miércoles, 30 de septiembre de 2009

Cap. 11 < Cara a cara >


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¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Dejándome seguir por una sensación?
Dios. . . era imposible, imposible separarse de esos labios. Su tibia respiración y su gran habilidad para hacerlo. Me deje llevar; no puse fuerza alguna; enrredé mis manos en su cabello y el en mi blusa. Comencé a sentir su sombra cada vez más cerca de mí; no me atreví a mirar, mis ojos permanecieron cerrados. ¿Por qué esa debilidad de mi parte? La pregunta no tenía respuesta precisa…

- Eh… ya… ya es muy tarde – solté escapando de su boca, apenas los primeros dos botones de mi blusa alcanzó a desabrochar – Tengo que pedir un taxi –

- No te preocupes; yo te llevaré a casa – torció su boca formando una traviesa sonrisa y volvió a pegar su cuerpo contra el mío.

- Oh no, eso no será – dije en un tonó burlón y apartándolo con discreción – Me voy ya –

- Daiana… ¿Acaso estás huyendo? –

- No no, es sólo que pues, eh… ¿tengo que irme? – Dudé mi excusa – Aparte mañana tengo varias cosas que hac… -

- Shh – susurró jalándome de una manera un cuanto brusca de nuevo hacia él, pegó su dedo índice a mi boca completando su expresión.
Me quedé perplejita en la pared mientras el me ``acorralaba ´´ con sus brazos; no lo niego, el momento era un encanto. Sentí el rosee de su cabello con mi mejilla y su nariz debatir con la mía. Cuerpo a cuerpo, cara a cara.

- Creo que ya ha sido suficiente – dije con un raro temor – Nos vemos pronto Georg… -

Mi bolso se encontraba ya en mi hombro en pocas décimas de segundo y mis pies bajando por la escalera.

Mientras tanto en el pent house de Elisa. . .

Era extraño. Trabajar sin Daiana era como estar en otro oficio. Puedo confirmar desde que abandonó la oficina, el cielo se nubló. Ya nadie con quien reír, llorar ni platicar en esas intensas seis horas de redacción de una revista que a veces llegaba a ser hueca y superficial.
Por suerte ya me encontraba en casa; mi consuelo era una gran bolsa de palomitas de maíz y la compañía de Atziri.

- Elisa, todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos – Atziri se metió un puñado de botana a la boca.

- Lo se… - respondí sin muchos ánimos.

- Vamos, no es tan malo. Trabajar sin Daiana te provocara un aumento ¡Por fin escribirás sin estar cotorreando! – se rió y me aventó una palomita al cuello, la cual sin duda, respondí.

- Sabes, verdaderamente la extrañaré… no se como los Paparazzis obtuvieron esas capturas; el evento parecía reservado, y el área en la que estábamos aquella noche era muy oscura como para distinguir rostros –

- Estoy de acuerdo; otro asunto que no entiendo es el porque sólo Daiana fue flasheada – Atziri se acurrucó en el sillón tono moca – Bueno, agradezcamos, no todas estamos en problemas –

- Sí, pero esto me preocupa – respondí. Un gran nervio se apoderaba de mi respecto a todo el asunto; sin darme cuenta, mis uñas lucían horribles debido a que habían pasado por más de media hora entre mis dientes.

- Ella tiene la fortuna de apreciar otra vez esas caras – levantó la ceja.

- ¿Caras? ¿Tokio Hotel te refieres? – me hice la indiferente.

- Tokio Hotel – confirmó asintiendo con la cabeza – Lástima que los vea sólo para resolver un problema -

- Bah, sólo son hombres, normales como todos – traté de sonar despreocupada pero Atziri no dejó pasar mi diminuta mentira.

- Me enteré que Bill no te ha llamado de nuevo, y eso te destruye amiga –

- Eh… - no obtuve palabra que objetar.

- Acéptalo Elisa, ansias esa llamada –

- ¿Y que tú no ansias una de Tom? – dije en defensa.

- Pues – se quedó callada un instante y luego prosiguió – Yo que se –

- Agh, chicos chicos, siempre el mismo dilema –

- Sí siempre el mismo dilema… - repitió Atziri terminando con la conversación y tornando su mirada al televisor.

. . . . . .

Georg no repitió mi nombre más y pude escuchar como si integró de nuevo al grupo que llevaba dos botellas de tequila. No insistió más y eso me hizo sentir como sólo un juego.
No había nadie más en el estudio, la ronda de trabajo había terminado ya; así que me tomé la libertad de salir sin preocupación alguna y ordenar un taxi; no fue una tarea difícil.

Al llegar a mi departamento, las imágenes se me hicieron imposibles de distinguir; puedo recordar que abrí la puerta con un grave cansancio y me apresuré a llegar a la habitación principal para tumbarme en la cama. El despertador marcaba las seis de la mañana cuando sentí que apenas había cerrado los ojos…

- Tengo que levantarme, tengo que levantarme – me dije a mi misma, tratando de animar a esa fuerza interior que hace despegar las cobijas del cuerpo cada mañana.
Lo logré y así me dirigí al closet viendo entre los ganchos algún lindo conjunto que combinaran con los troyanos que ese día estaba dispuesta a usar…

- ¿Por qué me alisto? – Dije entre risas y me tiré al piso – No tengo que ir a trabajar –

- No p-u-e-d-o ir a trabajar más bien – me corregí a mi misma después de analizar mis palabras. En definitiva habría olvidado todo de no ser por aquellos flashes de recuerdos cercanos y preocupación.

- ¿Y ahora que harás Daiana Ruzzo? No tienes trabajo – me dije como si alguien estuviera hablándome.
No podía más con la idea de en tan sólo un par de momentos perder aquel empleo, que por más duro y cansado que fuera, me apasionaba.
Volví a la cama con la cabeza hecha un lío, pero no pude volver a dormir. Sólo estuve consultando mis ideas con la almohada. Era realmente desesperante tener la incertidumbre de que sería mi vida.
Después de un rato acostada, me levanté en dirección a la cocina por un poco de jugo y algo de comer, pero no sirvió para aquella duda.

- ¿Hola? – contesté con voz ronca el teléfono que comenzó a timbrar.
- ¡Hola Daiana! – contestó su voz con ánimos. Me apené por mi falta de los mismos – Disculpa lo que pasó, no acostumbró a ponerme así, por lo menos no a ese nivel –

- No tienes de que preocuparte, todos tenemos nuestros momentos – dije con dulzura.

- En verdad, estoy muy apenado; no se debe hacer eso en frente de una dama –

- Bill, en serio, no le des tanta relevancia, sólo el alcohol hizo su efecto – confirmé. Me impacto el hecho de su llamada, supuse que era con fines de solucionar el problema, aquel rumor.

- Como tu digas; oye… em… ¿Te gusta la comida… -

- ¿Eh? Ja ja que clase de pregunta es esa; pero por supuesto que si – me reí en son de burla.

- Ja, pues sí ¿verdad? Disculpa mi ignorancia je – noté la pena en su voz; a lo lejos de la llamada se escuchaban varias voces que le reclamaban – A lo que me refiero es que si te gusta la comida Hindú –
- Pues, no es de mis favoritas por así decirlo – apoyé a las voces que ahora, abucheaban a Bill – Prefiero la mexicana ¿por qué motivo la pregunta? –

- Ah… es que… pues… nosotros… em… - supuse que algún plan traía entre manos.

- ¿Pasa algo? – presioné.

- ¡No!, es sólo que, nos preguntábamos sí está bola de salvajes podrían ser dignos de tú presencia junto con la de Zeltzin Elisa y Angélica Atziri esta noche en una cena… una cena mexicana según tus preferencias –

- Oh Bill, sería magnífico, aún no acabamos de debatir el asunto de ayer; el alcohol nos interrumpió ja – bromeé.

- Eh sí, pero… no es con la intención de seguir hablando acerca del rumor –

- ¿Entonces? ¿Nos están invitando a salir? – pregunté.

- Algo así ja – dijo con el estilo del chico despreocupado. Todo el asunto comenzaba a sorprenderme – ¿Te parece que pasemos a tú casa por ustedes? Jost tiene la dirección –

- Yo nunca acepté la propuesta – reí.

- Ja llegamos a las nueve allá – tomó mi respuesta, no dijo más y terminó con la llamada.
Saldríamos con ellos esa noche, el plan apenas empezaba a repetirse por mi cabeza… de nuevo, de nuevo su presencia. Georg Listing, en un par de horas lo tendría cara a cara, otra vez.

3 comentarios

Zeltzin dijo...

<3

zi zi zi zi

OreoEffeckt dijo...

no se si estoy feliz de que la tal angelica atziri salga con MI MARIDO SEXY!

que buen capi, me gusta como escribes *O*

Anónimo dijo...

hahaha xD lero lero candilero huhuhuhu guerra!!!!!! hahaha [ si angie q inteligente] hehehe

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