martes, 31 de agosto de 2010

Cap. 43 < Puede estar mal. Se que está mal >





[- Descansa Constance – voz angelical es la que percibo y un beso en mi frente. Después me podrá reclamar todo lo que quiera. Ahora sólo buscaré lo que necesito en la profundidad de mis sueños.]

(Bill Kaulitz)

- Me siento agotado – los zapatos me matan, así que los arrumbo debajo del sillón – Pensé que sería rápido.

- También yo – dice saliendo de la cocina con un plato de cereal y dejándose caer a mi lado – Pon algo que ver.

- No tengo fuerzas ni para elegir algún programa – le aviento el control de la televisión – Ha valido la pena. Georg seguramente está brincando de felicidad. No estaba inventando nada….

- Pensé que ya le había entrado a la hierba – ríe. Ríe por primera vez en el día.

- Lo sé. Nos contó la historia tan animado que sonaba actuado – sonrío mientras me pierdo en las imágenes del televisor – Estaba desesperado.

- Ya le tocaba sufrir un poco.

Tom está poniendo ese gesto… ese gesto al cual le temo. No me voltea a ver, ni siquiera le presta atención al tazón de cereal que tiene en las manos, el cual ahora luce aguado. Sólo tiene el control en una mano y cambia los canales una y otra vez. Creo que ya hemos pasado por la misma programación cerca de tres veces.

- Tom… la tele.

- Ah, sí – dice desorbitado y deja de apretar el botón. Cae en un documental de la reproducción de las ballenas. Lo ve fingiendo el interés más torpe posible.

- Ok. Esto es ridículo – aprieto el botón rojo y el aparato devuelve la imagen negra de apagado.

- ¡Hey! ¿¡Qué te ocurre?! – me arrebata el control y volvemos al océano lleno de animales gigantes procreando.

- ¡Tom! ¡Es un documental de cómo las ballenas…
- Ya lo sé – levanta los hombros – Estoy comparando el tamaño de la ballena macho con mi…

- ¡Suficiente información! – gritó tapándome los oídos. El sonríe burlándose de mí – Lo vulgar nadie te lo arrebata – protesto, riendo.

- No Bill, para tu mente virgen es vulgaridad. Lo vulgar es repugnante, yo no soy repugnante, yo soy…

- Un ninfómano – completo girando los ojos mientras el levanta los pulgares en mi dirección.

- Exacto, por eso eres mi hermano…

- 25 años junto a ti no son en vano, como si no te conociera.

Me sonríe y por fin le da la primera cucharada al cereal. Yo le doy la segunda.

Sí, como lo sospechaba. Estoy demasiado paranoico. Lo noté tan reservado en la reunión, pero todos tenemos nuestros momentos. Es sólo que me inquieta verlo tan frío, tan duro, tan… tan no él. Parece que la comida lo hace feliz, justo como a mí.

- Son encantadoras – le digo, hurgando en el refrigerador.

- ¿Quiénes? – exclama distraído quitándose la sudadera.

- ¿Quiénes crees? – le hecho una mirada obvia desde la barra de la cocina.

- Ah, Daiana y Marabi – contesta con indiferencia, volviendo a lo suyo – Sí, son… simpáticas.

- No puedo creer que no sean gemelas ¿Las viste? ¡Son idénticas!

- Idénticamente diferentes. Tienen el aire de los Ruzzo.

- ¿Acaso conoces a toda la dinastía? – me burlo untando mantequilla a un pan.

- No, supongo que tienen el aire de su familia.

- Su mamá es de México y su padre inglés, me lo dijo Dai. Es por eso que ella tiene tonalidades más claras que las de Mimi…

- Se llama Marabi – me interrumpe, fijando la mirada en la mía – Marabi.

- Pero a ella no le molesta que le diga Mimi – sonrío, o por lo menos trato de hacerlo. Siento temblar el pan en mi mano – Además suena fascinante.

Lo veo negar con la cabeza y pone su atención al control de videoconsola en sus manos.
- Dame eso – le intercambio un sándwich de mermelada por el videojuego. Me siento a su lado, pero aún tengo la sensación del pecho quemándome la ropa. Algo me huele mal.

- Perderás antes de que me termine el emparedado, y créeme que eso es muy veloz.

- Ni lo sueñes – contesto retador, aunque se que el me supera infinitamente en este tipo de cosas – Ella es muy hermosa.

- Sí, está guapa – sus ojos siguen las luces que salen de la pantalla, y nada más – ¡Estás apunto de perder idiota! – grita divertido y mi cabeza vuelve al juego unos segundos.

- Está guapa. Está guapa. Guapa – repito sin ánimos - ¿Está guapa y ya?

- Pues sí…

- ¿Sólo eso?

- Aha…

- Pero…

- Bill, la acabo de conocer, no le voy a pedir que se case conmigo.

- Podrías fingir un poco más de entusiasmo.

- ¿Para qué? – fanfarronea.

- Para que a tu hermano pequeño no se le cruce la idea de mandarte a un psicólogo – pauso el juego, así ninguno de los dos evitamos las miradas - ¡Tom! Lo repito… ¿La viste?

- Ya te dije que sí – me trata de quitar el control de las manos. ¿Cómo hacerlo entender que no es tiempo de bromas? – Dámelo…

- ¿Es normal qué sólo le hayas encontrado un adjetivo para describirla y ese fue ``guapa ´´? ¿Es normal qué no hayas puesto esa mirada perversa? Tom ¿Es normal qué no hayas molestado a Georg o hayas dicho una broma en todo el día?

- Le das demasiada importancia. Pon el juego.

- ¿Demasiada importancia? – caigo en cuenta de que estoy elevando el control en el aire y lo paseo entre mis manos para que el no lo pueda tomar. Nos vemos ridículamente infantiles, pero quiero que me escuche.

- Pon el maldito juego de una vez.

- ¡No! ¡Dímelo! ¿¡Es normal!?

- Que sé yo… no me preguntes más. Es enserio Bill – esta frustrado, pero yo quiero esa respuesta. Se que se está conteniendo, pero no lo hará por mucho, incluso ya comienza a bufar.

No es una sospecha, se que hay algo. Lo puedo sentir. Es algo que lo está matando, y quiero que me lo diga, quiero que se encuentre bien.

- ¡Tom, dímelo! – odio gritarle, pero lo estoy haciendo. Paso el control de una mano a la otra en un movimiento. Algo me obliga a realizar todo esto. Es él quien me lo pide. Él en su interior.

- ¡Ya cállate!

- ¿¡Qué te pasa?! ¿¡Qué es lo que te molesta?! ¡Pareces una marioneta sin chiste!

- ¡CÁLLATE!

- ¡Ambos sabemos que algo ocurre! ¡Dime que es lo que no te está dejando respirar en paz! ¡Se que es algo que te atormentará una y otra vez!

- ¡NO!

- ¡SÍ TOM! ¡Sí LO HARÁ!

Puedo sentir sus kilos abalanzarse sobre mi cuerpo, con toda la furia. Aún busca el control, sí, aún trato de ocultárselo.

Sus ojos enrojecidos y acuosos al igual que los míos, pero por sentimientos diferentes. Pataleo, una y otra vez, para quitarlo; es imposible, no se quitará. Sus rodillas se clavan en mis costillas, la presión me causa un dolor agudo. Ya no se trata del control de la video consola, nunca se trató del control. Una lágrima hirviente cae sobre mis labios. Tom, quítate, por favor, quítate. ¿Cómo es que llegamos a esto? Mis brazos son demasiado inútiles para quitar a los suyos que ahora me están aniquilando. Sus manos aprisionan mi cuello con mucha fuerza, me aterra la facilidad con la que lo hace. Se escucha un gruñido animal, este procede de la profundidad de su pecho. No puedo sentir nada. Trato de no entrecerrar más los ojos para que me vea. Para que vea que soy su hermano.

- Tom… - sale de mis labios un sonido ronco y cortado.

Su cuerpo da un pequeño brinco al escuchar su nombre. Sigue asfixiándome, pero su gesto cambia. La violencia en sus ojos se convierte en miedo. Aunque aún siento la presión y es inalcanzable una bocanada de aire dentro de mí, su semblante se relaja. Me ve asustado. No se ni siquiera que cara tengo yo. Me duele la traquea, me arde el pecho.

El es el que ahora está en el piso. Seguí forcejeando entre puñetazos y patadas para quitármelo de encima, y una extremidad de mi cuerpo logró lanzarlo lejos de mí. Voló hasta el suelo.

Una sensación de entumecimiento y pesadez me invade el tronco. Logro incorporarme un poco en el sillón. Comienzo a toser como loco. En mi garganta se extiende un dolor inmenso, como si fuera una raspada. Siento aguijonazos de malestar en la boca del estómago.

El ruido de mi seca tos sólo logra que la escena no pueda ser más aterradora.

- Bill… - se escucha tembloroso – Bill… - repite mientras lo volteo a ver.

Tiene la cara teñida en rojo brillante. Parpadea, salpicando pequeñas gotas de sangre a su alrededor. La orilla de la mesa de la sala de estar también está manchada de esta, se ha abierto la sien con el impacto de la caída. Toca su frente empapada y mira su mano, esto hizo que su rostro se agitara con una chispa de vida, más bien, una chispa de ira. Lo escucho bramar.

No me puedo parar del sillón. No puedo, no puedo ni siquiera respirar y no precisamente porque acabo de sufrir un intento de ahogamiento. Mi hermano está a unos pasos míos con el rostro cubierto de sangre, no se que hacer. Quiero gritar y llorar. Tal vez el espera mi reacción, pero soy incapaz de hablar.

- Yo… voy a llamar a una ambulancia – suelto después de varios minutos ahí, viéndolo como un tonto sin hacer nada. Aún tengo ese raro tono de voz, me lastimo en cada palabra que articulo.

- No – interrumpe. Se levanta con calma y se sienta a mi lado. Su camisa también está salpicada – Ya te ha tocado bastante esta noche. Es mi culpa. Soy un idiota – remarca la palabra con un grito mientras se limpia furioso el líquido que sale de su frente, con la sudadera que llevaba puesta esta tarde – Vuelvo por la mañana.

Toma las llaves y cruza la puerta tan rápido, cuando apenas estoy analizando lo que acaba de decir.

- ¡Oye! – exclamo lo más fuerte que puedo. Sólo me lastimo más. Trato de alcanzarlo y me paro en un solo movimiento que me causa caer al suelo. El corre hacia mí – Yo… déjame ayudarte Tommy – tengo los ojos cerrados pero siento mis pies elevarse, me está cargando.

- Ni lo pienses. Necesitas descansar – me posa sobre una superficie, creo que es mi cama – Te traeré algo… o a alguien. No te levantes Bill. Estás grave…

- Tú estás grave… pero del cerebro – murmullo. No puedo abrir los párpados. Me siento mareado.

- Sí – siento ese tono con una sonrisa – Yo soy un completo estúpido – sus palabras se hacen lejanas, muy lejanas.

.   .   .   .   .

Son las 10 de la mañana y me despierto con un dolor de cabeza insoportable. Tengo una sed que presiento que será difícil de calmar. Camino muy extraño. ¿Qué ha pasado?

- Tom – lo llamó al salir de la habitación pero no me contesta. Vuelvo a decir su nombre mientras me adentro a la sala de estar y tropiezo con algo, tropiezo con el control del Xbox.

Entonces, compruebo que no fue una pesadilla…

Los cojines del sillón se expanden por todo el lugar, hay una maceta rota, rastros de cereal remojado y el plato de estos hecho añicos, manchas rojas impregnadas en el tapete al igual que la esquina de la mesa de vidrio y mil recuerdos que pasan como el trailer de una película por mi cabeza.

- David mandará a alguien para que arregle este desastre pronto – me dice, hablando detrás de mi.

- Pensé era mi mente que me había jugado un mal sueño.

Tiene la cien hinchada y repleta de puntos. Luce demacrado y trasnochado. El me mira sorprendido también, entonces corro hasta el espejo de mi cuarto.

Mis ojos están enrojecidos e irritados. Tengo ojeras de drogadicto y los moretones van apareciendo a la vez que bajo la mirada para apreciar los daños en mi cuerpo.

- Vendrá un doctor a revisarte – me dice recargado en el marco de la puerta.

- No, me tomaré algún desinflamatorio.

- Bill – repite mientras se me acerca y me toma del brazo para llevarme a la orilla de la cama, en donde me obliga a recostar – Esto es delicado. Por favor, permite que te revisen.

- Está bien – contesto. Le temo a la revisión, o más bien, a un mal diagnóstico que esta pudiera detectar.

Tom entrecierra los ojos. Estoy seguro de que no ha respirado ni una vez desde anoche.

- Soy… yo… me doy asco – dice sentándose a los pies de la cama – No me perdonaré esto jamás.

- Prefiero no recordarlo.

- Me gustaría fingir que nada pasó, pero no puedo. Bill, yo casi te…

- No estoy enfadado – interrumpo, sonriéndole – Tampoco te voy a pedir una explicación ahora.
- Pero tú reacción normal sería esa. Me atacarías histérico con mil preguntas.

- Tom, esta vez no. Yo insistí en que hablaras, porque presentía que tenías la necesidad de hacerlo. Sin embargo, lo puedes hacer cuando quieras.

- No intentes culparte por nada de esto, Bill. Sólo lograrás que me sienta todavía más disgustado. Soy un tarado…

- ¡Deja de insultarte! No vas a solucionar nada con esas palabras, no te voy a tener compasión con algo así.

- No quiero que te entristezcas por mí. No espero que me perdones. Sólo no dejes de ser mi hermano. Eres el mejor acompañante de vida que alguien puede tener, además del mejor consejero. Me has soportado a pesar de mi alto libido y demás cosas que te causan preocupación.

- ¿Estas siendo melodramático? – me reí entre dientes.

- Ni siquiera se que significa eso – suspira.

- No estoy enojado. Estoy asustado. Quiero dejar ir este ``recuerdo ´´ lo más pronto posible o me comenzará a afectar.

Asiente cabizbajo y sale del cuarto con pequeños pasos para dejarme descansar.

La revisión médica salió bien. David inventó una historia al doctor respecto a lo sucedido y ni siquiera nos cuestiono sobre lo que realmente había pasado. Unas cuantas pastillas para calmar el dolor.

Tom ha venido esta noche, sin decir nada. Se sentó en una esquina del cuarto con esa hermosa guitarra de madera y tocó una suave música para mí, la cual, me las recordó, me recordó a las hermanas Ruzzo. Me pregunto si su hermandad es tan perfecta o ha sido tan perfecta como lo es ante los ojos de todos. Me pregunto si una a la otra se ha aterrado. Me pregunto si han sido unidas.

Me pregunto si se quieren la una a la otra tanto como yo quiero a Tom…

Continue lendo...

jueves, 19 de agosto de 2010

Biografías: Angélica Atziri

Angélica Atziri

23 años (1 de Febrero de 1992)

Nacida en la Ciudad de México, México.

A pesar de tener dos nombres, es más conocida por el segundo, Atziri.

Esta chica morena, nació en el Distrito Federal en México (Aún conserva la nacionalidad mexicana) entre dos hermanos mayores y otro par menores que ella, entre el ``sandwich´´ de la familia. 

Siendo la única niña, nunca se identificó con las muñecas ni los barnices de uñas; ella prefería salir con sus hermanos a jugar detrás de una pelota o con su extensa colección de Hot Wheels por tardes enteras.

Estudió la primara, secundaria y preparatoria en su país natal. Cuando se graduó de está última, se preguntó seriamente que haría de su vida. Su madre aseguraba que elegiría algo como Ingeniería Automotriz, pero para sorpresa de todas las personas que la conocían, eligió Diseño de Modas como carrera. Atziri quería probar algo diferente y por una extraña razón, los desfiles de modas la comenzaron a enamorar.
Terminando la carrera en la pequeña escuela a la cual asistía, comenzó a inventar sus propios diseños y mandarlos a dar a conocer por todo el mundo. Fue ahí cuando Taylor Pethel se topó con una de sus creaciones y la quizo en su equipo de trabajo de inmediato. Ella, aún indecisa, empacó sus cosas, se despidió de su familia y se adentró a la nueva etapa de su vida.

Llegando a Alemania fue bienvenida como nunca. Taylor se puso aún más orgulloso de llevar a Atziri a su compañía ya que le faltaba una chispa de emoción. Con la ingeniosa y divertida forma de ser de la mexicana formaron el equipo perfecto en tan sólo unos pocos días.

Conoció a Daiana y Elisa en un Photoshoot de la revista Intense Magazine, cuando sus atuendos eran fotografiados encima de una esquelética modelo. Intercambiando unas pocas palabras, ya se encontraban compartiendo café y riendo a carcajadas. Lo curioso es que un año después de conocer a sus mejores amigas, se enteró que Daiana también es de origen mexicano.

Posee un carácter difícil de lidiar, pero increíble. Tiene una respuesta para todo, y aunque trates de atacarla, ella siempre terminará con la victoria.

Se dedica a atormentar a Elisa xD! Le sorprende la paciencia que tiene su amiga, pues le ha hecho de todo; desde engañarla con una araña de plástico hasta tirar de la silla dónde Elis se iba a sentar. Ríe por horas ante recordar cada uno de sus maléficos planes, pero admite que ellas son como uña y mugre.

Su deporte favorito es el Soccer y cada que puede, se escabulle a algún parque para encontrar un grupillo de personas con quien jugar.

Es fan de la banda Simple Plan desde que salió su primer albúm, pero no ha asistido a ningún concierto de ellos. Sigue resentida con el menor de sus hermanos por haberle comprado un boleto para ir a ver a Moderatto en vez de SP cuando aún vivía en México, como regalo de cumpleaños; él sin embargo, no a vuelto a regalarle nada con temor a volverla a regar xD!

En cuanto lo amoroso, la mejor relación que ha tenido fue estudiando la carrera, pero tuvo que terminar por su repentino viaje a la ciudad de Berlín. Ella sabía que ha distancia su noviazgo no iba a funcionar. El chico, sin tener idea de quien era Taylor (y las prefernecias de este) le mandó una amenazadora carta diciendo que no se le acercara a su ex-novia, y que mucho menos, le pusiera las manos encima. Atziri y Pethel encontraron la carta bastante divertida xD.

No se concidera femenina, simplemente se concidera pues... ella. Sabe que ser críada entre cuatro hermanos no iba a tener como resultado color rosa, vestidos ni pestañas postizas en su persona.

Le gusta salir de fiesta con Dai, las películas de terror, el skateboard, las papas fritas y los tenis de la marca Vans.

El único aspecto de su trabajo que le molesta es tener que levantarse temprano, pero aún así es su pasión. Saca inovadoras ideas de vestuario con cualquier cosa que se le pase enfrente. Su estilo prefilecto para diseñar es el Rock-Indie.

``Loco momento ocioso ´´ fue como definió aquel día que le pasó la idea por la cabeza de pintarse el cabello. Eligió un tono chocolate y sin tener mínima idea de como aplicar el color en su cuero cabelludo, lo hizo. El resultado no fue malo, pero no le agradó en lo absoluto. Lavó su cabello enseguida, frenéticamente, hasta que se le calló el tinte. Momentos después tenía un gran dolor de cabeza.

Atziri es totalmente sincera. No importa si la verdad duele, ella sólo la dice tal y como la perciben su par de obscuros ojos. Esto le ha generado unos cuantos problemillas ante algunas personas sensibles, pero como ya se mencionó antes, siempre tiene una respuesta para todo.

Tuvo una relación con uno de los Rowman. William Rowman. Fueron presentados atravéz de Daiana. Al principio todo simulaba un cuento de hadas muy a su estilo hasta que llegó la tormenta. Aunque le es duro admitirlo (y más si está su par de amigas cerca) lo sigue extrañando. Le es duro ver que fueron separados por problemas que no tenían que ver mucho con ellos. Juntos eran una bomba de bromas y diversión.

El gemelo Kaulitz, Tom, le resulta muy atractivo. Se ha besado con él tan sólo una vez, pero no hubo mucha mágia. Aún así, cada vez que lo ve en entrevistas o videoclips siente esa curiosa sensación de vértigo y emoción a la vez. Odia su egocentrísmo por completo, pero le causa interés tratar de ganarle ante sus no modestas declaraciones.

No le agradan los perfumes dulces, la guayaba ni el color amarillo.


Continue lendo...

lunes, 16 de agosto de 2010

Cap. 42 < No todo lo que brilla es oro >





[- Así es, nada más y nada menos que las Ruzzo en persona – sonrió Marabi dándole presunción a su apellido, la cual, no hacía falta. Ya todos estaban apantallados de la similitud entre ellas y… la diferencia tan grande a la vez, y por supuesto, de su exquisitez también.]

Perfecto. Bill me sonríe con ese lindo gesto de hermano mayor, Gustav me da un beso en la mejilla, Tom parece distraído y Georg besa apenas una de las comisuras de mis labios. Sensación de vértigo, hueco en el estómago.

Les presento a Marabi a cada uno de ellos. Dunja está ahora en la improvisada reunión del porche con nosotros; parece aliviada al conocer a sus nuevas compañeras de viaje y no tener que sufrirla sola. David no puede parar de mostrar sus dientes con entusiasmo.

Siento que llamamos la atención de todos los conductores que pasan por la calle, y también la de los peatones, ¿Por qué a Bill se le ocurrió alzarse el cabello hoy?

Georg, quien está justo a mi lado, toma mi mano. Nuestros dedos se acoplan afinadamente, unos a los otros. Me sonríe. Le sonrío. Como niños de primaria, nos soltamos en un torpe movimiento, ya que Dunja nos miró intrigada, y con una actitud de madre emocionada al ver a su hijo con su primera novia.

Los gemelos ya platican con mi hermana, bueno, en realidad creo que sólo Bill lo hace. Tom sigue distraído. Ella contesta con ese inglés, que a pesar de adquirirlo en Los Ángeles, es intachable. Aún así, tendré que enseñarle a hablar alemán.

Esa conmoción de conocer a la inexistente Ruzzo se apacigua, pero todos siguen con la sonrisa de oreja a oreja. Percibo como las miradas pasan de ella hacia mí, y de mí hacia ella. Todos notan el parecido, el parecido tan diferente.

- ¿Cómo has estado? – me susurra al oído.

- Supongo que bien – contesto, también en ruido parecido a lo inaudible.

- ¿Supones?

- Sí, tú sabes. Los días familiares – resalto la última palabra – me han tenido demasiado ocupada como para pensar en mi depresión mortal.

- Emo – aún secretea. Sonríe – Bien. Me alegra que seas feliz linda. ¿Sabías que íbamos a venir hoy?

- No – después de estar viendo al frente toda la conversación, topo con su nítida mirada – A mí me alegran las coincidencias.

Volvemos los ojos hacia delante. Está sonriendo, lo puedo sentir.

- ¡Constance! – Irrumpe su agradable gritito – No dejes que me ataquen con preguntas sólo a mi. A ti también te toca. Todos quieren una explicación – trota hacia mi y me toma del brazo.

- Sí. La mayor presión es para ti Dai – el intento de seriedad de Bill es muy adorable - ¿Por qué tenías a tu hermana oculta?

- ¿Ocultarla? ¿Yo? ¡Debes estar bromeando! – Giro los ojos mientras le doy un ligero pellizco a las mejillas de Mimi – Es ella la hermana mayor. Ella es la que ordena sobre mi ¿No? ¡Me apartó de su vida! – dramatizo.

- Está bien, está bien, está bien. Lo admito ¡La mandé a vivir aquí! – cruza los brazos y hace ese malvado gesto que de niñas, me hacía botar en risas.

- ¿¡Por qué?! – en unísono dicen, exaltados, todos.

- Estaba harta de que se robara todas mis bolsas ¡Es mi colección apreciada! – termina con una de sus maravillosas risas. Las caras de tensión se esfumaron y regresaron las del divertido ambiente.

- No todo lo que brilla es oro…

- Ustedes brillan chicas – interrumpe Dunja la frase que articulaba Jost.

- Exacto – dice contento este último – Será todo un placer tenerlas como parte del Tour. ¿Acaso vinieron para reunirse con estos malcriados? – señala a las cuatro superestrellas sonrientes que están junto a nosotras.

- No en realidad… - contesto apenada.

- Pero no se desanimen – dice Mimi guiñando un ojo – Para mi es todo un honor conocerlos. Son geniales, tan sólo de primera impresión. Mi pequeña y yo fuimos a quedarnos sin dinero a un centro comercial, de regreso, nos adentramos a esta calle y ella me indicó que aquí era el estudio.

- El honor es nuestro – responde Gustav tímido. Sus cachetes se tornan rojizos cuando Mimi le devuelve el gesto con una deslumbrante sonrisa.

- ¡Que encuentro extraño! – Exclama Georg pasando las manos por su cabello para posarlas después en su nuca – Nosotros vinimos a causarle un ataque de desesperación a David.

- Sí, lo de siempre… - la voz de Tom hace debut. Pero parece enfermo. Asqueado.

- No se cómo los soporto – David sonríe dándole palmaditas a Gustav – Pero bueno, será mejor que entremos, puede haber paparazzis ansiosos por la zona y eso no sería nada bueno, Daiana lo sabe a la perfección.

- Puedo decir que no es una experiencia recomendable – oculto una risa – Y gracias, pero, creo que nosotras nos vamos.

- ¡Acabamos de llegar hermosas! – reprocha Bill tomando mis manos.

- Ya veníamos cansadas – agrega Mimi.

- Adentro hay varios sillones y puffs. Es cómodo – dice Georg también con un tono de insistencia – Un rato. No sacaremos tequila cómo la última vez…

- ¿¡Se pusieron ebrios cuando estaban con Daiana?! – Dunja y su hostil mirada hizo que Geo se encogiera y se soltaron las risas – Ustedes son un bodrio.

- ¿Eh? ¿Ebrios? – Pregunta Bill haciéndose el desinteresado - ¿Alguien habló de alcohol? ¡No! ¿Verdad Georg? – Esté niega con la cabeza - ¡Ay! ¡Mi Dunny! Estás tan cansada que escuchas voces, no te preocupes, deberíamos de entrar para que te relajes.

- Sí claro. Escucho voces – gira los ojos, junto a una risa mientras es impulsada a entrar por el menor de los gemelos que la dirige por los hombros.

Los siguen Tom y Gustav; David y Georg por igual. Volteo a verla y se enoje de hombros.

- Un rato no afecta a nadie – ladeo la cabeza en dirección de la puerta de entrada.

- Yo encantada.

Y nos unimos a esa especie de fila india hacia la gran casa de color blanco. Blanco como el futuro.

 .  .  .  .  .

- No se que haría sin ustedes. Gracias.

- Te sacarías de quicio, seguro – bromeo.

- Eso no está en duda ¡Sólo mírenlos! – Dunja se asoma en el marco de la puerta. Ellos, están haciendo un desastre – Siguen siendo unos niños.

- ¿Siempre lidias con lo mismo? – Mimi dice con la vista en Georg, quien molesta a Gustav con anécdotas pasadas.

- Todos los días que nos reunimos – asiente la rubia extendiéndonos una hirviente taza de café a cada quien. No sabía que el estudio tuviera una pequeña cocina – Pero ya no puedo más. Últimamente me agoto y me irrito de todo, y juro que no tengo la menopausia – reímos.

- Trataremos de ayudarte en todo lo posible en el viaje, no te apures – expresa Mimi sonriendo a través de su taza.

- Puedes dormir tranquila – bromeo con un aire de suficiencia.

- Pues… - levanta las cejas – Que más quisiera. No es por ofenderlas chicas, pero, más que poner orden, me van a distraer a ese cuarteto de testosterona.

- No – digo instantáneamente, con ese tipo de reacciones que sólo me ponen en evidencia – Es decir, no, no te preocupes. Ellos tienen una amplia gama de superestrellas, yo sólo soy una de sus amistades, y estoy segura que mi hermana también lo será.

- ¿Sí? – Pregunta confundida - ¡Creo que estoy demasiado paranoica también! Deberías de observar la forma en la que Georg te mira y estarías de acuerdo conmigo.

Mimi me da un discreto pisotón y pone ese gesto. ``Te lo dije ´´ es lo que su rostro expresa. Le sonrío a mala gana. Ella da un sorbo al café, ostentosa.

- ¿Y para mí no hay un súper café? – reprocha Bill, entrando veloz al lugar. Dunja sonriente, le entrega su porción y le acaricia la mejilla.

- Pero a pesar del malestar que me causan, los amo – repone Dun causando más entusiasmo en Bill.

Después de una breve plática y varias tazas de la bebida, la cocina estaba repleta de gente. David se encargó de presentarnos al resto del Staff, quienes aceptaron cordiales nuestra compañía en el Tour de Autógrafos.

Aclaramos los detalles que me preocupaban. Nos incluyeron como parte del equipo de trabajo, por lo mismo, todos los gastos van pagados. Podemos reunirnos con la banda en su tiempo libre y durante las firmas nosotras exploraremos el país, junto a dos miembros del equipo de seguridad, a insistencia de David y Georg.

Tenemos un mínimo tiempo para prepararnos, el plan es muy apurado. Una semana y nos encontraremos en un bus rodeando una enorme cantidad de lugares. Mimi parece más convencida, noto que se lleva bien con Bill, sin embargo, Tom, creo que no le agrada en lo absoluto ¿Y… porqué el la mira de esa forma? Se ve rígido, apartándose de ella en lo más posible, cómo si apestara. Lo normal sería que pusiera su pose de galán en práctica y comenzara a jugar con la perforación que tiene en el labio; creo que Marabi es exactamente su estilo. Ella sigue siendo cordial, pero le molesta que la mire así. Algo hay ahí.

- Los gemelitos no me creían – dice rodeando mi cadera con su brazo. Me sacó un susto – Les tuve que repetir la historia varias veces para que comenzaran a tragársela.

- Supongo que pensaban que ya me conocían bien – digo tratando de sonar suave – Sacar de pronto que tengo una hermana, no ha de ser fácil de aceptar.

- ¡Claro que no! – Se mofa, sacudiéndome – Yo también pensé que era broma en un principio. Pero tu sabes, cuando la vimos en el taxi, eras tú. Es sorprendente su parecido.

- ¡No! ¡Te causó un trabajo distinguir de quien se trataba mentirosito! – Reclamo con diversión – Echaste un vistazo a tus contactos para relacionar, bobo.

- Dai, si quieres que la historia se escuche mucho más sorprendente, debes de omitir esa parte – alzo la vista y le veo esbozar una sonrisa tan arrebatadora que sólo pudo contemplarla como una tonta.

- Lo dices como si fuera a convertirse en leyenda.

- Es digna para convertirse en una – me pega un poco más a su cuerpo con delicadeza. Los demás conversan con fluidez sentados en los sillones de color azul rey.

- Te agradezco por ayudarme a encontrarla y tomar la situación de una manera apropiada – sonrío, caminando para quedar de frente a él.

- Puedo tomar las cosas en serio, aunque nadie de aquí lo crea – pone un gesto berrinchudo.

- Yo te creo Georg – le digo entre risas, poniendo las manos como barrera a tan ridículas caras - ¡Pero deja de hacer eso! ¡No frunzas los labios!

- Cierto, se me olvidaba que los labios están hechos para hacer cosas más importantes que caras y gestos.

El verde de sus ojos y sus pestañas tan cerca de las mías. Me acaba de robar un beso, uno fugaz y yo apenas puedo darme cuenta.

- ¡Hey pelirrojito! Si quieres besar a mi hermana primero tienes que pedirme permiso – alega ella en un casi grito.

Volteamos la mirada, todos se han quedado atónitos y hay un silencio fulminante ¿Qué no estaban en sus propios asuntos? Siento mi piel transparentarse y mis ojos queriendo salir de sus órbitas.

- ¿Eh? – Exclama él – Claro que lo haría – creo que repondrá esto – Gracias por la advertencia.

- ¿La acaba de besar – dice Bill atónito, más bien para si mismo.
- ¿Qué? ¡No! – Georg ríe melodiosamente - ¿Creen que besaría a alguien en frente de un puñado de burlones? Daiana tenía un pequeño bichito caminando en su mejilla, simplemente me acerqué a quitárselo – Y sí, sonó creíble. No se como logró que excusa tan poco creativa fuera tan convincente.

- ¡Oh! Este mes se me olvidó llamar a fumigación – dice una de las asistentes de Jost, estampando la mano contra la frente, agregándole el toque final.

- Lo ven – digo a forma de reto – Dejen de estar al pendiente de nosotros, buscando algo.

- Pues es que aquel que busca, encuentra ¿no? – dice Tom elaborando lo más cercano a una sonrisa, que se opacó con las risas de los demás. Volvió ese gesto de amargura en él.

- No pensarás que lo negué por cobarde ¿Verdad? – Georg pregunta cuando todos vuelven a lo suyo, aunque Mimi no parece muy convencida – No sabes las ganas que tenía y aún tengo de admitir que te había robado un mínimo beso.

- No… - susurro exaltada ante la idea.

- Exacto – pasa mi cabello detrás de mi oreja – A ti no te hubiera gustado que fuera así.

- Georg, no es eso… - trato de reponer. Es imposible tratar de expresarme con este cóctel de sentimientos que me ataca.

- Esto no es un reclamo – se ríe entre dientes ante la perplejidad de mis palabras – Si es tiempo lo que necesitas, esperaré lo que sea necesario.

- Yo…

- Y sí es algo más – me interrumpe – Lo encontraré.

La lluvia truena afuera haciendo una armónica canción. Él es tan comprensivo que hasta me asusta. Me limito a sonreír. Tiempo, no se sí es eso lo que necesito, no se que necesito. Por ahora sólo requiero que sus brazos me rodeen voluntariamente, pero se que eso no sucederá, por lo menos no mientras todos aquí dentro sigan pendientes de nuestros movimientos de una forma que ellos consideran discreta.

El diluvio se está convirtiendo en niebla ahora que salimos del estudio. La noche está reluciente. Nos despedimos eufóricamente de todos a pesar de que los veremos en una semana, con el inicio del Tour.

Ahora me siento mejor en la seca cabina del auto. Enciendo la calefacción y ahueco mi pelo mojado para que se seque mientras volvemos a casa. El camino es un poco largo. Mimi me sonríe al cerrar la puerta de su lado una vez adentro.

- Siento que tu copiloto estrella te va a fallar esta vez – digo acurrucándome en el asiento y cerrando los ojos lentamente. Esa oscuridad hermosa.

- Ni que sirvieras de mucho – puedo imaginarme la sonrisa burlona en su terso rostro – Para eso existen los GPS.

- Mala – digo, combinando con un bostezo.

- Descansa Constance – voz angelical es la que percibo y un beso en mi frente. Después me podrá reclamar todo lo que quiera. Ahora sólo buscaré lo que necesito en la profundidad de mis sueños.


Continue lendo...

jueves, 12 de agosto de 2010

Biografías: Taylor Pethel

Taylor Pethel
31 años (27 de abril de 1984)

Nacido en la ciudad de Nueva York, EUA

Taylor, es un distinguido diseñador de modas a nivel mundial. Sobresale en el mundo de la moda por su único carácter pícaro y sus diseños exclusivos. Trabaja en la misma compañía que Atziri (de hecho, es su noble pero duro jefe) y se enfoca en vestir a las más famosas y exéntricas estrellas como Lady Gaga, Beyonce, Dakota Fanning y Rihanna. 

El señor Pethel aceptó su homosexualidad a los 19 años, aún temeroso de las opiniones de los demás, sin embargo, ahora la aporta con un extremo orgullo y ha confesado que su dieta se basa en Rockstars para la cena xD! Se declara todo un comedor de hombres.

Decidió guiarse hacia el diseño de modas porque estaba harto de la ropa masculina que llevaban todos los hombres, sin el toque que a el le gustaba. Hizo su propio estilo.

Tiene varios mejores amigos con los que sale los viernes a comprar todo aquello que aporte lentejuelas, colores impactantes, animal print y sea de diseñador; para ese mismo día por la noche, salir a estrenarlo y hacer radiar todos los clubs nocturnos de Berlín.
Se tiñé el cabello de rubio, en un tono que el considera apropiado, normal, y hasta un cuanto aburrido, pues antes acostumbraba pintarselo de rosa neón, pero desde que entró a los 30 decidió madurar su aspecto para no lucir vulgar. 
Sus marcas favoritas son Chanel, Volcom y por supuesto Prada (El primer desfile al que asistió era de esta marca).

Cuando se enteró del significado de su nombre, no pudo parar de reír por la loca coincidencia, ya que Taylor significa ``Sastre´´.

No le interesa el matrimonio en lo absoluto, pues prefiere las relaciones abiertas, no cree que pueda ser fiel, a él sólo le gusta divertirse xD! Su noviazgo más largo fue de dos meses y acabo en un desástre, pero a pesar de eso, Taylor admite que le hizo aprender demasiado.

Le gusta combinar los colores eléctricos con los neutrales. Su guardarropa está repleto de esas tonalidades.

Su amor platónico es Jefree Star (Googleen sí no lo conocen y verán de lo que estoy hablando xD) al cual conoció en un After Party y sólo intercambió unas pocas líneas con él, pero fue lo suficiente para creearle esa terrible obseción.

LLoró a mares cuandó murió Michael Jackson, y lo peor del asunto es que ni sabe porque, ya que no se considera un fanático del Rey del Pop. Seguro estaba estúpidamente drogado.

En cuanto vio a Daiana, quedó apantallado con el brillo que despedía y no pensó ni un segundo en hacerle la gran propuesta de lanzarla al estrellato, lo cual ahora es un gran dolor de cabeza para ambos, pero el asegura que valdrá la pena, es el proyecto del siglo.

Adora el brillo labial y abusa de él. Tiene la manía de mover la cabeza de una manera muy peculiar para acomodar su rubia cabellera (lo cual, le ha funcionado cómo técnica de ligue en la mayoría de las ocaciones).

Se obsecionó con la canción  ``Alejandro´´ de Gaga desde el día que salió a la venta y la escucha mínimamente una vez al día. Se ha convertido en un hábito.

No le agradá hacer filas largas, prefiere pagar para que alguien las haga por él. Tampoco le gusta tomar cualquier tipo de bebida mientras come; después de acabarse el plato comienza a beber. Odia los jeans acampanados.

Es fanático de las chicas que se animan a usar tacones altos para un día normal, no sólo en eventos especiales, tal vez es una de las razones por la que convive tan bien con todas las modelos. Ellas lo adoran, y para él, ellas son como sus ángeles.
 
Aborrece a la gente quejumbrosa al igual que la aburrida, le gusta la personalidad. 

Pasa su tiempo libre creando locas ideas para sus nuevas colecciones y haciendo collages de revistas.

Lo que más ama en la Tierra es a su famila. Daría toda su colección de bolsos por ellos. Sus dos hermanas (que ahora ambas son modelos) lo aman muchísimo. Salen de compras los tres juntos y gracias a él, ellas tienen un estilo increíble.

A pesar de tener a un hombre diferente en su cama todas las noches, admite que las mujeres besan mucho mejor (tuvo cuatro novias antes de darse cuenta que llevaba la bandera gay por dentro, el siempre fue un wilo) xD!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 

¡Yei! Está es la primera Biografía. Comenzamos con un personaje muuuuuuuuuuy divertido, Taylor, quien es interpretado por Autsin Scarlett, diseñador reconocido por estár en la primera temporada de el reality show ``Proyect Runway´´. Siempre amé al tipo, quien es muy parecido a todo lo que acabo de poner, sólo que en versión tímida!

Poco a poco saldrán las siguientes biografías. Amor & Paz! <3


ah.... y comenten porque si no se los va a comer el Coco :D!

Continue lendo...

domingo, 8 de agosto de 2010

Cap. 41 < Dúo Dinámico >





[Cuarenta días junto a ella. Cuarenta días junto a esas miradas imposibles de olvidar. Cuarenta días para tenerla a mi lado, para hacerla sólo mía… Genial.]

- ¿Y cuanta ropa se supone que debemos llevar a un tour de esos? – me pregunta admirando su maleta, ahora, ya desordenada.

- Son cuarenta días. No lo sé, calcula – digo desinteresada, hasta que recuerdo su problema con el equipaje – Pero calcula como una persona normal. Sin excesos.

Me voltea a ver con una cara de sorpresa y comienza a dar vueltas por la habitación.

- ¡Ok! ¡Ok! Mimi ¡Deja de hacer eso! Me mareas. Dime cual es el problema.

- Sí, traigo mucha ropa. Pero siento que no es la adecuada. ¡Y son cuarenta días! Estamos en noviembre. ¿Quieres que me congele?

- Pues… ¿qué traes ahí? – señalo la maleta y camino hacia ella. Tomo un tirante azul y jalo de él para apreciar la prenda. Comienzo a carcajearme al tener el pedazo de tela entre mis manos - ¿¡Por qué traes un bikini a Alemania?!

- No espíes mocosa – me dice con superioridad arrebatándome el traje de baño – Uno nunca sabe lo que es necesario.

- Pero te puedo prometer que un bikini con este clima, está de sobra.

- Deja de burlarte o cobraré venganza – exclama cruzando los brazos. Camina apresurada hacia uno de los cajones de mi armario y hurgando un poco, saca mi punto débil - ¿Muérdeme? – dice leyendo el reverso de aquellos calzones - ¿¡Muérdeme?! – repite asimilando.

- ¡Fue un regalo! ¡Yo no los adquirí! – grito desesperada tratando de quitarle esa vergüenza de atuendo; está agitando la prenda en el aire. Minutos como estos desearía ser más alta que ella.

- ¡Uy! ¡Pues que regalito! ¿Quién te los dio? ¿Edward Cullen?

- ¡Cállate! – Grito aún tratando de quitárselos - ¡Déjame en paz! Cada quien con sus bikinis y su ropa exótica ¿Trato?

- Trato – asiente con una gran risa devolviéndome la prenda, la cual entierro en lo más profundo que el cajón me permite.

- Bien – digo saliendo a la cocina por algo de agua – Debido a que en tu valija sólo hay mini faldas, tops y sandalias, saldremos de compras.

- ¡Compras! – celebra bebiendo del vaso que me acabo de servir - ¡Eso! Estás comenzando a aprender.

- ¿Yo? ¿Aprender? Tengo un closet lleno de marcas reconocidas que adquirí ante tu ausencia.

- Que bueno que no me necesitaste – parece dolida. Toma otro trago de líquido – Supongo que mi pequeña hermana tuvo que aprender varias cosas de la vida sola.

- Sí – digo, aunque ante su expresión, me arrepiento – Bueno, yo…

- No trates de remediarlo. Sabes que conmigo no funciona – interrumpe mi intento para hacer la situación amena - Debo de decir que no fui la única que se alejó, y no estoy echando culpas. Aún conservo la errónea idea de guiarte en cada aspecto de tu vida, por mínimo que sea. No puedo hacer eso. No serás un clon de mí. No lo eres. En la mayoría de las situaciones no se necesita de alguien más para salir del problema, aunque así lo parezca. Se tiene que salir sólo. Es la forma de aprender.

Un silencio que hasta hiela los huesos. Tomo otro vaso, pues el anterior ya se lo ha terminado ella.

- Apunto de caer al pantano, me rescatarás, de eso estoy segura – juego nerviosa ladeando el vaso de un lado a otro, observando el movimiento de la bebida.

- Claro que lo haré. Pero es tu tarea intentar no llegar a el, ni siquiera acercarte Constance – la seguridad con la que dice las cosas siempre me ha aterrado. Pasa un mechón de mi cabello detrás de mi oreja con una de sus tibias manos – Ahora… basta de discursos. Quiero comprar.

- ¡Entonces, a comprar se ha dicho! – Sonrío poniendo los vasos en el fregadero – Llamaré a un taxi.

- ¿Taxi? – Pregunta con fastidio – Mejor rentemos un lindo bebé.

 .  .  .  .  .

- ¡No vuelvo a subirme a un auto contigo! ¡Loca! – suelto a carcajadas bajando del coche de una manera desastrosa.

- Bien que te gustó – ríe caminando por el frente del cofre para reunirse conmigo.

- La adrenalina se está yendo de mi sangre y ahora el pánico me invade – digo dándole una mirada amenazadora.

- Adoro Alemania. Puedo conducir a mi manera sin que me levanten ni una infracción.

- Supongo que en L.A. ya tenías una extensa colección – giro los ojos – La siguiente vez pedimos un taxi o me causarás un ataque cardiaco.

- No se de donde adquiriste esa manía Neoyorquina de pedir taxis hasta para ir a la esquina. Es desesperante. Te enseñaré a manejar como una profesional y compraremos una buena nave. Vete acostumbrando a la velocidad chiquilla.

- Ve ahorrando para la larga cuenta de hospital – bromeo mientras abordamos el elevador para subir a la primera planta de la plaza.

E inconcientemente, volvimos a hacer lo mismo de siempre. Yo le encontré varias prendas (abrigadoras) que le fascinaron y ella me encontró algunas cosas, que aunque no las necesitaba, no me resistí a comprarlas. Acabamos exhaustas en menos de dos horas, con más de diez bolsas de recientes adquisiciones que parecían justo hechas a nuestras medidas. Terminamos con el centro comercial junto a un gran helado.

- Comienzo a enamorarme de la ciudad – confiesa en el auto, de regreso al departamento. Me da gusto que estemos cansadas, pues se le han agotado las energías como para conducir al estilo de Rápido y Furioso.

- Tienes que aguardar al viaje con los Tokio. Aún no has visto nada – presumo mirando por la ventanilla, deseando que los asientos fueran igual de confortables que mi cama.

- Suenas emocionada.

- Lo estoy ¿Acaso tú no?

- Por supuesto que si – espejea – Pero tu emoción es… diferente a la mía.

- No comiences Mimi – finjo desgana – Lo digo por el viaje. Tú escuchaste que le negué la idea a Jost varias veces.

- Pero a fin de cuentas, aceptaste – ladea un poco la boca formando una maliciosa sonrisa.

- Trata de resistirte a la insistencia de David. Sabrás de que hablo cuando lo conozcas.

- Trata de resistirte a la mirada de Georg. Sabrás de que hablo cuando lo aceptes.

- ¡Te dije que no comenzaras! – rechino los dientes dejando caer mis manos en mis rodillas.

- Lo siento – levanta los hombros aún con esa sonrisilla – Será un viaje estupendo, no hay duda.

- ¡Sí! Hay unos museos tan históricos e increíbles aquí…

- Constance, deja de decir `` ñoñadas ´´ que aunque te gusta la cultura, siempre te han aburrido los museos – me interrumpe, dejándome sin palabras - Es una gran oportunidad. Inténtalo.

- No es adecuado seducirlo cuando está en días de trabajo.

- Por eso no hay que preocuparse – me guiña un ojo y se vuelve a concentrar en el volante – Seguro tendrá ratos libres.

- ¿Acaso siempre tienes algo con lo que atacarme? – Pregunto divertida mientras ella se limita a asentir con la cabeza – Sí, sí, sí, me emociona el viaje por él. Son cuarenta días junto a él, pero estará rodeado de miles de fanáticas pidiéndole su firma, jurándole su amor eterno y haciéndole propuestas indecorosas ¿Crees que entre tantas chicas me tenga presente?

- ¿Es que no has notado como te mira? – me voltea a ver desperada en la luz roja que proyecta el semáforo – Si alguien me viera de esa forma, yo ya hubiera... – aclara la garganta - no contaré el resto porque te me traumas pequeña – muerde su labio inferior con lasciva.

- Mente perversa la que posees. Yo estoy consiente de que hay algo, un lazo muy fuerte en nosotros dos pero….

- Pero hay una barrera – completa.

- ¡Exacto! ¿Cómo es que lo sabes? – Volteo a verla y su expresión me revela todo – Yo… trato de superarlo. Sólo no quiero lastimar a Georg por alguna de mis pesadillas pasadas que siguen persiguiéndome. Nuestros corazones deben de estar perfectamente alineados y lucho por ello.

- Cuarenta días son suficientes linda – me guiña un ojo, se que no quiere profundizar el tema de nuevo, y sinceramente yo tampoco siento la necesidad de hacerlo – Te dejaré portarte mal.

- ¿Eso quiere decir que me porto bien? ¡Que alivio! – bromeo suspirando.

- No actives mi modo celoso Constantine – suelta con una risa pisando el acelerador, tal vez está recobrando las fuerzas, pero esta vez no me quejo. Disfruto de su velocidad.

- Y no te he contado nada… - provoco su mirada fría.

- Más te vale no hacerlo si no quieres ir a 200 kilómetros por hora.

- Tú pisa el acelerador – digo relajada mientras me abrocho el cinturón de seguridad. Y aquí vamos.

Me gusta la forma en la que toma las curvas de la autopista sin rebajar la velocidad. A pesar de que podríamos matarnos, me siento segura. Siempre me siento confiada junto a Mimi. Se que ha ella, en cambio, le gusta verme divirtiéndome.

Deslizo las ventanillas con un pequeño botón. El aire crea una barrera sorda, sólo se puede escuchar el sonido de nuestra hermandad y a la vez me quema un poco los ojos. Las rojas puntas de su cabello vuelan hacia atrás como flamas bailarinas y las mías crean un efecto bastante similar. Esquiva los demás autos con agilidad y un toque de delicadeza. Está rebajando la velocidad, supongo que es porque llegamos a la zona donde las casas parecen de cuento. Ahora ambos las admiramos e intercambiamos palabras. Estos rumbos me son conocidos.

- Apuesto a que esa casa es una oficina o algo así. Es demasiado grande – señala el lugar.

- ¡Espera! ¡Es el estudio de David Jost! – suelto emocionada logrando que Mimi aparque el auto en uno de los lugares disponibles.

- Me estacioné por instinto ¿Piensas bajar?

- Bajemos – digo animada – Tienes que conocer a David, además, yo puedo aclarar los detalles del Tour de Autógrafos y ver eso de mi proyecto con Taylor.

- No, Const, están trabajando. No sería prudente llegarles como visita.

- ¡David es un amor! Se que estará encantado de recibirnos y de conocer a la encubierta Ruzzo – desabrocho mi cinturón y el suyo también – Vamos…

- ¿Y están ellos con él?

- ¿Quiénes? ¿Tokio Hotel? ¡No! Vienen cuando David se los solicita o cuando tienen más material que grabar. Ayer estaban aquí, es muy poco probable que hoy lo estén. Además sólo está nuestro auto.

- Está bien, pero si nos sacan a patadas te recordaré que no era una buena idea.

- Sí, claro – digo burlona dándole un golpecito en su brazo.

(Tokio Hotel)

- No vuelvo a traerte – dice Tom quien está al volante – Hobbit tu tienes tu propio auto ¿Por qué tengo yo que estar de chofer? ¡Y tu también Gustav! Pero por lo menos tu tienes la decencia de no estar todo el trayecto molestando.

- Eres un delicado Thomas – ataca su hermano gemelo quien va de copiloto. Los G´s ocupan los asientos traseros.

- Sí men ¡Ya acepta que te encanta nuestra compañía! – ríe el pelirrojo.

- Yo no te molestaré más Tom, no te preocupes. Odio estar escuchando todo el camino tus reclamos – dice Gustav divertido.

- Gracias Gustav, eres educado – dice mirando por el espejo retrovisor – En cambio tú – se refiere a Georg – sólo invades mi espacio vital.

- ¡Tom! Acepta que me necesitas – ríe este haciendo una voz melosa.

- Ambos se necesitan – dice Bill – En las noches se extrañan y recitan poemas al cielo.

- ¡Que asco! – protesta Tom tratando de quitarse tan perturbadora imagen de su cabeza.

- Ya Tom. Calla y bésame – Georg levanta los labios y los mueve en dirección de Tom quien hace una mueca de asco. Justo cuando iba a protestar con otra de sus creativas frases, su gemelo, Bill, interrumpe.

- ¿De quien es ese auto? – Ya han llegado.

- No lo sé – dice Gustav – Es rentado – agrega viendo una pequeña etiqueta en la parte trasera del coche que lo indica.

- Seguramente a el buen David se le pasaron las copas y su auto acabó destrozado – dijo Georg burlón tratando de observar el coche rojo entre las cabezas de los Kaulitz – Tuvo que rentar uno.

- No. El coche de Dave está estacionado allá – Bill señaló el otro lado de la calle donde el Civic Honda de Jost estaba parado.

- Como sea. Está ocupando el lugar donde mi bebé tiene que estar – exclama Tom molesto, con un tono de berrinche.

- ¡Te digo que eres delicado! – Ríe Bill – No te aflijas, estaciónalo a un lado.

Tom estaba apunto de posar su pie en el acelerador, cuando frenó en secó, recibiendo varios reclamos que se acallaron de inmediato al mirar al frente.

Una chica castaña con mirada imposible salía del auto rentado, por el lugar del copiloto. Del lado contrario, salía otra chica, de tez apiñonada e impactante sonrisa. Estaban charlando entretenidas entre ellas y entrecerraban los ojos de una manera muy peculiar y encantadora por la deslumbrante luz del sol de ese curioso atardecer.

El rechinar de las llantas del auto de Tom las hizo voltear. La castaña los identificó en un par de segundos y saludó animada agitando una mano, su hermana, sólo sonrió. Los cuatro adentro del otro coche respondieron el gesto en coro agitando una mano también, pero de manera atontada y sonriendo de una forma que los hacía lucir demasiado cómicos.

- ¡Vaya! Miren a quien tenemos aquí, nada más que a Tokio Hotel – la armónica voz de Daiana sonó como si estuviera en un programa de televisión, cuando los cuatro chicos bajaban apresurados del coche. Tom había estacionado su auto con una rapidez impresionante y un poco atrabancado.

- ¡Y ellas… son las hermanas Ruzzo! – dijo David Jost saliendo del estudio con una gran sonrisa y con los brazos abiertos para abrazarlas.

- Así es, nada más y nada menos que las Ruzzo en persona – sonrió Marabi dándole presunción a su apellido, la cual, no hacía falta. Ya todos estaban apantallados de la similitud entre ellas y… la diferencia tan grande a la vez, y por supuesto, de su exquisitez también.

Continue lendo...