domingo, 4 de octubre de 2009

Cap. 13 < Sólo... vete >


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- No… - fue lo que salió de mi boca con el poco aire que en esos momentos mis pulmones almacenaban.

- ¿Hola? – repitió ahora esa persona con un tono de pregunta.

Mis ojos ya ni tenían la energía como para parpadear, y por lo mismo se empañaron. Mi garganta se sumergió en un tremendo ardor. Mi boca se quedó sin palabras, sin expresión. Mis manos estaban sostenidas en medio de la nada. Mis piernas apenas con la estabilidad como para sostenerme en pie… y mi mente, en algo peor que una pesadilla.

- No… - volví a decir con la misma entonación – no, no, no ¡no! ¡no! ¡NO! ¡¡¡¡¡NO!!!!! -

- Daiana tranquila, te lo ruego – dijo ahora con angustia.

-¿Qué haces aquí? ¿Qué diablos haces… - dije venciéndome; me tiré ahí a un lado de la puerta.

- Sólo es una visita – dijo en murmullo. Se agachó y con suavidad me cargó – Pensé que te agradaban las visitas –

- ¡La tuya no! – Batallé para que me soltara sin obtener resultado – Déjame tranquila –

- Daiana te lo suplico, sólo veme a los ojos – trató de sostenerme a pesar de mis bruscos movimientos encima de su cuerpo.

- ¡No!– grité.

- Veme a los ojos – insistió.

- ¿Es qué acaso no entiendes? ¡No puedo verte a los ojos! – Lo convencí que me bajara de sus brazos, así cayendo al suelo con una cierta brusquedad – No puedo – mis ojos desbordaron aquellas lágrimas.

- ¡¿Dai?! ¿Qué sucede ahí? – preguntó la alarmada voz de Elisa, no distinguí el momento en que salió de la habitación y miró la escena.

- Tú – Elisa le dijo, mientras su moreno color de piel se tornaba al de un muerto.

- No lo entienden, no vengo a lastimar a nadie – replicó este cruzando sus brazos.

- ¿Entonces para que vienes? – le devolvió mi amiga. Me quedé muda.

- Vengo a aclarar todo – me miró de reojo.

- No hay nada que aclarar – Elisa comenzó a desenfrenarse – Lo hecho, hecho está –

- Hey… ¿qué hace el aquí? – Atziri salió de la habitación también, corrió hacia mí al verme en aquella situación y trato de tranquilizarme.

- No tengo idea – pensé en voz alta – No tengo idea – confirmé.

- Constance, no sería capaz de hacerte daño de nuevo – se acercó hacia mi.

- Deja de torturarme… no me llames Constance, no más – negué la forma en que me llamaba, esa forma que añore escuchar por años.
Todo calló, sólo se escuchaban mis sollozos. Atziri y Elisa intercambiaron miradas, y pude notar como llegaron a un acuerdo con las mismas: Dejarnos solos a él y a mí.
Observe sus pies alejarse hacia la habitación principal.

- Es mejor que te marches – logré decir a pesar del nudo en el estómago. No podía estar un segundo más con él.

- No quiero hacerlo Daiana – se sentó a un lado mío, sobre aquel tapete.

- Danny, vete – pude decir su nombre después de un rato.
Seguía igual que en mis recuerdos; cabello negro alborotado, mirada profunda, tez blanca casi igual a la mía, labios definidos; aquellos que un día me provocaron tanto como para formar una historia.

- Constan… -

- ¡No me llames Constance! – rompí en llanto, como una niña pequeña. Todo empezaba a formar una especie de Deja Vu, un recuerdo…



- Princesa no desperdicies tus lágrimas en algo así – replicó él rascándose esa barba que empezaba a dar destellos canosos.

- Pero papá ¡He sacado un cinco en el examen de hoy! – dije mientras metía una patada al piso de madera.

- ¿Y eso es lo demasiado importante como para llorar? – me dio un pequeño golpecito en la nariz.

- ¡Es una muy mala nota papá! ¡Un cinco! – insistí con desesperación, tallándome los ojos y dejando una mancha negra alrededor de ellos.

- Un cinco… bueno es mejor que un cero ¿No lo crees? – Rió limpiando el contorno de mis ojos con sus dedos, luego examinando los residuos negros que quedaban en los mismos - ¿Qué es esto? –

- Em… - dudé en contestar a su pregunta.

- ¿Es delineador cierto? – Me miró de una forma divertida – Princesa eres aún muy pequeña como para maquillarte; tu eres bella así… no disfraces tu cara –

- Jaja me has descubierto – reí divertida - ¿Y si no vale la pena llorar por un examen… por que vale la pena llorar? –

- Eres muy chica como para saberlo, pero te lo diré – sonrió – Llora cuando conozcas la batalla para encontrar el verdadero amor –



- Sólo quiero explicar todo lo que pasó – el rosee del brazo de Danny con el mío me sacó de mi memoria.

- Creo que ya no hay más que decir – suspiré. Tomó mi barbilla obligando a observar aquella mirada, justo lo que estaba evitando. Sus ojos tenían una pizca de arrepentimiento, aquella que no conocía del nada bien.

- Vamos Ruzzo no hagas esto más difícil –

- Vamos Rowmen no hagas esto más difícil – le devolví la jugada – No arrojes más leña al fuego, pues ese fuego ya estaba en sus últimas –

- Eso es mentira, ambos bien sabemos que ese fuego estaba tan vivaz como desde un inicio –

No fui lo suficientemente valiente como para contestar. Aparté sus manos que permanecían en mi barbilla. Me alejé lo más posible de él dándole la espalda, pero el conservó la cercanía. Dirigí la mirada hacia el ventanal; observé que la noche ya había caído. La luna era la única luz que se filtraba en la estancia y podía presentirse la frescura del aire.

- Es una noche hermosa Daiana – me dijo en modo de susurro al oído – Podríamos convertirla en una de esas noches perfectas como antes –

- La noche puede ser perfecta sin tu presencia – respondí con hostilidad – Vete ya –

Al parecer hizo caso omiso a la instrucción, ya que se quedó ahí, a menos de un paso detrás de mi cuerpo.

- Me he enterado de todo ya; al parecer te has quedado sin trabajo –

- No es necesario que me lo recuerdes – dije. De inmediato sentí una punzada de angustia en todo el cuerpo.

- Cierto, pero no todo va tan mal en tu vida ¿O si? –

- ¿De que rayos hablas? – lo miré sobre mi hombro.

- Tu novio te lo puede decir – sonrío de una manera hipócrita. Empecé a temerle.

- ¿Novio? Un novio es lo que menos necesito ahora – giré para verle frente a frente.

- Eh, que acaso no te suena conocido alguien con cabello largo castaño, ojos verdes rasgados, fuerte… em, estatura media – hizo ademanes con las manos para describir cada una de las características.

- Georg Listing no es mi novio – lo empujé ligeramente hacia atrás.

Se quedó parado, solo viéndome; yo lo hice por igual. En verdad lloré tantas noches para verlo, verlo de nuevo y en un momento a otro, se encuentra a un lado de mi sala, hablando sobre lo que fue, lo que es o lo que será.

- Lo mejor es que te alejes de mi – rompió el silencio – Soy un salvaje –

- Me alejé de ti, pero ahora eres tú el que regresa – ansié por llorar de nuevo, pero mi reserva de lágrimas ya estaba agotada.

- Es que… no se si puedo irme lejos de ti –

- Eso es lo que hubieras pensado años atrás, lo siento, tu arruinaste la oportunidad – terminé tratando de desviar mi mente de aquel recuerdo intocable que trataba de apoderarse de mi.

- Daiana, te he extrañado –

Volví a observar la vida nocturna de Alemania por el ventanal. Ahora las luces y movimientos de la misma creaban un efecto nostálgico en mí. Solo escuchaba la respiración de él a mis espaldas.
Puse mi atención sobre los coches que circulaban en la avenida y vi aquella camioneta estacionada, se me hizo lo bastante familiar.
Cuando caí en cuenta quienes eran los propietarios del vehículo ya era bastante tarde; pues cruzaban la puerta principal de mi departamento que se había quedado abierta, con la idea en mente de ir a cenar…

2 comentarios

Anónimo dijo...

hoho che danny pen... q c lo pike huhuhu arruino algo pffff lelo... hoho te amokOkO!! ^^

adriana dijo...

wow q mal

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