viernes, 4 de diciembre de 2009

Cap. 21 < Todo tiene solución > Parte I

 






[Capítulo anterior: Después de unos minutos, con el apuntador de la computadora parpadeando, ansioso por comer más de las palabras que transmitirían mi miseria, ideé un plan…]

(Daiana)

Dejé que el día transcurriera con esa pesada lentitud. No pude hallar el sueño ni tampoco la normalidad. Esa era la causa por la que al día siguiente amanecí con unas ojeras bastante notorias.

Desperté a las ocho de la mañana, con el cielo despojado de todo rastro de oscuridad. Me apresuré en capturar un taxi.

- Pff... Un coche es lo que requiero – dije al aire, mientras el amable conductor del taxi me abría una de las puertas traseras del vehículo.

Divisé conforme avanzábamos por las calles de Berlín, como el equipo de protección masiva en contra de los ataques de fans, comenzaba a seguir el taxi en el que me encontraba. Por el espejo retrovisor de este, noté como Alex me saludaba desde la camioneta; le correspondí.

Hice un largo tiempo de autopista tratando de organizar mis pensamientos.

Según los cálculos de mi mente, media hora más tarde fui llevada hasta mi destino. Al bajar, corrí hacia donde se situaba el interpón de la puerta y apreté el botón de este.

- ¿Sí? – contestó su voz, que aún sonaba soñolienta.

- ¡Hola! – respondí al artefacto.

- Oh, Dai… pasa – un sonido forzado activó a la puerta que se abrió con sencillez.

Hice algunas señas con las manos hacia Alex, que aún se encontraba en la camioneta negra, con las que logré convencerlo para que me dejara un rato sola.
Decidida entré al edificio, dedicando un `` buenos días ´´ a aquellas almas con las que me topé en mi camino. Subí por el ascensor hasta el piso 17.

- La puerta está abierta, entra nena – expresó su voz con confianza cuando escuchó el sonido de mis pasos una vez abierto el elevador.

- Buenos días mi bella durmiente – saludé, admirándola como madre a su bebé. Su cuerpo posaba en una posición informal, aunque muy cómoda, a lo largo del sillón. Aún tenía el pijama encima y su cabello permanecía alborotado.

Dejé mi bolso y mi abrigo en el perchero de siempre.

- Toda la vida e tenido una simple pregunta – sus ojos lucían desorientados por el cansancio - ¿Por qué te arreglas tanto? – soltó en forma de un `` cordial ´´ saludo.

- Te confieso que hubiera preferido un `` hola ´´ - le sonreí cruzando los brazos a la altura del pecho.

- Hola Dai, buenos días – se incorporó para recibirme. Ambas de mis mejillas fueron besadas.

- Así está mejor, buenos días Atziri – le sonreí. Extrañaba ver aquellos intrigantes ojos y aquella figura, que me llegaba a seducir.

- ¿Algo de desayunar? – me ofreció, recogiendo todos los despeinados mechones de cabello en una cola de cabello.

- No gracias. Ya he comido algo.

- Pero, ¡apenas están dando las nueve de la mañana!

- Al que madruga, Dios le ayuda Atz…

- O encuentra todo cerrado jaja.

- ¡Boba! – Exclamé divertida – Es lindo verte, hay tantas cosas por hacer que el tiempo apenas nos alcanza –

- Lo se – suspiró – Me han enjaretado un nuevo proyecto –

- ¿A sí? – dije curiosa - ¿Y ahora a quien vestirás? –

- Aún no está bien definido. Sólo me pidieron nuevos diseños `` radicales para chicas ´´ - agregó diciendo las ultimas palabras con mofa.

- ¿Esta vez no involucra al mundo artístico?

- Un poco. Varios productores están buscando nuevos talentos, por lo tanto mis diseños serán embonados en esas futuras estrellas.

- Entiendo – dije sin darle mucha relevancia al tema, pues era notorio que a Atziri no le causaba entusiasmo. Observé como el pan tostado que ella se acababa de preparar era desmoronado.

- Futuras estrellas – repitió, pero ahora sus ojos divagaron por sus pensamientos – Futuras estrellas –

- Sí, futuras estrellas, ya lo mencionaste.

- ¿Por qué no me acompañas a trabajar hoy? – dijo cambiando el tema, mientras un aire misterioso salía junto con sus palabras.

- ¿Qué planeas? – fruncí el ceño.

- Nada, tan sólo me gustaría tu compañía, hay de tantas cosas por las cuales platicar.

- Atz, no me mientas bombón.

- No miento – pudo escucharse creíble, pero en el fondo una molesta vocecilla me indicaba que ella tenía un macabro plan entre manos.

- Algo me huele misterioso por aquí… pero aceptaré tus palabras.

- ¡Genial! – dio un brinquito de emoción y después el calor de su pijama se unió a mi cuerpo.

- Más te vale que no sea una de las tuyas.

- Aha, más me vale – repitió con ironía, sarcasmo o sinceridad.

- En todo caso, apúrate guapa, que llegarás tarde – señalé su look hogareño y después la puerta del cuarto de baño que aún era visible desde la cocina. Rió apenada y jalando una toalla limpia de la habitación, se dirigió hacia la ducha.

Una hora después estábamos en la puerta, listas para el día laboral…


. . . . . .


- Te agradará el ambiente – dijo una vez que bajábamos del auto.

- Vamos, es el mundo de la moda, hogar dulce hogar – alcé el cuello de mi abrigo y caminamos con seguridad hacia la puerta de entrada.

- Las reglas del lugar son sencillas – rompió el silencio que nacía mientras nuestra sombra se reflejaba en el piso lustroso.

- ¿Reglas?

- Regla número uno; a todas mis locas compañeras – dijo señalando a un chico que lucía realmente afeminado – trátalos como una amiga –

- Fácil.

- Regla número dos, no utilices zapatos Jimmy Choo por aquí, eres propensa a quedarte descalza si los traes encima.

- Traje los Prada – confirmé fingiendo alivio después de una risa.

- Regla número tres, no rezongues y siempre ten tus propios detalles; eso es todo – terminó enumerando con los dedos.

- Tener un propio estilo, perfecto – sonreí.

- Sí, todo eso me soplo a diario.

- No es tan malo darling – acaricié su hombro.

- Supongo que no, después de tener a Stephenie como jefa – Atziri torció los labios y puso la mirada como el quien ve una película de horror.

- Exacto, es a lo que me refiero – suspiré mientras le ``echaba ´´ un vistazo al lugar – Pero ya no más, me he librado de la esclavitud –

- No podrás negar que amabas el trabajo.

- No lo negaré…

Atziri afirmó moviendo la cabeza. A lo lejos pude contemplar como Alex entraba con todo el equipo en el edificio, en donde nos encontrábamos, en el trabajo de Atziri.

- ¿Es mi imaginación o acaso Hombres de Negro III está por grabarse? – de inmediato, Atz se dio cuenta del escuadrón que daban pasos hacia nosotras. Se quedaron inmóviles un cuanto distantes de donde nos encontrábamos, evitando así llamar la atención.

- Oh, vienen conmigo.

- ¡Wow! ¿Desde cuando tienes guaruras?

- Desde anteayer me parece.

- Dai, eres hermosa, pero ¿no crees que esto es demasiado?

- Ja, no es esa la causa.

- ¿Entonces?

- Reclámale a David Jost.

- Ya veo, es por tu seguridad.

- Sí, eso dicen…

- ¡Atzirieee! Querida, te he estado buscando - un chico nos interrumpió. Tenía un aspecto completamente tierno. Sus pestañas enchinadas y el gloss en los labios me hizo suponer que era una de sus `` locas compañeras´´ como ella solía llamarles.

- ¡Taylor! – saludó correspondiéndole el beso inglés, en ambos cachetes.

- ¿Por qué estás tan tranquila? ¡Tienes kilos de ropa que diseñar! – Chasqueó los dedos, en forma de apuro – El nuevo proyecto no es juego de niños, puede brindarte más oportunidades y podrás así salir de este mundo de chocolate en donde realizamos `` disfraces ´´ para Britney Spears –

- Ja, no has perdido el humor Tay – Atziri le dio un golpecito en el pecho –El Taylor de siempre.

- Sí ese soy yo, pero seré el Taylor de siempre versión diva furica si no comienzas a platicar con la máquina de coser – torció los ojos, aquellos que eran cubiertos por unos pupilentes en tono miel.

Permanecí callada en la escena, al parecer el `` jefe ´´ de Atz, Taylor, no se había dado cuenta de mi presencia.

- Y por cierto, muy buen diseño el vestido negro con aquel brocado… - Taylor giró su cabeza a la derecha en el medio de su frase, paró de hablar.

- Mucho gusto, Daiana Ruzzo – estreché mi mano cuando caí en cuenta de que aquel silencio era causado por mi recién notada presencia. Él estrechó la mano para corresponderme el saludo.

- Vaya, mucho gusto, Taylor Pethel – reaccionó unos segundos después.

- Hey quita los ojos de encima, eres gay – lo regañó Atziri colocándole una de sus manos encima de aquellos ojos mieles y pestañas ultra definidas.

- Cierto, lo olvidaba – dijo con cara de bobo mientras se balanceaba sobre los talones - ¿Entonces, tu eres Daiana? –

- ¡Sí señor!, ella misma.

- Me han contado mucho de ti, puras hermosas palabras, te puedo prometer, por cierto, acabo de comprobar que en fotos eres bella, pero cara a cara las fotos pueden llegar a hacerte fea – Taylor sonrió galante.

- Gracias Taylor, pero no los deseo interrumpir con el trabajo, puedes llevarte a Atziri para que comiencen con el dichoso proyecto – sonreí sin mostrar dentadura.

- En cierta parte vamos atrasados con los deberes, pero antes de todo, quiero hacerte una propuesta, Atziri me ha platicado sobre tu perspectiva artística, y el físico te ayuda aún más – pareció apenado - ¿Aceptas?

- Sería un placer escucharla – respondí con cortesía, intrigada en las palabras, mientras Atziri sonreí ansiosa; como ya había dicho, un plan macabro deslizaba por sus manos.

- Perfecto, ¿Segura que tienes tiempo?

- Es lo que supongo – saqué de uno de los bolsillos del abrigo mi celular para informarme acerca del horario. Era temprano aún, el tiempo comenzaba a convertirse en sólo… tiempo. Entre todos los colores brillantes que la pantalla de mi móvil proyectaba, percibí aquella caja que indicaba cinco llamadas perdidas. Mi estómago subió hasta mi garganta.

- Bueno, pues entonces acompáñanos a un lugar más cómodo, el lobby no es buen lugar para conversar – comenzamos a emprender marcha hacia lo que me parecía el lugar de trabajo de Taylor. Abrió una puerta la cual desprendió un fino olor a fresas, que en el momento revolvió mi cuerpo, más mis ideas que mi estómago.

- Pasa – dijo Atziri una vez adentro, cuando me miró perpleja en el marco de la puerta. Obedecí. Se que notó que algo andaba no muy bien. Tomé asiento en una de las dos sillas frente al escritorio.

¿Qué podía hacer? Extrañarme era demasiado y portarme indiferente era patético. Guardé el aparato en el mismo bolsillo, y me concentré más en las propuestas laborales que en las de otro tipo.

Taylor despegaba los labios y hablaba con claridad, pero los verbos, sílabas y letras que decía se combinaban. Mis sentidos se agudizaron, enfoqué lo que había a mí alrededor. Todo volvió a la normalidad, palabras e imágenes puestas en su lugar, pero cinco desesperadas llamadas perdidas en el teléfono, aguardando para atormentarme con el nombre del remitente, Georg.

2 comentarios

Anónimo dijo...

hahaha "quita los ojos de ensima, eres gay" hahaha che koko como me haces reir xD!! tsssss esas 5 llamaditas pudiieron hacerte feliz la vidaa!! :S que demonios haciias que ni encuenta estabas de ese hermoso nombre de Georg?


att: atzii

OreoEffeckt dijo...

Niña!!! Como me dejas así!

Yo voto por que publiques todos los dias xD

esto se pone cada vez mas bueno dx.

te amoo <3

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