domingo, 8 de noviembre de 2009

Cap. 18 < Los asuntos que surgen >







[Capítulo anterior: No creo que Daiana este en peligro, seguro dejó abierto el ventanal abierto por equivocación, un simple error que ha todos les puede suceder. No creo que Dai este en peligro, no, no creo…]



(Georg)


- Que envidia al auto de Tom en estos momentos – dije y reí sólo, tratando de poner más velocidad a mi máquina.

Un cuanto de tránsito y alguno que otro peatón estorbando en mi camino, por fin llegué al edificio.

En lo evidente, los gemelos Kaulitz tenían razón. La situación ahí era inquietante. Una gran masa de personas se atiborraba en la entrada y debajo de la fachada de la construcción para tener una panorámica vista del suceso. Desde el piso de Daiana se apreciaba un gran desorden dentro, pero el ventanal ya estaba cerrado.

Bajé del auto, con cierta preocupación. Los rostros que me rodeaban permanecían con expresiones de sorpresa y… ¿terror?

Varios policías comenzaron a llegar, una vez así se comunicaron uno al otro por walkie-tokie. Patrullas y hasta ambulancias también llegaron a escena.

Bien, para esas alturas mi estomago ya estaba más arriba de mi garganta.

Vaya, siempre me habían preocupado mis amigos, mis amigas también; este caso era especial. Daiana era para mi, inalcanzable. Una de esas personas que tienes que tocarlas para comprobar que son reales, y no lo digo en un punto centrado a lo físico, pues su manera de pensar me enloquecía.

No le podía haber pasado algo, no.

- Hey guy, ¿Qué pasa aquí? – Tom me hizo dar un pequeño salto cuando me tocó el hombro para reclamar atención.

- Hola men, aún no se nada, los estaba esperando – concluí mientras me acercaba a un oficial para pedir informes. Bill hizo un gesto de molestia y me jaló por un brazo.

- Maldición, tu damisela en apuros esta en su departamento y tu apenas preguntando que es lo que ocurre – Bill posó sus manos en la frente deslizándose hasta el cuello en un gesto de desesperación.

- ¡Ouh! Hagen, no servirías como príncipe salvador – Tom río un poco a pesar del espeso ambiente.

- Ahora no, vine a verla con la intención de un amigo, estoy angustiado ¿sí? – dije, mientras Tom y Bill giraban los ojos negando mis palabras.

- ¿Intención de un amigo? Ay por favor, eso ni Schäfer te lo cree – Tom dijo, gritó más bien, pues el sonido de las autoridades y los chismosos privaban de una amena platica.

- Men, sabes que somos amigos – solté sin sonar grosero – Daiana y yo somos amigos – sonaba duro decirlo, pero era cierto - Ahora ayúdenme con el ``poli´´ para que escupa información –

Nos acercamos entre la multitud, con anteojos y gorra claro. El momento seria lo doble de estresante con miles de fans ansiosos por una firma, rasguños, golpes, tirones en el cabello, entre un sin fin de actividades que puede el fanatismo puede invocar.

Observé una gorra y un uniforme caqui entre todas las cabezas, no dudamos en acercarnos…

- Eh, buenas tardes.

- Buenas tardes ¿Qué se le ofrece joven? – respondió aquel hombre canoso, con su uniforme de oficial.

- Contacto con la dueña del departamento de donde supuestamente el caos proviene, podría ser tan amable de proporcionarme información sobre lo que esta ocurriendo ¿cierto? – dije dando la máxima amabilidad que mi cara podía proporcionar. Me sorprendí de mis propias palabras al igual que los gemelos lo hicieron.

- ¿Por qué debería hacerlo? ¿Acaso es usted algún familiar o algo que se le parezca? – el policía se enderezó en una posición retadora, sacando todo su ancho abdomen.

- Pues… eh… no, pero… - Tom me dio un golpe debido a mi poca hábil respuesta.

- No, pero, es su novio – reparó Bill mintiendo a la vez. Siendo sincero, la frase y la palabra ``novio ´´ me exaltó.

Ya tanta suerte tuvieras Listing, pensé.

Noté la celosa mirada del policía, y después de tomar aire, aceptó contestar.

- Cuando llegué, el ventanal estaba abierto, muy raro para un clima así; por lo mismo me llamó la atención. Al voltear vi a un cuerpo al borde de la orilla, dispuesto a avanzar aún más – el oficial se acomodó la gorra y continúo sus llamadas por el radiolocutor.

Fue ese el momento en donde era difícil tomar una desición…

Gritar, llorar, correr, subir, hablar. Eso no importaba.

- Quiere decir que Daiana… - dijo Tom asimilando las palabras del policía.

- Daiana quiso acabar con su estancia en este lugar – dijo Bill, entre tono de pregunta y una frase neutra.

- Eso no, no es posible – di una sarcástica sonrisa. Volteamos al vernos los tres, y `` telepáticamente ´´ tomamos la misma decisión. Correr como desaforados hacia su ubicación.

Una vez adentro el portero quiso detenernos, pero no lo logró. Pedimos el elevador pulsando el botón de una manera histérica. Sin darme mucha cuenta, nos encontrábamos ya adentro de esa bella casa, la puerta estaba entrecerrada…

- ¿Daiana… - pregunté entrando con cuidado mientras Bill y Tom también lo hacían.


(Danny)

Era mágico volver a tener el alma perdida que tomaba todos mis anhelos para convertirse en el mayor de ellos entre mis brazos.

Dormía como un ángel en mi regazo, con calma, como si nada hubiera ocurrido…

- ¿Daiana? – escuché una voz cerca del recibidor. Preguntaban por ella, y no precisamente era una de sus amigas, pues la tonalidad de la voz era lo bastante grave como para una chica.

Constance movió un cuanto su cabeza entre sueños al escuchar su nombre.

- Shhh shhh shhh – la acorruqué – Tú duerme princesa.

- ¿Quién anda ahí? – ahora era otra voz, pero aún muy grave.

Los mejores momentos son los que duran más poco, pensé mientras apoyaba la cabeza de Const contra el sillón, y después dejé todo su cuerpo con cuidado.

Y dale que soy idiota, me dije a mi mismo mientras me levantaba, observé todo el desastre que en su casa perfectamente ordenada yo había causado. Recordé la escena de un par de horas antes.

- ¿Daia…

- ¿Qué? – interrumpí a la voz, mientras me enderezaba por completo, y luego asumía la imágenes que mis ojos recibían.

Quedaron pasmados al verme.

- ¿Dónde está? – me preguntó aquel, al cual yo recordaba como Georg.

- Hey… tranquilo – dije. El ambiente destinaba tenso.

- ¡¿Qué rayos?! – preguntó el segundo, chico alto con una perforación en el labio y trenzas en negro pegadas al cráneo, según recuerdo Tom Kaulitz. Ambos lucían confundidos al igual que el tercero, el otro hermano Kaulitz, Bill.

- Georg… ¿Seguro que este es el apartamento correcto? – preguntó Bill por lo bajo, con paranoia. Los tres ahora me miraron apenados.

- Discúlpanos brother, buscábamos el departamento de una de tus vecinas, y creo que nos hemos equivocado – Georg me estrechó el brazo y yo lo hice también, agitamos las manos.

- Sí, entonces… ¿sabes cual es el departamento de Constanza Daiana Ruzzo? – preguntó Georg un segundo después, con prisa.

- Sí – me quedé callado, mientras ellos esperaban la respuesta.

- ¿Y bien? – preguntó Tom, exaltado.

- eh... mhm – la voz modorra de Daiana se escuchó al fondo. Llamó la atención de los tres pares de ojos. Poco a poco su esbelto cuerpo se asomó por el sillón, talló sus ojos tal y como una niña pequeña, los cuales se abrieron como platos al observar su inesperada visita.

- Creo que eso resuelve nuestra pregunta – Georg dijo, con una furia que salía hasta de sus orejas.

- Oh mira ¡que sorpresa! – contestó Constance con nerviosismo y aún soñolienta – Estas si que son visitas inesperadas –

- Mucho gusto, Danny Rowman – saludé de una manera cordial, apenas agitando la mano, mientras notaba como los nervios se apoderaban de Daiana, se apoderaban de todo su cuerpo, todo.


(Daiana)

- Mucho gusto – respondieron mis tres visitas a unísono. La hipocresía en su máximo esplendor.

Quería salir corriendo, irme de ahí, huir de la situación que me resultaba tan estresante, tanto que me revolvía el estómago.

Tom se recargó en una columna, lucía decepcionado. Bill permaneció inerte en su lugar, girando los ojos de persona a persona, con una terrible confusión y curiosidad. Danny se mordía los labios con delicadeza y deslizaba la mirada por el piso de madera; y Georg… no me atreví a mirar a Georg.

Era un exceso de datos, información y estrés en mi mente por un día.

- Sólo vinimos a confirmar que no habías perdido la cordura… por completo – sentí los ojos de Georg posarse en mi, destacó el `` por completo ´´ levantando ligeramente la barbilla hacia Danny.

- No se a que te refieres – respondí seria fingiendo un bostezo.

- Lo que pasa es que… hay un gran alboroto de gente debajo de tu edificio, nos preocupaste – me dijo Bill con ternura – Tu ventanal estaba abierto cuando Tom y yo pasamos por aquí… -

Sentí la tensión del cuerpo de Danny, que se encontraba a un lado mió.

- Un policía nos dijo que alguien intentó arrojarse – Tom se despojó de la gorra y me miró de una forma que hasta llego a intimidarme.

- ¡Bah! La mentira - Danny actuó con naturalidad, incluso de una forma feliz – Eh chicos, sólo quería tomar un poco de aire, Daiana me dio permiso de abrir ese gigantesco vidrio, para observar de una mejor forma su vista urbana –

- Sí, es una linda vista – confirmó Georg, cruzamos miradas. Una ira sorprendente abarcaba su iris.

- Bueno Dai, entonces creo que ya no hay preocupaciones – dijo Bill risueño tratando de bajar la tensión del lugar.

- Exacto, ya no tenemos nada que hacer aquí, nos vemos Daiana – de un momento a otro Georg ya me daba la espalda y caminaba hacia el elevador, los Kaulitz lo siguieron. Vi su imagen desvanecerse por las puertas, que bajaron enseguida.

Sentí un atemorizante vacío en la garganta.

- Me largo de aquí también – respondió Danny, tomando su camisa y poniéndosela mientras tomaba las escaleras de emergencia, no quiso esperar más.

- Genial – pensé mientras me sumergía en una profunda soledad.

Saqué una botella y me senté en el minibar, encendí un cigarro. Los secos tragos de ron y las áridas bocanadas de humo me impulsaron a seguir adelante sobre un camino que por poco abandono para, como de costumbre, hacer trizas los endebles hilos de mis alas.


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