas ni los barnices de uñas; ella prefería salir con sus hermanos a jugar detrás de una pelota o con su extensa colección de Hot Wheels por tardes enteras.

Estudió la primara, secundaria y preparatoria en su país natal. Cuando se graduó de está última, se preguntó seriamente que haría de su vida. Su madre aseguraba que elegiría algo como Ingeniería Automotriz, pero para sorpresa de todas las personas que la conocían, eligió Diseño de Modas como carrera. Atziri quería probar algo diferente y por una extraña razón, los desfiles de modas la comenzaron a enamorar.
Terminando la carrera en la pequeña escuela a la cual asistía, comenzó a inventar sus propios diseños y mandarlos a dar a conocer por todo el mundo. Fue ahí cuando Taylor Pethel se topó con una de sus creaciones y la quizo en su equipo de trabajo de inmediato. Ella, aún indecisa, empacó sus cosas, se despidió de su familia y se adentró a la nueva etapa de su vida.

Llegando a Alemania fue bienvenida como nunca. Taylor se puso aún más orgulloso de llevar a Atziri a su compañía ya que le faltaba una chispa de emoción. Con la ingeniosa y divertida forma de ser de la mexicana formaron el equipo perfecto en tan sólo unos pocos días.

Conoció a Daiana y Elisa en un Photoshoot de la revista Intense Magazine, cuando sus atuendos eran fotografiados encima de una esquelética modelo. Intercambiando unas pocas palabras, ya se encontraban compartiendo café y riendo a carcajadas. Lo curioso es que un año después de conocer a sus mejores amigas, se enteró que Daiana también es de origen mexicano.

Posee un carácter difícil de lidiar, pero increíble. Tiene una respuesta para todo, y aunque trates de atacarla, ella siempre terminará con la victoria.

Se dedica a atormentar a Elisa xD! Le sorprende la paciencia que tiene su amiga, pues le ha hecho de todo; desde engañarla con una araña de plástico hasta tirar de la silla dónde Elis se iba a sentar. Ríe por horas ante recordar cada uno de sus maléficos planes, pero admite que ellas son como uña y mugre.

Su deporte favorito es el Soccer y cada que puede, se escabulle a algún parque para encontrar un grupillo de personas con quien jugar.

Es fan de la banda Simple Plan desde que salió su primer albúm, pero no ha asistido a ningún concierto de ellos. Sigue resentida con el menor de sus hermanos por haberle comprado un boleto para ir a ver a Moderatto en vez de SP cuando aún vivía en México, como regalo de cumpleaños; él sin embargo, no a vuelto a regalarle nada con temor a volverla a regar xD!

En cuanto lo amoroso, la mejor relación que ha tenido fue estudiando la carrera, pero tuvo que terminar por su repentino viaje a la ciudad de Berlín. Ella sabía que ha distancia su noviazgo no iba a funcionar. El chico, sin tener idea de quien era Taylor (y las prefernecias de este) le mandó una amenazadora carta diciendo que no se le acercara a su ex-novia, y que mucho menos, le pusiera las manos encima. Atziri y Pethel encontraron la carta bastante divertida xD.

No se concidera femenina, simplemente se concidera pues... ella. Sabe que ser críada entre cuatro hermanos no iba a tener como resultado color rosa, vestidos ni pestañas postizas en su persona.

Le gusta salir de fiesta con Dai, las películas de terror, el skateboard, las papas fritas y los tenis de la marca Vans.

El único aspecto de su trabajo que le molesta es tener que levantarse temprano, pero aún así es su pasión. Saca inovadoras ideas de vestuario con cualquier cosa que se le pase enfrente. Su estilo prefilecto para diseñar es el Rock-Indie.

``Loco momento ocioso ´´ fue como definió aquel día que le pasó la idea por la cabeza de pintarse el cabello. Eligió un tono chocolate y sin tener mínima idea de como aplicar el color en su cuero cabelludo, lo hizo. El resultado no fue malo, pero no le agradó en lo absoluto. Lavó su cabello enseguida, frenéticamente, hasta que se le calló el tinte. Momentos después tenía un gran dolor de cabeza.

Atziri es totalmente sincera. No importa si la verdad duele, ella sólo la dice tal y como la perciben su par de obscuros ojos. Esto le ha generado unos cuantos problemillas ante algunas personas sensibles, pero como ya se mencionó antes, siempre tiene una respuesta para todo.

Tuvo una relación con uno de los Rowman. William Rowman. Fueron presentados atravéz de Daiana. Al principio todo simulaba un cuento de hadas muy a su estilo hasta que llegó la tormenta. Aunque le es duro admitirlo (y más si está su par de amigas cerca) lo sigue extrañando. Le es duro ver que fueron separados por problemas que no tenían que ver mucho con ellos. Juntos eran una bomba de bromas y diversión.

El gemelo Kaulitz, Tom, le resulta muy atractivo. Se ha besado con él tan sólo una vez, pero no hubo mucha mágia. Aún así, cada vez que lo ve en entrevistas o videoclips siente esa curiosa sensación de vértigo y emoción a la vez. Odia su egocentrísmo por completo, pero le causa interés tratar de ganarle ante sus no modestas declaraciones.

No le agradan los perfumes dulces, la guayaba ni el color amarillo.


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lunes, 16 de agosto de 2010

Cap. 42 < No todo lo que brilla es oro >





[- Así es, nada más y nada menos que las Ruzzo en persona – sonrió Marabi dándole presunción a su apellido, la cual, no hacía falta. Ya todos estaban apantallados de la similitud entre ellas y… la diferencia tan grande a la vez, y por supuesto, de su exquisitez también.]

Perfecto. Bill me sonríe con ese lindo gesto de hermano mayor, Gustav me da un beso en la mejilla, Tom parece distraído y Georg besa apenas una de las comisuras de mis labios. Sensación de vértigo, hueco en el estómago.

Les presento a Marabi a cada uno de ellos. Dunja está ahora en la improvisada reunión del porche con nosotros; parece aliviada al conocer a sus nuevas compañeras de viaje y no tener que sufrirla sola. David no puede parar de mostrar sus dientes con entusiasmo.

Siento que llamamos la atención de todos los conductores que pasan por la calle, y también la de los peatones, ¿Por qué a Bill se le ocurrió alzarse el cabello hoy?

Georg, quien está justo a mi lado, toma mi mano. Nuestros dedos se acoplan afinadamente, unos a los otros. Me sonríe. Le sonrío. Como niños de primaria, nos soltamos en un torpe movimiento, ya que Dunja nos miró intrigada, y con una actitud de madre emocionada al ver a su hijo con su primera novia.

Los gemelos ya platican con mi hermana, bueno, en realidad creo que sólo Bill lo hace. Tom sigue distraído. Ella contesta con ese inglés, que a pesar de adquirirlo en Los Ángeles, es intachable. Aún así, tendré que enseñarle a hablar alemán.

Esa conmoción de conocer a la inexistente Ruzzo se apacigua, pero todos siguen con la sonrisa de oreja a oreja. Percibo como las miradas pasan de ella hacia mí, y de mí hacia ella. Todos notan el parecido, el parecido tan diferente.

- ¿Cómo has estado? – me susurra al oído.

- Supongo que bien – contesto, también en ruido parecido a lo inaudible.

- ¿Supones?

- Sí, tú sabes. Los días familiares – resalto la última palabra – me han tenido demasiado ocupada como para pensar en mi depresión mortal.

- Emo – aún secretea. Sonríe – Bien. Me alegra que seas feliz linda. ¿Sabías que íbamos a venir hoy?

- No – después de estar viendo al frente toda la conversación, topo con su nítida mirada – A mí me alegran las coincidencias.

Volvemos los ojos hacia delante. Está sonriendo, lo puedo sentir.

- ¡Constance! – Irrumpe su agradable gritito – No dejes que me ataquen con preguntas sólo a mi. A ti también te toca. Todos quieren una explicación – trota hacia mi y me toma del brazo.

- Sí. La mayor presión es para ti Dai – el intento de seriedad de Bill es muy adorable - ¿Por qué tenías a tu hermana oculta?

- ¿Ocultarla? ¿Yo? ¡Debes estar bromeando! – Giro los ojos mientras le doy un ligero pellizco a las mejillas de Mimi – Es ella la hermana mayor. Ella es la que ordena sobre mi ¿No? ¡Me apartó de su vida! – dramatizo.

- Está bien, está bien, está bien. Lo admito ¡La mandé a vivir aquí! – cruza los brazos y hace ese malvado gesto que de niñas, me hacía botar en risas.

- ¿¡Por qué?! – en unísono dicen, exaltados, todos.

- Estaba harta de que se robara todas mis bolsas ¡Es mi colección apreciada! – termina con una de sus maravillosas risas. Las caras de tensión se esfumaron y regresaron las del divertido ambiente.

- No todo lo que brilla es oro…

- Ustedes brillan chicas – interrumpe Dunja la frase que articulaba Jost.

- Exacto – dice contento este último – Será todo un placer tenerlas como parte del Tour. ¿Acaso vinieron para reunirse con estos malcriados? – señala a las cuatro superestrellas sonrientes que están junto a nosotras.

- No en realidad… - contesto apenada.

- Pero no se desanimen – dice Mimi guiñando un ojo – Para mi es todo un honor conocerlos. Son geniales, tan sólo de primera impresión. Mi pequeña y yo fuimos a quedarnos sin dinero a un centro comercial, de regreso, nos adentramos a esta calle y ella me indicó que aquí era el estudio.

- El honor es nuestro – responde Gustav tímido. Sus cachetes se tornan rojizos cuando Mimi le devuelve el gesto con una deslumbrante sonrisa.

- ¡Que encuentro extraño! – Exclama Georg pasando las manos por su cabello para posarlas después en su nuca – Nosotros vinimos a causarle un ataque de desesperación a David.

- Sí, lo de siempre… - la voz de Tom hace debut. Pero parece enfermo. Asqueado.

- No se cómo los soporto – David sonríe dándole palmaditas a Gustav – Pero bueno, será mejor que entremos, puede haber paparazzis ansiosos por la zona y eso no sería nada bueno, Daiana lo sabe a la perfección.

- Puedo decir que no es una experiencia recomendable – oculto una risa – Y gracias, pero, creo que nosotras nos vamos.

- ¡Acabamos de llegar hermosas! – reprocha Bill tomando mis manos.

- Ya veníamos cansadas – agrega Mimi.

- Adentro hay varios sillones y puffs. Es cómodo – dice Georg también con un tono de insistencia – Un rato. No sacaremos tequila cómo la última vez…

- ¿¡Se pusieron ebrios cuando estaban con Daiana?! – Dunja y su hostil mirada hizo que Geo se encogiera y se soltaron las risas – Ustedes son un bodrio.

- ¿Eh? ¿Ebrios? – Pregunta Bill haciéndose el desinteresado - ¿Alguien habló de alcohol? ¡No! ¿Verdad Georg? – Esté niega con la cabeza - ¡Ay! ¡Mi Dunny! Estás tan cansada que escuchas voces, no te preocupes, deberíamos de entrar para que te relajes.

- Sí claro. Escucho voces – gira los ojos, junto a una risa mientras es impulsada a entrar por el menor de los gemelos que la dirige por los hombros.

Los siguen Tom y Gustav; David y Georg por igual. Volteo a verla y se enoje de hombros.

- Un rato no afecta a nadie – ladeo la cabeza en dirección de la puerta de entrada.

- Yo encantada.

Y nos unimos a esa especie de fila india hacia la gran casa de color blanco. Blanco como el futuro.

 .  .  .  .  .

- No se que haría sin ustedes. Gracias.

- Te sacarías de quicio, seguro – bromeo.

- Eso no está en duda ¡Sólo mírenlos! – Dunja se asoma en el marco de la puerta. Ellos, están haciendo un desastre – Siguen siendo unos niños.

- ¿Siempre lidias con lo mismo? – Mimi dice con la vista en Georg, quien molesta a Gustav con anécdotas pasadas.

- Todos los días que nos reunimos – asiente la rubia extendiéndonos una hirviente taza de café a cada quien. No sabía que el estudio tuviera una pequeña cocina – Pero ya no puedo más. Últimamente me agoto y me irrito de todo, y juro que no tengo la menopausia – reímos.

- Trataremos de ayudarte en todo lo posible en el viaje, no te apures – expresa Mimi sonriendo a través de su taza.

- Puedes dormir tranquila – bromeo con un aire de suficiencia.

- Pues… - levanta las cejas – Que más quisiera. No es por ofenderlas chicas, pero, más que poner orden, me van a distraer a ese cuarteto de testosterona.

- No – digo instantáneamente, con ese tipo de reacciones que sólo me ponen en evidencia – Es decir, no, no te preocupes. Ellos tienen una amplia gama de superestrellas, yo sólo soy una de sus amistades, y estoy segura que mi hermana también lo será.

- ¿Sí? – Pregunta confundida - ¡Creo que estoy demasiado paranoica también! Deberías de observar la forma en la que Georg te mira y estarías de acuerdo conmigo.

Mimi me da un discreto pisotón y pone ese gesto. ``Te lo dije ´´ es lo que su rostro expresa. Le sonrío a mala gana. Ella da un sorbo al café, ostentosa.

- ¿Y para mí no hay un súper café? – reprocha Bill, entrando veloz al lugar. Dunja sonriente, le entrega su porción y le acaricia la mejilla.

- Pero a pesar del malestar que me causan, los amo – repone Dun causando más entusiasmo en Bill.

Después de una breve plática y varias tazas de la bebida, la cocina estaba repleta de gente. David se encargó de presentarnos al resto del Staff, quienes aceptaron cordiales nuestra compañía en el Tour de Autógrafos.

Aclaramos los detalles que me preocupaban. Nos incluyeron como parte del equipo de trabajo, por lo mismo, todos los gastos van pagados. Podemos reunirnos con la banda en su tiempo libre y durante las firmas nosotras exploraremos el país, junto a dos miembros del equipo de seguridad, a insistencia de David y Georg.

Tenemos un mínimo tiempo para prepararnos, el plan es muy apurado. Una semana y nos encontraremos en un bus rodeando una enorme cantidad de lugares. Mimi parece más convencida, noto que se lleva bien con Bill, sin embargo, Tom, creo que no le agrada en lo absoluto ¿Y… porqué el la mira de esa forma? Se ve rígido, apartándose de ella en lo más posible, cómo si apestara. Lo normal sería que pusiera su pose de galán en práctica y comenzara a jugar con la perforación que tiene en el labio; creo que Marabi es exactamente su estilo. Ella sigue siendo cordial, pero le molesta que la mire así. Algo hay ahí.

- Los gemelitos no me creían – dice rodeando mi cadera con su brazo. Me sacó un susto – Les tuve que repetir la historia varias veces para que comenzaran a tragársela.

- Supongo que pensaban que ya me conocían bien – digo tratando de sonar suave – Sacar de pronto que tengo una hermana, no ha de ser fácil de aceptar.

- ¡Claro que no! – Se mofa, sacudiéndome – Yo también pensé que era broma en un principio. Pero tu sabes, cuando la vimos en el taxi, eras tú. Es sorprendente su parecido.

- ¡No! ¡Te causó un trabajo distinguir de quien se trataba mentirosito! – Reclamo con diversión – Echaste un vistazo a tus contactos para relacionar, bobo.

- Dai, si quieres que la historia se escuche mucho más sorprendente, debes de omitir esa parte – alzo la vista y le veo esbozar una sonrisa tan arrebatadora que sólo pudo contemplarla como una tonta.

- Lo dices como si fuera a convertirse en leyenda.

- Es digna para convertirse en una – me pega un poco más a su cuerpo con delicadeza. Los demás conversan con fluidez sentados en los sillones de color azul rey.

- Te agradezco por ayudarme a encontrarla y tomar la situación de una manera apropiada – sonrío, caminando para quedar de frente a él.

- Puedo tomar las cosas en serio, aunque nadie de aquí lo crea – pone un gesto berrinchudo.

- Yo te creo Georg – le digo entre risas, poniendo las manos como barrera a tan ridículas caras - ¡Pero deja de hacer eso! ¡No frunzas los labios!

- Cierto, se me olvidaba que los labios están hechos para hacer cosas más importantes que caras y gestos.

El verde de sus ojos y sus pestañas tan cerca de las mías. Me acaba de robar un beso, uno fugaz y yo apenas puedo darme cuenta.

- ¡Hey pelirrojito! Si quieres besar a mi hermana primero tienes que pedirme permiso – alega ella en un casi grito.

Volteamos la mirada, todos se han quedado atónitos y hay un silencio fulminante ¿Qué no estaban en sus propios asuntos? Siento mi piel transparentarse y mis ojos queriendo salir de sus órbitas.

- ¿Eh? – Exclama él – Claro que lo haría – creo que repondrá esto – Gracias por la advertencia.

- ¿La acaba de besar – dice Bill atónito, más bien para si mismo.
- ¿Qué? ¡No! – Georg ríe melodiosamente - ¿Creen que besaría a alguien en frente de un puñado de burlones? Daiana tenía un pequeño bichito caminando en su mejilla, simplemente me acerqué a quitárselo – Y sí, sonó creíble. No se como logró que excusa tan poco creativa fuera tan convincente.

- ¡Oh! Este mes se me olvidó llamar a fumigación – dice una de las asistentes de Jost, estampando la mano contra la frente, agregándole el toque final.

- Lo ven – digo a forma de reto – Dejen de estar al pendiente de nosotros, buscando algo.

- Pues es que aquel que busca, encuentra ¿no? – dice Tom elaborando lo más cercano a una sonrisa, que se opacó con las risas de los demás. Volvió ese gesto de amargura en él.

- No pensarás que lo negué por cobarde ¿Verdad? – Georg pregunta cuando todos vuelven a lo suyo, aunque Mimi no parece muy convencida – No sabes las ganas que tenía y aún tengo de admitir que te había robado un mínimo beso.

- No… - susurro exaltada ante la idea.

- Exacto – pasa mi cabello detrás de mi oreja – A ti no te hubiera gustado que fuera así.

- Georg, no es eso… - trato de reponer. Es imposible tratar de expresarme con este cóctel de sentimientos que me ataca.

- Esto no es un reclamo – se ríe entre dientes ante la perplejidad de mis palabras – Si es tiempo lo que necesitas, esperaré lo que sea necesario.

- Yo…

- Y sí es algo más – me interrumpe – Lo encontraré.

La lluvia truena afuera haciendo una armónica canción. Él es tan comprensivo que hasta me asusta. Me limito a sonreír. Tiempo, no se sí es eso lo que necesito, no se que necesito. Por ahora sólo requiero que sus brazos me rodeen voluntariamente, pero se que eso no sucederá, por lo menos no mientras todos aquí dentro sigan pendientes de nuestros movimientos de una forma que ellos consideran discreta.

El diluvio se está convirtiendo en niebla ahora que salimos del estudio. La noche está reluciente. Nos despedimos eufóricamente de todos a pesar de que los veremos en una semana, con el inicio del Tour.

Ahora me siento mejor en la seca cabina del auto. Enciendo la calefacción y ahueco mi pelo mojado para que se seque mientras volvemos a casa. El camino es un poco largo. Mimi me sonríe al cerrar la puerta de su lado una vez adentro.

- Siento que tu copiloto estrella te va a fallar esta vez – digo acurrucándome en el asiento y cerrando los ojos lentamente. Esa oscuridad hermosa.

- Ni que sirvieras de mucho – puedo imaginarme la sonrisa burlona en su terso rostro – Para eso existen los GPS.

- Mala – digo, combinando con un bostezo.

- Descansa Constance – voz angelical es la que percibo y un beso en mi frente. Después me podrá reclamar todo lo que quiera. Ahora sólo buscaré lo que necesito en la profundidad de mis sueños.


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jueves, 12 de agosto de 2010

Biografías: Taylor Pethel

Taylor Pethel
31 años (27 de abril de 1984)

Nacido en la ciudad de Nueva York, EUA

Taylor, es un distinguido diseñador de modas a nivel mundial. Sobresale en el mundo de la moda por su único carácter pícaro y sus diseños exclusivos. Trabaja en la misma compañía que Atziri (de hecho, es su noble pero duro jefe) y se enfoca en vestir a las más famosas y exéntricas estrellas como Lady Gaga, Beyonce, Dakota Fanning y Rihanna. 

El señor Pethel aceptó su homosexualidad a los 19 años, aún temeroso de las opiniones de los demás, sin embargo, ahora la aporta con un extremo orgullo y ha confesado que su dieta se basa en Rockstars para la cena xD! Se declara todo un comedor de hombres.

Decidió guiarse hacia el diseño de modas porque estaba harto de la ropa masculina que llevaban todos los hombres, sin el toque que a el le gustaba. Hizo su propio estilo.

Tiene varios mejores amigos con los que sale los viernes a comprar todo aquello que aporte lentejuelas, colores impactantes, animal print y sea de diseñador; para ese mismo día por la noche, salir a estrenarlo y hacer radiar todos los clubs nocturnos de Berlín.
Se tiñé el cabello de rubio, en un tono que el considera apropiado, normal, y hasta un cuanto aburrido, pues antes acostumbraba pintarselo de rosa neón, pero desde que entró a los 30 decidió madurar su aspecto para no lucir vulgar. 
Sus marcas favoritas son Chanel, Volcom y por supuesto Prada (El primer desfile al que asistió era de esta marca).

Cuando se enteró del significado de su nombre, no pudo parar de reír por la loca coincidencia, ya que Taylor significa ``Sastre´´.

No le interesa el matrimonio en lo absoluto, pues prefiere las relaciones abiertas, no cree que pueda ser fiel, a él sólo le gusta divertirse xD! Su noviazgo más largo fue de dos meses y acabo en un desástre, pero a pesar de eso, Taylor admite que le hizo aprender demasiado.

Le gusta combinar los colores eléctricos con los neutrales. Su guardarropa está repleto de esas tonalidades.

Su amor platónico es Jefree Star (Googleen sí no lo conocen y verán de lo que estoy hablando xD) al cual conoció en un After Party y sólo intercambió unas pocas líneas con él, pero fue lo suficiente para creearle esa terrible obseción.

LLoró a mares cuandó murió Michael Jackson, y lo peor del asunto es que ni sabe porque, ya que no se considera un fanático del Rey del Pop. Seguro estaba estúpidamente drogado.

En cuanto vio a Daiana, quedó apantallado con el brillo que despedía y no pensó ni un segundo en hacerle la gran propuesta de lanzarla al estrellato, lo cual ahora es un gran dolor de cabeza para ambos, pero el asegura que valdrá la pena, es el proyecto del siglo.

Adora el brillo labial y abusa de él. Tiene la manía de mover la cabeza de una manera muy peculiar para acomodar su rubia cabellera (lo cual, le ha funcionado cómo técnica de ligue en la mayoría de las ocaciones).

Se obsecionó con la canción  ``Alejandro´´ de Gaga desde el día que salió a la venta y la escucha mínimamente una vez al día. Se ha convertido en un hábito.

No le agradá hacer filas largas, prefiere pagar para que alguien las haga por él. Tampoco le gusta tomar cualquier tipo de bebida mientras come; después de acabarse el plato comienza a beber. Odia los jeans acampanados.

Es fanático de las chicas que se animan a usar tacones altos para un día normal, no sólo en eventos especiales, tal vez es una de las razones por la que convive tan bien con todas las modelos. Ellas lo adoran, y para él, ellas son como sus ángeles.
 
Aborrece a la gente quejumbrosa al igual que la aburrida, le gusta la personalidad. 

Pasa su tiempo libre creando locas ideas para sus nuevas colecciones y haciendo collages de revistas.

Lo que más ama en la Tierra es a su famila. Daría toda su colección de bolsos por ellos. Sus dos hermanas (que ahora ambas son modelos) lo aman muchísimo. Salen de compras los tres juntos y gracias a él, ellas tienen un estilo increíble.

A pesar de tener a un hombre diferente en su cama todas las noches, admite que las mujeres besan mucho mejor (tuvo cuatro novias antes de darse cuenta que llevaba la bandera gay por dentro, el siempre fue un wilo) xD!

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¡Yei! Está es la primera Biografía. Comenzamos con un personaje muuuuuuuuuuy divertido, Taylor, quien es interpretado por Autsin Scarlett, diseñador reconocido por estár en la primera temporada de el reality show ``Proyect Runway´´. Siempre amé al tipo, quien es muy parecido a todo lo que acabo de poner, sólo que en versión tímida!

Poco a poco saldrán las siguientes biografías. Amor & Paz! <3


ah.... y comenten porque si no se los va a comer el Coco :D!

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