miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cap. 24 < Ops...! >








[Capítulo anterior: Te lo cobraré Elisa, repetí para mis adentros, en una busca desesperada de toda excusa y una fuerza divina para poder mirar a Georg a los ojos, aunque fuera sólo un santiamén.]

Comencé a sentir húmedas mis manos, mientras mis piernas adoptaban un ligero movimiento nervioso.

- Daiana, ¿Elisa está aquí? – repitió Bill con el mismo entusiasmo pero ahora con mayor curiosidad.

- Eh ¿Elisa?

- Sí, sí, Elisa. ¿Vino contigo? – pareciera que Bill estaba tan curioso por la respuesta que si le fuera posible, se entrometería en mi cabeza. Tom, mientras se entretenía activando las luces de sus extravagantes tenis al pisar, como un infante.

- Bueno, ella… - me era imposible mentirle – Sí ella está aquí.

Me mordí los labios mientras Bill me sonreía; vaya que era baja mi capacidad de timar.

- ¡Genial! – Celebró – Todo indica que será una noche fabulosa.

- No, ni tanto; no veo ninguna chica guapa por aquí – se quejó Tom, quien dejó el cortejo para jugar con sus `` lumi-tenis ´´, como Gustav había apodado.

- Mhm… - Bill carraspeó la voz mientras le metía un tremendo codazo a la altura de las costillas a su gemelo.

- Bueno, más que Daiana – Tom aceptó, escaneándome con la vista – Pero ella es de Listing.

La frase le causó un segundo codazo marca Bill.

- ¿Qué? – Preguntó Tom indiferente mientras se sobaba el abdomen, su hermano giraba los ojos - ¡Caray! Nada les gusta.

- Yo voy por un trago, ¿quién me acompaña? – Gustav propuso en seco; de inmediato entendí el propósito de su ida a la barra.

- Yo – se levantó Bill enseguida, jalando a su hermano, con una discreción no muy propia del objetivo.

- Yo también – ahora fue Georg quien se apartó de su lugar – Estoy tan sobrio que me siento enfermo.

- Oh no Hagen, me temo que tu te quedas – Tom ejerció fuerza sobre uno de los hombros de Georg, obligándolo a sentarse. Creo que el objetivo de la ida por los tragos era muy claro. Un momento a solas entre Geo y yo; algo que se convertiría en un momento incómodo.

- Sí, no te esfuerces, esta tarde te dolía la cabeza ¿recuerdas? – Bill abrió los ojos como plato y lo pisó levemente para dar una señal. A Bill se le daba perfecto el concepto de discreción, pero esta vez se la había escapado de las manos.

- No me dolía la cabe…

- ¡Sí te dolía la cabeza! – el Kaulitz apretó la dentadura con fuerza, y después suavizó lo dicho con una linda sonrisa – Mejor quédate aquí y nosotros te traeremos algo.

- Eso está bien ¿Gustas algo de la barra Dai? – preguntó Gustav apurado.

- Muchas gracias, pero así estoy bien Gus – dije con dulzura, y aguantándome la risa al mismo tiempo. Su plan estaba resultando un desastre.

- ¿A ti que te traemos? – Tom se dirigió a Georg - ¿Refresco? No, no, eso te altera demasiado, mejor que sea agua mineral.

- En realidad yo quería whisk

- Me vale, hasta crees que soy tu mesero – Tom se rió mientras nos daba la espalda e imponía rumbo.

- Bueno, yo, yo iré por algo para comenzar la noche – Bill dijo nervioso mientras retrocedía, Gustav ya estaba lejos – Con suerte me topo a Elisa en el camino.

- Eh – tensé mi mirada – Sí, con suerte – sonreí apenada. Esperaba que no fuera el día de `` suerte ´´ para Bill, pues de lo contrario, un lío le esperaba.

Observé como se llevaba la mano a la frente y luego la dirigía hacia nosotros junto a una sonrisa que sus labios dibujaban. Instantáneamente, la multitud lo hacia indistinguible y ahora, la privacidad era lo que reinaba en la mesa.

Supuse que un largo e incómodo silencio se establecería, pero lo incómodo fue disminuyéndose, cada vez más. Miraba a mí alrededor y me balanceaba al ritmo de la música, que por cierto, era bastante buena; bien parece ser que a Georg también le agradó, pues a lo inconciente, nuestros pies zapateaban contra el suelo al mismo compás.

Nuestras miradas tropezaron un par de veces, simplemente actuábamos como un par de idiotas cobardes. Estuvimos de esa forma un rato, hasta que me propuse ir al grano, pero… ¿Cuál era el grano? ¿De que teníamos que hablar?

- Daiana.

- Georg.

- Tu primero – dijimos a unísono.

- No, tú – volvimos a hacernos coro.

- ¡Tú! – repetimos al mismo tiempo. Nos quedamos callados, y después estallamos en risas. Justo cuando la situación no podía ser más embarazosa, Georg decidió comenzar.

- No entendí lo de esta tarde – recorrió su cuerpo dos bancos más. Cuando estaba a un lado mío prosiguió – Ya sabes, lo de las llamadas.

- ¿Por qué no? ¿Acaso no fui clara?

- ¡Por supuesto que fuiste clara! – pude escucharlo un cuanto abrumado – Lo que no entiendo es el por que.

- No siempre se puede obtener un si como respuesta Georg.

- Pero…

- No siempre las cosas son como uno quiere – interrumpí el posible reclamo que cada vez se aproximaba más.

- Creo que no te intereso en lo absoluto ¿verdad Daiana? – dejó de rondar sus ojos por el lugar, para posarlos en los míos. Esa mirada profunda comenzó a causar una especie de revuelta dentro de mi organismo.

- Disculpa, ¿Alguna vez dije eso? – pude argumentar después de salir de la hipnosis.

- No – chocó la palma de su mano contra su frente – Esta bien, un punto para ti – rió con un poco de timidez al principio – Es sólo que no me esperaba eso venir.

- Georg, no quiero entrometerme con nadie, por ahora.

- ¿Te puedo hacer cambiar de opinión? – hice caso omiso a su galanteo.

- No soy fácil de obtener – sonreí macabramente – Pero ese no es el punto – me torné seria, no quería seguir el juego, pero era complicado, la coquetería siempre se activaba en mi de forma natural.

Abrió los labios para articular frase, pero después, con arrepentimiento los cerró.

- El mundo no acaba con un `` no ´´ - dije con dificultad, la música había aumentado de volumen, y nuestras voces eran inaudibles. Sentí como Georg, de una forma astuta, debido a este fenómeno, se acercó a mi oreja, y… a mi cuerpo también.

- Depende de quien provenga ese `` no ´´ - susurró a mi oído con su cálido aliento.
Me sentí un cuanto intimidada al tener su cuerpo tan cerca del mío. Un ligero rose entre mi hombro, que el vestido que portaba dejaba al desnudo, contra las puntas de su suave cabello me hizo estremecer. Se fabricó un intenso calor entre ambos cuerpos, el cual logró despertar mi lado travieso. Una de sus manos se posó sobre mi pierna con pesadez, y se deslizó de una manera lenta, con intenciones de causar un gran goce, subía cada vez más, mi imaginación se preguntó hasta donde llegaría. La tela del vestido era lo suficiente delgada como para transmitir la temperatura y la textura de mi piel. Me miraba intrigado en mis gestos.

- Para – le ordené deteniendo la mano en su emocionante camino, apenas un poco más arriba de la rodilla. Me obedeció en seguida, pero sus labios se dirigieron a mi oído, una vez más me puse a disposición de escuchar sus palabras, pero no articuló letra alguna. Inesperadamente sentí un ardor impresionante debajo de la oreja. Georg estaba ¿Mordiendo mi cuello?

. . . . . .

(Georg)

- Nunca terminaste de contar el motivo de tu visita a este lugar – pregunté cuando nuestras respiraciones volvieron a su estado normal. Unas cuantas travesuras pasaron a la historia, no le hacían daño a nadie ¿O si?

- Mi compinche me forzó – dijo con una leve sonrisa – Ella quería celebrar.

- ¿Celebrar qué? – me estaba convirtiendo en un perfecto chismoso.

- Bueno pues, - me miró extrañada por la curiosidad – Un nuevo empleo está frente a mis narices, puede ser una gran oportunidad, y Elisa no pasa ningún evento del estilo por alto.

- ¡Que bueno! ¿Ahora cual revista está en tus manos?

- En realidad ninguna – torció la boca – Es un giro muy distinto.

- ¿Modelo? – pregunté tratando de elogiarla.

- Ja, no, yo no sirvo para eso – me agradeció con una veloz caricia en uno de mis brazos – Cantante, y por lo visto también compositora.

- ¿Cantante? – pregunté emocionado.

- Y compositora – agregó – Aún no se que disquera es la que me corresponde, pero pronto me enteraré.

- Házmelo saber de inmediato, tal vez David Jost te pueda echar una mano con todo eso, le caes de maravilla.

Sonreí de lado a lado. Cada vez me identificaba más con ella, y el hecho de que se involucrara con el mundo artístico, aunque suene ridículo, me hacia sentir que la podía tener más cerca de mi.

Algo me aterroriza; somos tan parecidos, pero tan diferentes a la vez. No se como es eso posible, pero sin duda, es eso lo que me deja con ganas de más cada vez que la veo. Esa terrible inocencia que su rostro da a conocer, sirve como perfecto disfraz a lo que apenas conozco de ella. Podría pasarme horas sentado en un cuarto en blanco, sólo para tratar de describirla en breves palabras, y sólo llevaría menos de una octava parte de lo que ella es.

- Daiana – la llamé después de un largo silencio, que no era tan notorio por el ambiente del lugar, pero de lo contrario hubiera sido mortal.

- ¿Sí?

- Eres muy… bonita –

- Ah, gracias – torció las cejas y río un poco, bueno, se burló.

¿Bonita? ¡¿Bonita?! Oh Daiana eres muy bonita, en verdad que soy idiota.

(Daiana)

Por lo menos soy bonita ja, dije para mis adentros. No me sentía en un estado de ego elevado. Tenía sed de palabras que asesinaran mi soledad.

- El tiempo dirá todo – reflexioné conmigo misma, pero las palabras escaparon de mi boca de una manera automática. Algo que debí haber callado.

- En eso confío – ahora le había brindado a Georg una extrema esperanza, tan falsa.

Dios mió, en definitiva verlo sacaba el uso de razón de mi cerebro. Ni siquiera podía hacerme responsable de mis palabras.

Nuestra platica cambió de dirección y comenzamos a tomar temas en común; música, comida, animales, etcétera…

- Los gatos son lindos, pero los perros son como un fiel compañero – nombró con seguridad.

- Sí los perros son así ¿Por qué los gatos no pueden serlo? – defendí, y luego reímos.

- Ya veo que te gusta mantener tu punto de vista.

- Siempre estoy dispuesta a abrirme a diferentes opiniones, pero la mía va de por medio.

- Eso me gusta – sonrió y ahora la hipnosis no fue de mi parte.

Divisé como los gemelos y Gustav regresaban a la mesa, claro, acompañados de ese equipo de seguridad; que por cierto pude deshacerme del mió por lo menos esa velada. Gustav y Tom caminaban al mismo ritmo, sin embargo Bill iba un poco más despacio, sonreía, y movía los labios pues Elisa lo acompañaba. Ella no lucía del todo bien.

- Tienen una buena selección de tragos aquí, lástima que haya escasez de bellezas – Tom aterrizó junto al banco en donde Georg estaba.

- ¿Qué me trajiste? – preguntó este.

- Lo siento, no había vino espumoso para el bebé – se burló Tom dándole un trago al raro brebaje que poseía en una mano.

- Trae para acá – en dos segundos el recipiente ya estaba en la boca de Georg – Esta rico – se lo devolvió.

- Estaba rico – dijo este con repulsión empujando el vaso - No gracias, te lo regalo - Georg levantó los hombros y se lo empinó en un soplo.

Llegaron Bill y Elisa, de la mano. En cambio Elis, no lucía nada, nada feliz.

- Nos deberíamos de ir ya – Elisa me jaló de un brazo. Me paré enseguida para evitar un drama.

- ¿No se quedan un ratito más? – preguntó Bill, desconforme con nuestra futura partida – Elisa y yo apenas pudimos intercambiar un par de palabras, con eso de que me presentó a su amigo de toda la vida, Peter, es un buen tipo, me da buena espina.

- ¿Peter? – me extrañé, algo sucedía ahí. No conocía al tal Peter de ningún lado.

- Sí, Peter – contestó Elisa con agresividad.

Capté unos segundos después, Elisa le había mentido a Bill, algo que yo no había hecho, pero ella se encargó de ello. El chico que había visto por primera vez en su vida en esa cueva, se había convertido en el `` amigo de toda la vida ´´ para su propia conveniencia.

- Vamonos ya – me jaló de nuevo a pesar de que ya estaba incorporada – Tenemos muchas cosas que hacer mañana.

Me despedí fugazmente de todos, ella ni siquiera se molestó en hacerlo. Prometí futuras llamadas y encuentros también. Los chicos me nombraron algo respecto a David y el equipo de seguridad pero ahora no lo recuerdo con precisión, también me informaron que el rumor comenzaba a desvanecerse y que me sería más fácil caminar libremente por las calles de Alemania.

Tomé mi bolso y adapté mi abrigo a mi cuerpo, era una noche fría.

Cuando caí en cuenta, Elisa ya estaba manejando su auto por las curvas de Berlín, y yo me había transformado en su copiloto.

- Dime que rayos fue todo eso – ordené divagando la vista por las luces ciudadanas que se reflejaban como hermosos colores en el vestido, ese vestido curiosamente arrugado.



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Hola Hola Sweet Hearts! ^^

Primero que nada quiero agradecer que hayan leído este capítulo y todos los anteriores! No saben cuanto aprecio sus leecturas y sus comentarios.

En verdad les deseo lo mejor para estas fiestas diciembrinas! ñ.ñ

Coman mucho, Regalen mucho, Reciban mucho, Sonrían mucho, Besen Mucho, Abrazen Mucho.

M E R R Y   X M A S!


Bezzucos navideños directos de mi locura sabor TH ... <3

2 comentarios

Zeltzin dijo...

dime a mí también que demonios fue eso!!

¿osea?

en qué cabeza cabe..Dios!!

me estresas tanto t_t

& así te amo mi cuchurrumina <3

gracias por el cap..! bastante estresante xD

i lub koko (L)

OreoEffeckt dijo...

que onda con sus vidas! xDD

La estresada soy yo, y tu sabes bien el por qué ehhh reina de caramelo!!

te amo punchis

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