domingo, 25 de octubre de 2009

Cap. 16 < No necesito un sermón >











 

[Capítulo anterior: Di un último trago a la copa de Bill, el cual me supo a un trago de valor; después salimos mientras el aire helado de la noche nos pegaba…]


(Daiana)

En definitiva era una noche fría; el vestido se convirtió ahora en mi peor enemigo debido a su tamaño, y el ligero contorno amarillezco que se impregnó por la bebida.
Georg dobló su brazo derecho para que yo tomara de él, así lo hice. Caminamos hacia el estacionamiento y subimos de nuevo a esa camioneta, la cual, más que camioneta parecía tanque de guerra. El chofer dio velocidad a la máquina, cada vez más, una petición de Tom.

- Hermosa noche - dije tratando de observar el paisaje por la ventanilla, pues el movimiento del vehículo lo distorsionaba.

- Muy bella – ahora Georg se inclinó un poco para señalar la luna llena que daba todo su esplendor.

Se rompió el hielo en el lugar y pronto establecíamos una conversación, claro, un poco confusa. Las voces de todos intervenían de vez en cuando para hacer alguna broma o comentario sin sentido, un ambiente simple pero entretenido. A pesar de todo el escándalo, alcanzaba a escuchar dentro de mi cabeza esa preocupación que llegando al pent house tendría que solucionar: Danny.

Me uní a la plática que esta vez surgía grupal. Caí en cuenta después de un rato que Georg miraba detenidamente la mancha de mi vestido, o posiblemente miraba mis pechos.

- Se te van los ojos Hagen – Tom río cuando se dio cuenta en que dirección posaba la mirada de su amigo.

- No digas tonterías – contestó este también riendo y golpeando el aire con una mano. Reí por la bajo cuando las mejillas de Georg tomaron un color granate.

Va a ser un largo camino, pensé.

- Daiana – Bill me rozó el hombro con su dedo índice para llamar mi atención.

- Puedes decirme Dai – sonreí con amabilidad.

- Perfecto, Dai…

- ¿Sí? – pregunté curiosa.

- David se está encargando bastante bien del rumor; sólo lo digo para quitarte un peso de encima – me guiñó un ojo de una manera amistosa.

- Pero hay detalles, no olvides mencionárselos Bill – Gustav lo regañó – No toda la historia es color rosa –

- Bueno, pues… no te asustes si sales de tu hogar y vez a un escuadrón de chicos tatuados y fuertes siguiéndote – torció los labios.

- Seguridad para la señorita ¿No es verdad? – dijo Elisa divertida a lo que los chicos asintieron.

- Chicos fuertes y tatuados, entiendo… ¿Cuántos de ellos? – pregunte suponiendo que serían un par.

- Oh, esa es la parte a la que no quería llegar; veinticinco aproximadamente si no es que David exagera y mande cincuenta – río un poco y después me hecho una mirada de compasión.

- Ja, tendré que acostumbrarme a la vida de diva – reí como único consuelo pues la idea de tener alguien atrás siguiéndome como polluelos a la gallina y vigilado cada movimiento a mi alrededor, no me hacía ninguna gracia.

- Dai, sabes que la situación es dura y el fanatismo Tokio Hotelero tiene potencia – Atziri alcanzó a poner una de sus manos en mi pierna como señal de apoyo. Le sonreí apenas torciendo la boca.

- Sí, lo se – solté un largo suspiro y me dirigí a perder mis preocupaciones a través de la imagen que daba la ventanilla, coches quedando atrás de la camioneta y la curiosa sinfonía que los claxon formaban.

. . . . . .

- Daiana, ya hemos llegado – Georg me agitó un poco. ¿En que momento me había quedado dormida?

- No recordaba que el camino era tan largo – dije soñolienta, acomodando a la vez mi cabello.

- Había un cuanto de tráfico señorita – respondió el chofer observándome desde el retrovisor.

- No hay problema.

- Te ayudo a bajar – dijo Georg. Salió del auto y abrió mi puerta jugando al caballero. Después tendió su mano, me apoyé de ella y di un cómico brinquito.
Tom, Gustav y Bill se encontraban recargados ya en el exterior de la camioneta; friccionando una mano contra otra y hundiéndose en los cuellos de su chamarra para disminuir el frío que el viento de esa noche provocaba.

- ¿Y mis chicas? – pregunté al notar su ausencia.

- ¿Tus chicas? No te las apropies – Tom me miró – Comparte ja –

- ¡TOM! – Bill le gritó apenado, dándole un codazo el cual quiso disimular – No te preocupes Dai, pasamos a dejarlas a sus casas –

- Dios, tan dormida estaba que no me he dado cuenta – puse una mano en mi frente. El acto seguido fue estar repartiendo besos de despedida.

- Nos mantendremos en contacto, aún quedan asuntos que discutir – Gustav me sonrío – Demonios ¡Estás helada! – soltó cuando nos estrechamos las manos.

- Yo te calient… - Tom comenzó a carcajearse y chocó palmas con Georg.

- ¿Disculpa? – Pregunté con seguridad - ¿Me calentarás? ¡Que amable!, en ese caso manda una calefacción nueva al departamento… la que tengo ya es un poco antigua – sonreí satisfecha mientras el par se quedaban como tontos al no saber que decir.

- Así se habla, siempre la última palabra – Bill se acercó y nos despedimos.

Eché mi cabello a la espalda y comencé a dar pasos hacia la recepción mientras el aire me hacia entrecerrar los ojos.

- Oh por cierto, gracias por la cena, la próxima yo invito – dije sin voltear escuchando la voz de Georg con las palabras `` Eso es, entonces habrá una próxima vez´´. Reí en burla a ello.
Fue el momento en que lo que empezaba a parecer la normalidad volvió a girar a la locura.


- Buenas noches señorita Ruzzo – dijo el portero.

- Buenas noches – contesté sin hacer mucho caso. Mi mente estaba atascada de recuerdos e ideas que algún día o en algún momento la harían explotar. Pedí el ascensor.

Las puertas abrieron con ese clásico tono de tranquilidad. Subí.
Vaya música de fondo que sonaba por aquella bocina instalada dentro de él; toda esa amenidad resultaba estresante. La pantalla arriba de las puertas subía sus dígitos, y junto con estos subía mi tensión.
Me molestó el hecho de que Atziri y Elisa no se encontrarán a mi lado aún sabiendo lo que me esperaba. No quería pasar ni siquiera un segundo a solas junto a él, junto a Danny Rowman… nunca eran predecibles sus palabras, sus acciones y lo que más me atemorizaba, sus movimientos.

El sonido del elevador que me recibió ahora me expulsaba de este, las puertas abrieron.
Lucía como siempre, el ventanal descubierto y el estilo minimalista del apartamento. Ni un sonido excepto por el viento que hacía un tétrico rechinido. Comencé a sentirme en un filme de terror.

Que tonta Daiana, no va a salir un psicópata con un cuchillo en mano, me dije a mi misma.

Tremendo escalofrío me recorrió cuando tuve en cuenta que tal vez estar a solas con Danny era aún más peligroso que eso.
Seguí adentrándome a mi casa que en esos momentos se me hacia desconocida.

Sin saber a donde ir, y sin saber en donde rayos el se encontraba, me despojé de los zapatos altos y descalza me senté en una de las sillas del comedor.

- ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué hago? ¿Por qué no simplemente llamo a la policía? – me dije pegando con el puño cerrado contra el cristal de la mesa.

- Es una mesa hermosa, no la arruines Daiana – su voz ante mis espaldas puso mis sentidos en punta. Caminó hacia mí, sentí su calor detrás de mi silla y luego a un lado mío, finalmente lo vi de frente. Se había desecho de la camisa a cuadros que llevaba al igual que de los zapatos. Unos jeans holgados que asomaban parte de su boxers era la única prenda que portaba.
- ¿Entonces? ¿Has guardado un espacio para el café como te dije? – Bromeó y abarcó un lugar junto al mío – Ja, me quise ver más refinado; espié entre tu alacena y el único café que tienes es soluble; entonces… ¿Qué tal un tinto? –

- Gracias – contesté sin expresión. Danny sacó copas y la botella, sirvió con agilidad, como siempre lo hacía.
Dimos el primer trago al mismo tiempo, luego el segundo, después el tercero y no se hasta donde siguieron. Terminamos nuestras copas y esa era una única señal, llegaba el momento de la charla.

- Daiana, ¿Sigues temiéndome? – acercó sus manos a mis mejillas y acarició mis pómulos.

- Es mejor que te vayas – suspiré quitando sus manos de encima – Espero que tus hermanos no estén en la ciudad también, de ser así, regresen a L.A apenas cuando amanezca –

- Bien sabes todo el esfuerzo que hice para que me dejaran salir de los Estados Unidos – dio una descarada sonrisa – No creo que me convenzas a marcharme –

- Es necesario Danny, llamaré a la policía si eso no sucede – advertí, por dentro dudando si tenía el suficiente valor.

- Mierda, Daiana – puso las manos en la nuca – No harías eso -

- Claro que lo haría, mas bien… lo haré.

- ¿Cómo te lo explico Daiana? Vine aquí por ti, ninguna de mis adicciones es tan fuerte como la tuya – la luz de la luna que se colaba por el ventanal alumbraba sus pupilas.

- No obtendrás mi perdón si eso es lo que quieres.

- ¡CARAJO! ¡SABES QUE COMPLICADO ES ANDAR POR LA VIDA CUANDO TE CONCIDERAN UN CRIMINAL! – De nuevo esa furica mirada lo invadió, varios flashbacks invadieron mi cabeza, esa mirada la cual me hacía recordar todas esas pesadillas.

- Incluso cuando tú me consideras un maldito criminal desatado – ahora su mirada se tornó triste. Esto comenzaba a matarme - ¿Es por eso que de un día para otro Elisa, Atziri y tú se marcharon? Por eso que me dejaste así –

- No Danny, todo me lastimaba – mis ojos se empañaron – No podía pasar ni un día más junto a ti –

No supe que hacer; me paré de aquella silla y arrastré mi cuerpo hacia el dormitorio. Me encerré. Me acosté. Me perdí.
Perdí el presente entre los deja vu enterrados en los más escondidos rincones de mi memoria, dejé a Danny en la mesa alumbrada por el ventanal sin saber nada más de el aquella noche…



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miércoles, 21 de octubre de 2009

Cap. 15 < Noche mexicana >


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[Capítulo anterior: Dándonos el retoque final, estuvimos decididas a salir, sus caras quedaron noqueadas por nuestra apariencia; unos piropos más tarde, fuimos todos en busca de diversión y yo… en busca de solo un distractor. ]



- Será de su agrado – dijo Bill con emoción mientras cruzábamos la puerta de entrada de aquel lugar, cuyo nombre recuerdo era `` Not only tacos ´´.
El camino hacia el restaurante no me causó ningún problema, tampoco incomodidad, al contrario. La música sonó a todo volumen y la plática no acabó; todo hubiera sido perfecto a no ser por la llamativa camioneta blindada en la que nos movíamos; David seguramente la ordenó.

- Para ser sincera, no recuerdo nada de esto en mi país natal – dijo Elisa junto a una burlona risita mientras uno de los meseros nos recibía, ya todos portábamos sombreros tipo mariachi brindados por las instrucciones del personal, no quisimos interrumpir la temática del lugar.

- Oh vamos, ¡esto es divertido! – rió de nuevo Bill mientras le daba una palmadita al hombro de su hermano, quien le correspondió torciendo los ojos.

- Se nota que tú elegiste el lugar – dijo Tom con fastidió mientras apartaba la mano de Bill con brusquedad.

- Mira quien habla, mi hermano que siempre consulta mi gusto para todo. No es mi culpa que tu seas un mortal sin sentimientos solo en busca de sexo – ahora su hermano respondió molesto.

Atziri, Elisa y yo quedamos sin saber que hacer, decidimos portarnos como si no notáramos la pelea que los gemelos comenzaban a tener, `` distrayéndonos ´´ con nuestros respectivos celulares.

- Puaj… esto es ridículo – se mofó Tom mientras caminábamos a la mesa que el recepcionista nos indicaba, pude notar que la frase le dio cuerda a Bill, lo suficiente como para contestar.

- ¡Hey! Eh… ¿Quién tiene hambre? – Interrumpió Georg dándole fin a la pelea – Yo muero de inanición en estos momentos – completó para contrarrestar la obviedad de su pregunta.

- No arruines esto Kaulitz – susurró Gustav al oído de Tom, sin lograr el objetivo, pues pude escuchar con claridad las palabras. Tom volteó hacia el techo y dio un suspiro, no precisamente de los buenos.

Los asientos comenzaron a asignarse, repartirse y cambiarse después de miradas con miradas. Al final de todo el `` show ´´ , a mi derecha quedó Georg mientras a mi izquierda Bill, quien acompañaba a Elisa. Atziri yacía en medio del otro gemelo y Gustav.

- Te ves bien – Georg dio un sorbo a una de las bebidas que pocos minutos atrás nos habían llevado. Me dedicó una veloz y fría mirada.

- Gracias – respondí en el mismo tono.
Un segundo después bajé la mirada para apreciar mi conjunto. Demonios, me había esforzado bastante y como respuesta tuve un `` te ves bien ´´; que decepcionante. El vestido color lila resaltaba el blanco de mi piel y era lo suficientemente pegado como para enmarcar mi figura sin hacerme lucir vulgar, los botines hacían juego al igual que el brazalete. ¿Qué había salido mal para un comentario tan seco?


(Georg)

No pude decirle más de su apariencia, y por eso me arrepentí mucho… bastante en realidad. No es que Daiana luciera mal, no, nada de eso. Lucía tan bien con ropa que seguramente sin ella luciría mejor, ese pensamiento comenzaba a atemorizarme.
¿Es acaso que Tom me había pegado su mirada morbosa? Por si las dudas, giré la mirada y me concentré en jugar con los adornos en la orilla de mi copa.

- ¿Ya han decidió que ordenar? – interrumpió la camarera. Tom no dejó pasar el mini vestido mexicano que ella aportaba, pude apreciar como Atziri torció la boca a lo mismo. La chica se embobó cuando logró reconocernos y apenas pudo apoyar la pluma en la libreta.

- Una orden de enchiladas verdes.

- Pozole blanco, por favor.

- Pollo a la vera… ¿Vera que? Oh veracruzana.

- Bistec en chile habanero.

Se amontonaron las órdenes de todos, mientras la única que permaneció sin decir nada fue, Daiana.

- ¿Qué pedirás? – pregunté rozando ligeramente su brazo, como reacción brincó.

- Eh… no lo se – contestó con un tono confundido. Le extendí la carta que ni siquiera había hojeado y echo un vistazo rápido a todo. Lucía confundida, preocupada tal vez.

- Disculpe, ¿Ya? – preguntó la camarera recargando su peso en una pierna, mientras su actitud se torno desesperada.

- Un momento – respondió Daiana sin apartar la mirada de los platillos.

- Oye, tengo más clientes que atender – la chica hizo una cara de `` no eres la única aquí princesa ´´ y después, un ataque de celos la recorrió cuando Daiana despegó los ojos de la carta y su belleza quedó en vista.

- Chile en nogada si fueras tan amable – dijo sarcásticamente – Si te molesta atenderme, otro día mando a los chicos solos, así no estorbaré querida – refiriéndose a nosotros, mientras la camarera moría de rabia y pena.

- ¡Tssssss…! – Tom, Bill, Gustav y yo no pudimos evitar el efecto cuando la camarera se marchaba. Las chicas se comían la risa.

- Así se habla mujer – Agregó Tom mientras sonreía. Me daba gusto que el humor de este se hubiera desatado, no iba a aguantar una pelea infantil de los hermanos más, menos esa noche.

- No me has escuchado – dijo Daiana riendo un poco, enseñando esos dientes que junto con sus labios, daban ganas de devorarla – Aunque digamos que e aprendido de Atziri – apoyó.

- Mientes – Atziri se sonrojó un poco cuando tuvo la mirada de Tom.

- No lo hace, demuéstranos lo que tienes amiga – Elisa la retó refiriéndose al modo que Atziri sabía contestar.

- Em… no aquí no – mal interpretó Tom – Mejor vamos a mi apartamento y me muestras lo que tienes, en privado –

Atziri pudo huir de la frase con un trago de whisky, mientras se producía un silencio incómodo. Noté como la mirada de Bill suplicaba que Tom cerrara la maldita boca de una vez.

- ¡Comida! – celebró Gustav mientras la bandeja con nuestros platillos llegaba. Por ``coincidencia ´´ ahora era un mesero el que nos atendía, observé de reojo como Daiana sonreía por ello.

Los sonidos de los cubiertos comenzaron a entonarse y varias quijadas a moverse disfrutando el sabor del sazón mexicano.
La conversación que inició grupal ahora se convertía en varias separadas, una de ellas… la mía con Dai.

- Háblame de ti – pedí mientras cortaba un pedazo de bistec.

- ¿Qué quieres saber?

- De ti – respondí – ¿Qué te apasiona? ¿Tus colores favoritos? ¿Tienes mascotas? –

- Oh pues… - levantó las cejas y metió el tenedor a su boca, esperé a que terminara el bocado, pero no habló.

Muchas preguntas a la vez tarado, pensé.

- Mejor… sólo dime ¿Quién eres? – quité de mi cabeza aquel sombrero que seguramente me hacía ver bobo.

- Buena pregunta, ¿Quién soy? – dijo ella cruzando una pierna y dejando a la vista un poco más de aquella piel que causaba tentación tocarla únicamente para comprobar que era real y no la de una muñeca.

- Entonces… - di otro trago a mi copa.

- No tengo mascotas, mis colores favoritos son el celeste y negro – levantó los hombros con indiferencia. Vaya, realmente me atraía cada vez más.

- Poca información, pero es mejor que nada.

- Supongo – parpadeó una vez y tarareó la letra de la canción que se escuchaba en el fondo. Dejé mi vista en ella con el riesgo de que podría darse cuenta, pero no me importó.

- ¿Qué tengo? – dijo cuando se dio cuenta de mi mirada y comenzó a inspeccionarse el cabello, las comisuras de la boca y acomodar su vestido.

- No es nada, luces bien – volví a repetir y quise golpear mi frente contra mis manos. Una respuesta más sensible era lo único que quería dar.

- Sí, bien – enfatizó el `` bien ´´ con un tono que ni siquiera pude distinguir que representaba.
Sonrió con poca energía y paseó su mirada por la mesa, la imité. Como me lo imaginaba Tom se encontraba platicando junto a Gustav y Atziri, me pareció acerca de guitarras, mientras Elisa y Bill inspeccionaban el ipod de alguno de los dos, coincidiendo con los gustos musicales.

- ¿En verdad quieres saber? – preguntó ella.

- A que te refier… - no pude terminar debido a que me interrumpió.

- Soy Daiana Constanza Ruzzo. Este es el tono natural de mi cabello aunque la gente jura que me lo tiño. Usé lentes de contacto de color tres años de mi vida. No se cual es mi estatura, no me he medido. No me molesta que pregunten mi edad, y tampoco me enojo si me llegas a contar el final de alguna película – rió – ¿Fin? –

- A eso me refería, ahora se quien eres – dije satisfecho aplaudiendo.

- ¿En verdad? Házmelo saber – soltó una mueca que se transformó a risa, la acompañé.

- ¡Oh mierd… - dijo expresiva en mitad de una carcajada, mientras todos dirigían la mirada a ella. Comprendí de qué se trataba; una copa se le había vertido encima a la altura del cuello y el líquido comenzaba a escabullirse más abajo, por encima de su ropa.
Me entró una culpabilidad enorme cuando descubrí de quien era la copa, mi copa que hace unos segundos dejé cerca de la orilla de la mesa ahora estaba vertida en Daiana.

- Dai... – dijo Elisa, tratando de encontrar un remedio y levantándose de su asiento.

- Esta bien, no pasa nada, iré al tocador a quitar la mancha – con pasos acelerados se dirigió al pasillo, la seguí. Era un vestido hermoso de una tela suave, supuse que seda; el cual ahora estaba seguramente arruinado.

- Disculpa, a sido mi culpa – dije cuando pude alcanzarla. Me escabullí al tocador de damas, por suerte nadie estaba ahí.

- No importa, fue un accidente – sonrío mientras jalaba una toalla de papel del repartidor para comenzar a limpiar – Aún así, no estaba segura si este vestido me sentaba bien –

- Te queda hermoso – lo saqué. Por fin. Sonrío de una manera que no conocía.

Comenzó a palpar la tela y a separarla un poco de su cuerpo, cada vez que hacía ese movimiento pude tener una vista más pronunciada de su escote. La tela empapada transparentaba aquel sostén delgado, que al momento de mojarse, también permitía ver debajo de él. Se veía lo bastante concentrada en la tarea como para darse cuenta del fenómeno. Miré como un idiota, y me resultaba imposible quitar la mirada de encima.

- Listo – dijo unos momentos después. No había caído en cuenta cuando la tela se secó por completo.

No lo dudé más, le arrebaté un beso. Todo comenzó tranquilo dulce, pero fue acelerando, quería volver a tener aquella sensación que tuve en el estudio, días atrás.

- Ya sabes que se siente un beso mío – separó sus labios y prácticamente me leyó la mente – No creo que sea necesario recordártelo –

Con autoridad salio por la puerta y me apuré a hacerlo también; por desgracia ya todos estaban listos para partir. Di un último trago a la copa de Bill, el cual me supo a un trago de valor; después salimos mientras el aire helado de la noche nos pegaba…


En verdad Gracias por la paciencia! ^^

y... agradecimientos a OREO por el aviso! Tqm!

Kuzz Kuzz <3


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viernes, 9 de octubre de 2009

AVISO IMPORTANTE

LAMENTO INFORMARLES QUE NO HABRÁ CAPITULO NI EL DOMINGO, NI TODA LA PRÓXIMA SEMANA.
NUESTRA QUERIDA AUTORA ESTARÁ LIBRE UN RATO [YA LE TOCA XD]
ESPEREMOS SU PRONTO [NO TAN PRONTO] REGRESO Y QUE ELLA VENGA CON LAS PILAS CARGADAS!
PÁSALA BIEN HONEY ;D
[oreo_effeckt]

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miércoles, 7 de octubre de 2009

Cap. 14 < Pidiendo suerte >


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El rechinido de la puerta principal me hizo caer en un nerviosismo impresionante. Esto no puede ir peor dije para mis adentros.

- Eh… ¿Daiana? – preguntó una de las voces pasando una y otra vez la cabeza por el recibidor al notar abandonado el lugar.

Dudé en contestar, no lo hice.

- ¿Hay alguien? – insistió la voz.

- No seas tarado Georg, si no hay nadie no te van a contestar – escuché la pesada mano de Tom aterrizar en la espalda de Listing, y luego una queja de dolor.

- La puerta estaba abierta, opino que debe de haber alguien aquí – Bill carraspeó la voz – Al menos que la señorita Ruzzo tenga extrema confianza en sus vecinos –

Se escucharon risas débiles por la frase. No quise voltear a verlo, no quise ver a Danny, aseguro que su mirada me dejaría en un shock, como siempre acostumbraba a hacer.
Mojé mis labios, y decidí seguir escuchando a la pandilla que se encontraba en la entrada de mi hogar, sin dar un paso, ni atrás ni adelante.

- Creo que entiendo – Gustav habló – Es una sorpresa, las chicas tienden a hacer eso –

- Cierto, les encantan todos esos pequeñitos detalles – Bill afirmó, un cuanto emocionado según lo que delataba su voz – Por eso la razón de la puerta a paso libre –

- Oh ¡Ya! Entiendo, como la película que vi ayer… – Georg habló, gritó más bien.

- ¡Shh! Cállate ¿Sí? – Tom lo regañó – No nos interesan tus películas XXX –

- Hey… no es una película porno ¡No! Se trataba de ella, una chica y él, un chico… -

- Júralo – se mofó Bill con sarcasmo.
- Bueno el caso es que la chica se enamora de él, pero no siente que haya química en su relación… -

- En verdad – Tom interrumpió la crónica de Georg – No nos interesa tu película –

De nuevo, risas imparables, cortesía del cuarteto.

Mi única salvación en aquellos momentos, era el buen humor que esa noche cargaban.
Permanecí inmóvil en la estancia, que por fortuna no da vista al recibidor. Inhalé un poco de aire, y fue cuando todo empezó de una manera intensa. Estaba decidida a enfrentarme con la cita, cuando sentí un delicado toque en mi espalda que bajó hasta la cadera, con la intención de deslizarse aún más abajo.

- Más te vale que quites las manos de encima, ahora – susurré para el Rowmen, quien ignoró de una vil forma mi indicación – No bromeo –

Así lo hizo. Me libré de esa mano que empezaba a tatuarse en mi ser; pero no me libré de la tremenda adrenalina. ¿Qué te sucede boba? Corre a ese de tu casa, no vuelvas a obtener su presencia jamás; decía una voz en mi cabeza, mientras la otra también esperaba alguna reacción ¿Qué haces? Es él. Lo has esperado por años… años… años.
La situación era lo suficiente como para enloquecerme; y si ese era el propósito, tengo que admitir que todo estaba saliendo a la perfección.

- ¡Mierda! – grité de una manera inconciente en una rara liberación de estrés.

- No tenias que gritar Constance, recuerda que estábamos jugando a los amantes secretos… - Danny se recargó en la pared y cruzo los brazos, mientras una cínica sonrisa me podía acabar de enfurecer - ¡Ops! Has perdido nena –

- ¿Eh? ¿Daiana? ¿Elisa? ¿Atziri? – preguntó la curiosa voz de Bill, escuché sus botas acercarse.

- Oh, ya se han enterado de tu supuesta sorpresa, que pena… ¿No? – Danny volvió a sonreír de esa manera que me provocaba correr a la cocina por un cuchillo.

- Vamos, vete antes de que vengan aquí – me controlé, increíblemente – O antes de que yo pierda el control –

- Me marcharía, pero me gusta tu departamento, es muy cómodo – tuvo el descaro de reírse.

- Eh, chicas ¿están? – ahora era la voz del otro gemelo. Los pasos eran cada vez más sonoros.

- Vete ya – le ordené ahora con desesperación a Danny – Vete, vete –

- ¿Ya te dije que hermosa vista tienes desde aquí? – siguió jugando con aquella postura despreocupada. No pensé darle el gusto de ser su compañera de juego.

- La otra puerta de salida está al fin del pasillo, se puede salir perfectamente por ahí – ya no silencié mi voz ni le rogué, tome una postura fuerte y autoritaria ante sus ojos, sus magníficos ojos.

- Daiana conozco esa voz, es tuya – Georg habló, supuse que aún seguían avanzando por el recibidor.

- Un momento – por fin contesté ante sus peticiones y escuché algún ritual de celebración por eso. No quité la mirada encima de Danny, ni el a mi.

- Depende de ti, ya conoces la otra salida – le dije sin expresión alguna – Puedes quedarte a conocer a mi cita si es que así lo deseas –

Fingí estar desinteresada en su desición, pero por dentro un nervio espantoso me carcomía. Di Adiós, márchate ya, supliqué en silencio.
Me observó y yo a él; su rostro se volvió a guardar en mi mente, pues el tiempo lo empezaba a desvanecer de mis recuerdos.
Por otro lado las pisadas se escuchaban cada vez más fuerte, casi a nuestras espaldas…

- Guarda un espacio para el café, cuando regreses, tendremos mucho que platicar – dijo. Por fin vi su cuerpo dirigirse hacia otro lado. No se marchó pero se encerró en una habitación; era más que suficiente.
Te rendiste cariño, he ganado yo, pensé ahora quitándome de toda preocupación.

- Linda pose – escuché esa inconfundible voz de Tom Kaulitz. Dudé a que se refería, pero luego caí en cuenta. La satisfacción que la poca fortaleza de Danny Rowmen me había dejado, causó que mi mano se posara en mi cintura y la otra se recargó en la orilla de la mesa, mi rostro de perfil y la tenue luz de la luna alumbrando mi figura.

- Gracias, salió por naturalidad – admití dando una risita como saludo. Me acerqué unos cuantos pasos a ellos y comencé a saludar, beso en ambos cachetes para cada quien.

- ¿Por qué tanto misterio? – preguntó Gustav como niño en etapa curiosa.

- Misterio ¿A que te refieres? – actué como la indiferente.

- Pues… la puerta principal estaba abierta – Bill respondió por su amigo, señalando con el pulgar sus espaldas.

- Ah, eso no es raro – reí con simpleza – Ya saben, extrema confianza en los vecinos –

Como lo esperaba, todos abrieron sus ojos, igualando el tamaño de un plato debido a la confusión. Surgieron señas entre ellos.

- Iré por las princesas – sonreí dejándoles con la duda. Caminé hacia el pasillo y me aseguré de abrir la puerta correcta…

- Ya han llegado los príncipes – sonreí con dulzura al ver a Atziri y Elisa tumbadas en los divanes, la primera jugando con la videoconsola y la segunda enchufada al ipod.

- Perfecto – Atziri soltó el control - ¿Y el sapo de la historia, en donde los has metido? –

- Larga historia – suspiré – No saquen el tema por favor – no queria enterarme nada más de ese Rowmen en toda la cena, pues después del evento, tendría que enfrentarle.

- Nosotras tenemos que platicar respecto a eso – Elisa torció los ojos, se le notaba preocupada – Pero ahora no; tenemos a visitas VIP esperando por nosotras en la sala – levantó las cejas de un modo seductor y se atomizó todo el cuerpo de ese perfume, su clásico perfume, notas de lavanda con un toque de vainilla, la combinación perfecta para presentarme los recuerdos…



- Oh dios, huelo a cerveza, soy una bestia – rió mientras molestaba a sus hermanos con su propio olor.

- Una épica resaca – me carcajeé desde la cocina mientras preparaba el jugo mágico contra la cruda.

- No lo vuelvo a hacer – se quejó el otro apoyando sus manos contra su frente.

- ¡Ay aha! Ya veremos la siguiente fiesta William – dijo ahora el primero, Jacob.

- No tienen remedio – le estreché a cada uno un vaso con jugo, el cual era un éxito después de una noche entre vodka, música y cigarros.

- Gracias Const… - Danny acercó sus labios a los míos.

- ¡Ew! – No pude evitar gritar, y luego todos nos carcajeamos – Cielo, apesestas a whisky corriente jajaja –

- Rayos, si no puedo besarte por la cruda… prometo emborracharme nunca más – me dio un cálido abrazo, que a pesar de la peste, acepté – Tu siempre hueles bien – me olfateó un poco las raíces del cabello.

- Lavanda con toques de vainilla; una amiga me ha convidado un poco de su perfume antes de venir aquí, a rescatarlos ja – confirmé enredando mis brazos en el cuello de Dan.

- Una amiga… presenta ¿no? – reclamó Jacob entre hipo.

-¿Presentarles a Elisa y a mi otra chica Atziri a patanes como ustedes? Jamás – reímos a coro mientras me abucheaban.

- Así que… ¿Lavanda con toques de vainilla? – cuestionó Dan ahora tomando un mechón de mi cabello y acercándoselo a la nariz; asentí con la cabeza – No; siempre has olido a fresas amor… -


Las brisas del perfume de Elisa que alcanzaron mi cuerpo, me sacaron de esos recuerdos, que en parte de mi vida pudieron haber estado enterrados por la amnesia.
Dándonos el retoque final, estuvimos decididas a salir, sus caras quedaron noqueadas por nuestra apariencia; unos piropos más tarde, fuimos todos en busca de diversión y yo… en busca de solo un distractor.

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domingo, 4 de octubre de 2009

Cap. 13 < Sólo... vete >


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- No… - fue lo que salió de mi boca con el poco aire que en esos momentos mis pulmones almacenaban.

- ¿Hola? – repitió ahora esa persona con un tono de pregunta.

Mis ojos ya ni tenían la energía como para parpadear, y por lo mismo se empañaron. Mi garganta se sumergió en un tremendo ardor. Mi boca se quedó sin palabras, sin expresión. Mis manos estaban sostenidas en medio de la nada. Mis piernas apenas con la estabilidad como para sostenerme en pie… y mi mente, en algo peor que una pesadilla.

- No… - volví a decir con la misma entonación – no, no, no ¡no! ¡no! ¡NO! ¡¡¡¡¡NO!!!!! -

- Daiana tranquila, te lo ruego – dijo ahora con angustia.

-¿Qué haces aquí? ¿Qué diablos haces… - dije venciéndome; me tiré ahí a un lado de la puerta.

- Sólo es una visita – dijo en murmullo. Se agachó y con suavidad me cargó – Pensé que te agradaban las visitas –

- ¡La tuya no! – Batallé para que me soltara sin obtener resultado – Déjame tranquila –

- Daiana te lo suplico, sólo veme a los ojos – trató de sostenerme a pesar de mis bruscos movimientos encima de su cuerpo.

- ¡No!– grité.

- Veme a los ojos – insistió.

- ¿Es qué acaso no entiendes? ¡No puedo verte a los ojos! – Lo convencí que me bajara de sus brazos, así cayendo al suelo con una cierta brusquedad – No puedo – mis ojos desbordaron aquellas lágrimas.

- ¡¿Dai?! ¿Qué sucede ahí? – preguntó la alarmada voz de Elisa, no distinguí el momento en que salió de la habitación y miró la escena.

- Tú – Elisa le dijo, mientras su moreno color de piel se tornaba al de un muerto.

- No lo entienden, no vengo a lastimar a nadie – replicó este cruzando sus brazos.

- ¿Entonces para que vienes? – le devolvió mi amiga. Me quedé muda.

- Vengo a aclarar todo – me miró de reojo.

- No hay nada que aclarar – Elisa comenzó a desenfrenarse – Lo hecho, hecho está –

- Hey… ¿qué hace el aquí? – Atziri salió de la habitación también, corrió hacia mí al verme en aquella situación y trato de tranquilizarme.

- No tengo idea – pensé en voz alta – No tengo idea – confirmé.

- Constance, no sería capaz de hacerte daño de nuevo – se acercó hacia mi.

- Deja de torturarme… no me llames Constance, no más – negué la forma en que me llamaba, esa forma que añore escuchar por años.
Todo calló, sólo se escuchaban mis sollozos. Atziri y Elisa intercambiaron miradas, y pude notar como llegaron a un acuerdo con las mismas: Dejarnos solos a él y a mí.
Observe sus pies alejarse hacia la habitación principal.

- Es mejor que te marches – logré decir a pesar del nudo en el estómago. No podía estar un segundo más con él.

- No quiero hacerlo Daiana – se sentó a un lado mío, sobre aquel tapete.

- Danny, vete – pude decir su nombre después de un rato.
Seguía igual que en mis recuerdos; cabello negro alborotado, mirada profunda, tez blanca casi igual a la mía, labios definidos; aquellos que un día me provocaron tanto como para formar una historia.

- Constan… -

- ¡No me llames Constance! – rompí en llanto, como una niña pequeña. Todo empezaba a formar una especie de Deja Vu, un recuerdo…



- Princesa no desperdicies tus lágrimas en algo así – replicó él rascándose esa barba que empezaba a dar destellos canosos.

- Pero papá ¡He sacado un cinco en el examen de hoy! – dije mientras metía una patada al piso de madera.

- ¿Y eso es lo demasiado importante como para llorar? – me dio un pequeño golpecito en la nariz.

- ¡Es una muy mala nota papá! ¡Un cinco! – insistí con desesperación, tallándome los ojos y dejando una mancha negra alrededor de ellos.

- Un cinco… bueno es mejor que un cero ¿No lo crees? – Rió limpiando el contorno de mis ojos con sus dedos, luego examinando los residuos negros que quedaban en los mismos - ¿Qué es esto? –

- Em… - dudé en contestar a su pregunta.

- ¿Es delineador cierto? – Me miró de una forma divertida – Princesa eres aún muy pequeña como para maquillarte; tu eres bella así… no disfraces tu cara –

- Jaja me has descubierto – reí divertida - ¿Y si no vale la pena llorar por un examen… por que vale la pena llorar? –

- Eres muy chica como para saberlo, pero te lo diré – sonrió – Llora cuando conozcas la batalla para encontrar el verdadero amor –



- Sólo quiero explicar todo lo que pasó – el rosee del brazo de Danny con el mío me sacó de mi memoria.

- Creo que ya no hay más que decir – suspiré. Tomó mi barbilla obligando a observar aquella mirada, justo lo que estaba evitando. Sus ojos tenían una pizca de arrepentimiento, aquella que no conocía del nada bien.

- Vamos Ruzzo no hagas esto más difícil –

- Vamos Rowmen no hagas esto más difícil – le devolví la jugada – No arrojes más leña al fuego, pues ese fuego ya estaba en sus últimas –

- Eso es mentira, ambos bien sabemos que ese fuego estaba tan vivaz como desde un inicio –

No fui lo suficientemente valiente como para contestar. Aparté sus manos que permanecían en mi barbilla. Me alejé lo más posible de él dándole la espalda, pero el conservó la cercanía. Dirigí la mirada hacia el ventanal; observé que la noche ya había caído. La luna era la única luz que se filtraba en la estancia y podía presentirse la frescura del aire.

- Es una noche hermosa Daiana – me dijo en modo de susurro al oído – Podríamos convertirla en una de esas noches perfectas como antes –

- La noche puede ser perfecta sin tu presencia – respondí con hostilidad – Vete ya –

Al parecer hizo caso omiso a la instrucción, ya que se quedó ahí, a menos de un paso detrás de mi cuerpo.

- Me he enterado de todo ya; al parecer te has quedado sin trabajo –

- No es necesario que me lo recuerdes – dije. De inmediato sentí una punzada de angustia en todo el cuerpo.

- Cierto, pero no todo va tan mal en tu vida ¿O si? –

- ¿De que rayos hablas? – lo miré sobre mi hombro.

- Tu novio te lo puede decir – sonrío de una manera hipócrita. Empecé a temerle.

- ¿Novio? Un novio es lo que menos necesito ahora – giré para verle frente a frente.

- Eh, que acaso no te suena conocido alguien con cabello largo castaño, ojos verdes rasgados, fuerte… em, estatura media – hizo ademanes con las manos para describir cada una de las características.

- Georg Listing no es mi novio – lo empujé ligeramente hacia atrás.

Se quedó parado, solo viéndome; yo lo hice por igual. En verdad lloré tantas noches para verlo, verlo de nuevo y en un momento a otro, se encuentra a un lado de mi sala, hablando sobre lo que fue, lo que es o lo que será.

- Lo mejor es que te alejes de mi – rompió el silencio – Soy un salvaje –

- Me alejé de ti, pero ahora eres tú el que regresa – ansié por llorar de nuevo, pero mi reserva de lágrimas ya estaba agotada.

- Es que… no se si puedo irme lejos de ti –

- Eso es lo que hubieras pensado años atrás, lo siento, tu arruinaste la oportunidad – terminé tratando de desviar mi mente de aquel recuerdo intocable que trataba de apoderarse de mi.

- Daiana, te he extrañado –

Volví a observar la vida nocturna de Alemania por el ventanal. Ahora las luces y movimientos de la misma creaban un efecto nostálgico en mí. Solo escuchaba la respiración de él a mis espaldas.
Puse mi atención sobre los coches que circulaban en la avenida y vi aquella camioneta estacionada, se me hizo lo bastante familiar.
Cuando caí en cuenta quienes eran los propietarios del vehículo ya era bastante tarde; pues cruzaban la puerta principal de mi departamento que se había quedado abierta, con la idea en mente de ir a cenar…

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jueves, 1 de octubre de 2009

Cap. 12 < Dime que es una pesadilla >


MusicPlaylist

No esperé más de tres minutos cuando la noticia ya recorría los pensamientos de mis dos amigas. Ninguna lo esperábamos; incluso yo pensaba que con fortuna les hablaría a los chicos para resolver el rumor; no fue así.
Un faro de ilusión se ilumino en mis ideas; por lo menos una cena no me caería nada mal, después, me empeñaría en obtener un trabajo.

Hablé con Atziri un rato y quedamos de acuerdo; ellas se alistarían por su cuenta y después se unirían a mi hogar.
Aún eran las nueve de la mañana, muy temprano para comenzarme a arreglar. Prendí la televisión y me quedé viendo un capítulo de `` Dr. House ´´ el cual ya se me hacía repetido, al mismo tiempo prendí un cigarrillo y puse a funcionar la laptop sin objetivo alguno. Mis ojos pasaban de la pantalla del televisor hacia la de la computadora, mientras mis dedos empujaban el cigarro a mi boca de una manera constante.
Mis pensamientos no se encontraban centrados precisamente ni el olor a tabaco, ni en los infinitos emails, ni en el equipo del doctor solucionando un problema de páncreas.
En realidad, desempañaba aquellos recuerdos escondidos en mi mente que en su momento fueron una joya…


- Oh Constance – su cabello alborotado me hacia delirar – Has venido – replicó el extendiéndome los brazos.

- Sabes que amo venir – sonreí aceptando su brazo rodeador de mis hombros y dejando mis cosas en el piso.

- Hemos avanzado mucho más – dijo uno de sus hermanos empezando a deslizar sus dedos por los trastes de la guitarra – Este ensayo a salido bastante efectivo –

- Eso me alegra – dije con sinceridad jugando con uno de los platillos de la batería.

- Pronto llegaremos a ser super estrellas ¡ja! – dijo ahora el tercero recargado en la puerta, apreciando como yo empezaba a tocar de una forma desafinada su preciosa batería.

- No lo dudo – regresé mi mano a su lugar al sentirme amenazada por jugar con aquellos magníficos tambores.

- Const… - llamó el primero; su cabello ondulado y alborotado se movió al ritmo de sus pasos.

- Dime Danny – contesté dándole atención y despegando mis labios hasta formar una sonrisa.

- Te hemos compuesto una canción – sus mejillas se tornaron a un tono ligeramente granate.

- ¡Mientes Dan! ¿Hemos? Nosotros no escribimos nada, tú sólo la has compuesto – reclamó su hermano en la guitarra, William, provocando las risas del hermano baterista, Jacob.

- ¡Bah! No me balconeen – se quejó tomando la cinta de la otra guitarra y cruzándosela por el cuello – Aquí vamos – dijo cuando los demás tomaron sus puestos.

- 1,2,3,4… -

La melodía dio inicio, fue el momento en que todo cambió…

Agradecí infinitamente al claxon que se escuchó en la calle, pues fue este que me sacó de los recuerdos. No me gustaba volver al pasado, no más.
Cambié la serie que se proyectaba en la TV por música; no lo dudé… subí el volumen al máximo y me dejé llevar por las notas. Ahí con la canción dando su impacto y los ojos cerrados, me olvidé de todo lo anterior.

( Tom narra )

En definitiva, no había sido una idea mía; Bill, Georg y Gustav lograron convencerme. ¿Cómo rayos pidieron una cena ante ellas?. Yo insistí en que no lo hicieran; pronto ellas no resistirían más y llamarían… en cambio los inteligentes de mis amigos optaron por llamar primero.
No me gusta quedar como el hombre desesperado, por que no lo soy. Todo sucedió tan rápido que ni los pude detener.
En un par de horas más nos encontraremos frente a un platón de comida mexicana y frente… a unas mujeres realmente hermosas.
Debo admitir que durante los dos últimos años mi adicción por el sexo se ha venido debajo de una forma ligera; sin embargo… aquella chica de piel morena y ojos rasgados me provocaba de nuevo esa eufórica sensación. Angélica Atziri, diseñadora de modas, nacida en México ¡Eso era todo lo que sabía acerca de ella! Ni un dato más ni un dato menos. Ni siquiera su apellido, ni siquiera su edad.
En general ese tipo de cosas me son algo de sobra; simplemente localizo a alguien, se hace el coqueteo y terminamos crudos al día siguiente, ella con mis boxers puestos.
Esta vez no era así; Atziri se había resistido, un carácter fuerte en verdad, por primera vez tenía ganas de conocer intensamente a una chica, de saber su color favorito, de saber la comida que odia, de saber sus hobbies, de saber sobre su pasado, de saber sus curiosidades… ganas de saber todo.

- Hey Tom ¿Cuándo te quedará claro que la inmortalidad del cangrejo no existe eh? Ja – Bill me dio un golpe en el pecho, haciéndome volver a la realidad.

- No molestes – dije dándole los aires a un niño pequeño.

- Bill… Tom tiene razón ¡No molestes al capullito inocente! – río Georg aumentando el ruido con las risas de mi hermano y de Gustav.

- Capullito inocente el que tienes tú, virgen – regresé la jugada a Listing.

- Mentiras – se mofó – Ambos sabemos que tengo más centímetros que tú –

- Aha – expresé con sarcasmo; una clásica discusión daba su inicio.

- ¿Qué? ¿No me crees que lo mío mida catorce centímetros? – levantó una de sus cejas en forma de reto.

- ¡JUAZ! ¡¿CATORCE CENTÍMETROS?! – grité aparentando una sorpresa.

- Sí – dijo Georg con orgullo.

- ¡Eso no es nada! Mira Listing, cuando superes mis veinte centímetros hablamos ¿Ok? – noté como Bill y Gustav se tragaban la risa a causa de mi frase, hasta el momento que se tomaron un color realmente rojo y explotaron en carcajadas. Georg en cambio sólo le dio un trago al vaso que tenía enfrente evitando hablar.

- Bien ya te he callado… ahora déjenme en paz – agregué abandonando mi sala; la sala del departamento que Bill y yo poseíamos.
En realidad no estaba de muy buenos humos como para seguir con las bromas, sólo quería soledad por unos momentos, sólo quería saber que diablos estaba sucediendo conmigo.
Caminé hasta el pasillo en donde, al entrar a mi habitación, azoté la puerta.
- ¿Qué tienes Tom? – mi hermano interrumpió en el cuarto dejando a los G´s en la estancia.

- ¡Qué carajos no entiendes lo que significa un `` déjenme en paz´´! – argumenté enderezándome en la cama.

- Esta bien, me largo de aquí ya – dio la espalda – Sólo te digo que la soledad amarga… y amarga bastante –

- Bill – lo detuve antes de que saliera, pude distinguir en su perfil como se dibujaba una sonrisa satisfactoria de su parte por haberlo detenido.

- Necesitas ayuda, ¿No es así? – preguntó el cruzando los brazos y poniendo esa dulce mirada, como de compasión.

- Sí, necesito ayuda – acepté torciendo los ojos y dispuesto a hablar del tema que me causa inquietud.

- Sabes que siempre obtendrás mi ayuda cuando la necesites, pero ahora no… -

- ¿Por qué no? – pregunté ofendido.

- Sólo mira el reloj –

- Las 8:36 de la noche… ¿y? – confirmé al voltear a ver el reloj de buró.

- Tonto, recuerda, en media hora tenemos una cita y tú ni te has bañado – adoptó esa actitud que me recordaba a mi madre en ciertas ocasiones.

- Oh – respondí mordiendo mi labio inferior - ¿Crees que si no me baño, lo notarán? –

- Cerdo jaja – Bill se burló y me aventó una toalla limpia que acababa de sacar de un cajón – Métete a bañar, créeme, es por el bien de las chicas –

Le dediqué una mirada asesina en juego y me metí al cubículo vaporoso, tratando de aclarar ideas.

( Daiana narra )

- Nenas… déjenme verlas – dije desde mi habitación colocándome un arete cuando escuché que la puerta de la casa abrió. El tiempo se había esfumado desde la mañana. Distinguí las suaves y femeninas pisadas de mis chicas aproximándose.

-Oh dios; que envidia tendré cuando tengan novio – dije entre risas al verlas. Lucían divinas, ese toque de inocencia las acompañaba, pero evidentemente sin dejar atrás la sensualidad.

- Calla, que a tu lado me siento fea – bromeó Elisa dándome un gran abrazo; desde que en la oficina me dieron la mala noticia, no la había vuelto a ver.

- Bien, el punto es dejarlos boquiabiertos, y estoy segura de que lo lograremos cuando nos vean – dijo Atziri guiñando uno de sus ojos.

- Ja así será cariño… - un `` toc toc´´ en la puerta interrumpió.

- ¿Serán ellos? –

- No lo se, supongo que el portero los ha dejado entrar – levanté los hombros y eché un vistazo a mi reflejo en el tocador. Empecé a caminar por la casa hasta llegar a la puerta principal.

- Hola – argumenté en un tono lindo al abrir la puerta, no sin antes tomar un puñado de aire.

- Hola – en definitiva no era Georg, no era Bill, no era Tom y no era Gustav. Una imagen enfrente de mí que no deseaba ver esa noche, ni esa semana, ni ese mes, ni ese año, ni esta vida. ``Alguien dígame que esto es una pesadilla ´´ pensé mientras mis rodillas titiritaban y mi cabeza se perdía en su mirada…


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