domingo, 27 de diciembre de 2009

Cap. 25 < Dime de que se trata >







[Capítulo anterior: - Dime que rayos fue todo eso – ordené divagando la vista por las luces ciudadanas que se reflejaban como hermosos colores en el vestido, ese vestido curiosamente arrugado.]


- Elisa – llamé a su nombre al no tener respuesta alguna. Yo debía de enterarme, tenía el derecho, o por lo menos eso es lo que pensaba; al fin y al cabo éramos amigas; y aún así cuando las amigas guardan pequeños secretos entre ellas, esto no era para ocultarse.

- ¿Qué Daiana? ¿Qué es lo que quieres? – golpeó una de sus manos contra el volante, lo cual provocó que el auto danzara de un lado a otro. Recuperó el control enseguida.

- Ten cuidado – conocía muy bien que las ideas y el control de Elisa con el cerebro caliente eran un desastre – Sólo quiero una lógica y real explicación de lo que pasó hace unos minutos.

- Nada, no pasó nada – la velocidad que abrazaba al coche murió cuando la luz roja del semáforo modeló frente a nosotras.

- Eso no es lógico.

- A ver querida – refunfuñó - ¿Qué es lógico para la princesita Daiana? – fingió un tono meloso.

- ¿Qué me es lógico? – Sonreí con furia – Lógico es que le hayas dicho a Bill respecto a Peter, tú amigo de toda la vida, al cual conociste hace tres horas, tan sólo para librarte de una de las tuyas.

Elisa no me contestó. Su pie volvió al acelerador cuando tocó el turno de la luz verde. Ambas dirigimos la mirada al frente, pero segundos después seguir con eso me fue imposible al notar como la piel mulata de ella se desvanecía hasta sólo parecer un tenue bronceado playero.

- No quiero hablar de eso ahora – fueron sus últimas palabras de la autopista, hasta llegar a la fachada de mi edificio.

Agradecí una vez abajo del auto. El portero de la construcción ya se ponía atento para recibirme.

- Nos vemos luego – dije junto a la ventanilla del conductor, después caminé hacia mi hogar mientras mi mente sólo pensaba en la palabra `` dormir ´´. Anhelé que Elisa me detuviera con alguna disculpa, pero no fue así hasta llegar a la puerta de mi edificio.

- Daiana – susurró a mis espaldas – Yo… lo siento.

Giré para toparme con esa carita de perro abandonado. La miré con compasión, mientras nuestras manos se unían.

- Ven conmigo – le dije con ternura – Un chocolate caliente te sentará bien.

Junto al silencio como compañero, llegamos a la agonía de mi departamento.

- Pasarás aquí la noche ¿uhu? – pregunté mientras le extendía una taza de chocolate humeante, repleta de bombones blancos en la superficie.

- Si no te es molestia.

- Claro que no – una cobija completó el ambiente hogareño que yo le brindé – Me causarías un gran pendiente si te fueras en este momento, son las 3 de la madrugada.

- Gracias.

- Bien, si quieres dormir puedes hacerlo en mi cama, pasarás buena noche, es calientita…

- No – me interrumpió acelerando su trago a la bebida – No quiero dormir.

- Ok, no lo hagas entonces – levanté los hombros.

- Quiero hablar.

- ¿De qué?

- Respecto a lo que pasó en el club.

- No te apures, creo que entendí todo, sólo me confundí.

- Pero yo quiero hablarte de ello – se quejó.

- En verdad Elisa, tú sabes como sacarme de mis casillas – reí – Cuando quiero hacerte hablar no lo haces, y ahora exiges que te escuche.

- Por favor Dai, escúchame.

Puse ambas manos en mi boca y me convertí en sólo oídos.

- Me sentí un asco cuando Bill me saludó con esos ojos que lucían tan felices al encontrarse conmigo, y yo sin embargo en mis `` asuntos ´´. Fue tan pésimo el sentimiento que no encontré más remedio que mentirle cuando me preguntó por aquel chico – dio un gran trago al chocolate – Pero ahora me doy cuenta que he metido la pata… dos veces.

- Billy es un chico con buen corazón nena, entiendo la presión que sentiste en esos instantes, pero aún así, no le vuelvas a tratar de ver la cara, no a él.

Asintió con culpa y miedo tal vez.

- Buenas noches.

- ¿A dónde vas? – preguntó inquieta después de dar otro sorbo a la taza.

- A dormir, deberías de intentarlo tu también – limpié el `` bigote ´´ de espuma que le había dejado el último trago – Bobita.

- Boba tú – rió con superioridad y deslizó sus dedos encima de mis manos, obteniendo espuma embarrada en ellos – No eres perfecta.

- No, no lo soy.

Cerré la puerta de mi cuarto con una sonrisa.

.   .   .    .   .   .

- Que escándalo te traes ja – dije aún con voz modorra y una bata puesta. Me tallé los ojos y bostezó un par de veces.

- ¡Ay! Te desperté – se disculpó Elisa mientras seguía tallando una fibra contra los platos sucios de mi fregadero – Perdón, es que tenía esto hecho un desastre.

- Lo se, pero no lo hagas – le aparté las manos del agua, las cuales salpicaron el piso de la cocina con gotas de agua espumosa – Tu odias lavar trastos.

- No importa, me tengo que acostumbrar ¿No? – sonrío.

- Yo me encargo de esto, se te va a hacer tarde para ir al trabajo.

- ¡Dhu! Hoy es sábado – me salpicó unas cuantas gotas de esa agua jabonosa.

- Cierto, pierdo la noción del tiempo cuando tengo tanto tiempo libre.

- Pues tanto, tanto, tanto tiempo libre no tienes amor – secó sus manos contra su ropa, la cual era la misma que el día anterior. Se dirigió a la mesa que yacía en el centro del lugar. Tomó un fólder azul que se encontraba encima de esta. Miré con curiosidad.

- Me tomé la libertad de espiar tu lista de actividades y castings para que comiences tu vida como superstar.

- Pff, tengo mucho por hacer, lo se, lo se.

- Deberías de empezar de una vez; mientras más práctica, más…

- Éxito – complete la frase – Elis… en realidad no se si funcionaré con todo eso de mi posible nuevo trabajo ¡Es todo un lío! – me senté en la barra junto al fregadero, en donde Elisa, con necedad, volvió a introducir las manos.

- ¿Cómo que no? – Me miró sorprendida – Daiana tienes la voz para hacerlo ¿Cuál es el problema?

- No lo se – dudé – Creo que eso del mundo artístico no sólo implica mi talento.

- ¿A que le temes?

- No quiero que la fama cambie lo que soy o a quienes amo.

- Sí es que me amas, yo nunca cambiaré.

- Tonta ¡Claro que te amo! – le di un ligero empujón y después corrí para abrazarla.

- ¡Ya, ya! – gritó entre carcajadas provocadas por mis dedos que se desplazaban sobre su abdomen - ¡Deja de hacerme cosquillas y ponte a vocalizar!

- ¡Ash! – reproché.

El living room siempre fue el lugar que recibía mi voz con esa oscuridad que se colaba por el ventanal todas las tardes lluviosas, y fue por lo mismo que ese sábado lo hizo de nuevo.

- Hace mucho que no lo hago – saqué algunas letras de canciones de un cajón abandonado - ¿Qué tal si ya he perdido el toque?

- Pues entonces renuncias, pero se que no lo has hecho.

- No puedo renunciar por que aún no estoy contratada – reí con simpleza.

- Tu sólo canta – Elisa torció los ojos mientras contemplaba el sonido de la lluvia.

Y así fue, después de calentar un poco y hacer unos cuantos ejercicios, entoné con temor la primera nota…





- Se que tu puedes – se reía mientras continuaba con el ritmo en el piano que ya me tenía atarantada.


- Me da penita – cubría mi cara con aquellas palabras impresas que conformaban una canción.


- Llevamos practicando más de tres meses, y nunca has cantando una canción, tu voz a perfeccionado – quitó una de sus manos del teclado para posarla en mi mejilla – Hazlo.


- Bien, sólo, cambia ese ritmo que ya me tiene harta y hazme acompañamiento ¿Sí? – asintió rozando mi pómulo y comenzó con un ritmo suave, melancólico en las teclas del instrumento.


- ¿Así está bien? – dijo apenas audible, en un susurro.


- Perfecto – confirmé con gusto.


- Créeme, te sorprenderá lo que has logrado – tomó mi mano y encima de ella apoyó la suya, con su ayuda, comenzamos a reproducir la canción en las teclas.


Luego su voz salió de esos labios delgados. Era clara, grave y siempre me brindaba confianza necesaria para comenzar a entonar yo también. Las primeras dos estrofas de la canción fueron todas suyas, y después yo me acaparé de la atención de la tranquilidad del lugar. Empecé temerosa y desentonada, pero conforme el coro se acercaba, todo se fue despejando. El sonido de las teclas que al principio era lo principal, se convirtió en sólo una guía, un fondo. Mi voz era la que sonaba ahí, y aún no podía creerlo. Sí, era la misma voz de siempre, pero ahora con esa increíble potencia, fuerza, poder. Todos aquellos recovecos escondidos en la capacidad de mi canto se dieron a conocer. No caí muy bien en cuenta cuando él me dejó de hacer coro, pero ello me causaba un orgullo aún mayor. Era yo sola junto a la sinfonía del piano, las campanadas de las gotas de lluvia impactando contra las ventanas y el gran placer de descubrir mi habilidad.


`` Gracias ´´ fue la única palabra que le regalé al terminar la pieza.


- Ha llegado la parte más triste de esta historia, he completado mi trabajo. Te he enseñado a que te dieras cuenta de lo que eras capaz de hacer, tu hermana me mandó con este objetivo, y es hora de decir adiós.


- ¿Mi hermana te mandó…


- Ella siempre supo que tenías una hermosa voz, no la culpes – frotó sus manos en mis brazos – Te ama.


- ¿Y tu no me amas?


- Creo que a tu hermana no le daría gusto saber que el profesor de música de su pequeñita se convirtiera en su novio.


- Ella lo podría soportar – sonreí mientras me sentaba junto a él en el banquillo del piano.


- Ella sí… ¿Y tú?


- Claro.


Acercamos nuestras caras y me compartió de ese aliento tan cálido como el mío, los cuales se fusionaron en un movimiento suave y calculado, por primera vez.


- Gracias – volví a decir cuando pudimos separar nuestros labios.


- Shhh…. Sólo deléitame con otra canción.


Y así cruzamos aquella tarde en mi living room, lluviosa como muchas otras, pero especial como ninguna; repleta de canciones, con sus dedos acariciando las teclas y mi voz mostrando un bello camino de sucesos a futuro.


Aquel sábado fue lo mismo, sólo que esta vez cerré los ojos con fuerza. Me negué a abrirlos pensando que los atentos oídos de Elisa, era la deseada presencia de Danny, atento a cada nota y detalle de mi voz.

Sabía que me engañaba a mi misma y que ahí en aquel sillón estaba mi amiga y no el, pero se sentía tan hermoso pensar de otra manera, fantasear sólo un rato.


3 comentarios

OreoEffeckt dijo...

un Koni bezucooo waaaa xDD

te amo encanto, este capi, ha sido bello... esa Elisa me cae bien :L

Y esa hermana, tambien....
y ese DANNY debería cortarse el pelo xD

me encanta la nueva portada!!

Zeltzin dijo...

awwww <3

atención: que bueno que no te inspiraste en Jonny Be Good xDDDD!

que se cuide porque aquío está tu madre :@ hahaha

awwwwwww awwwwwwww

:-(

te amo nena! <3

Anónimo dijo...

ash!! ya ya olvida a ese Danny Daiana ya!!... deja que se pudra... bueno pues esa cosa no llega a ser ni un ácaro a comparacion de Georg... APROVECHALO!! haha realmente no te arrepentiras xD haha tssss aii esa Elisa!! haha pendeja -.- haha cómo le hace eso a Billy?? ¬¬ hoho

PD: William es gay!! xD haha

Las amouU!! :) aiooz

ATT: atzi

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